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Parece que Embapé no pondrá pegas a jugar de delantero centro, quizá porque ha visto que el esquema táctico del Madrid es «tú te pones el nueve» y «ya iremos viendo».
La caraja del centrolcampo es importante. Ahi falta Modric, que sólo está para veinte minutos, o Gúler, que en realidad no juega ahí, pero tiene fé en sí mismo y podría hacerlo bien, o quizá Wirtz, que todavía no ha venido y cuesta medio embapé de euros.
El equipo es muy vulnerable a lesiones. Bellingham con salud es el mejor Zidane. Tiene 21 años. Acojona.
rappol
Llegó Siquesá para debutar definitivamente en el fútbol de hombres y se llevó su primer trofeo serio en el fútbol de clubs —lo de los otros garitos que conocía no puede llamarse fútbol, haya mujeres, haya travelos o haya moros con mucho dinero—; desvirgándose para alegría de la grada blanca viajera y la sudorosa que ahorra para el invierno. Con todo, la realidad se impone: Vinicius continua siendo el próximo BDO, el jugador más desequilibrante del mundo cuando se pone la camiseta blanca, esto es, el jugador más desequilibrante del mundo. Muy preocupado por Siquesá está el brasileño, sí. Preocupadísimo.
No se halló a nadie que se hiciera cargo de la sala de máquinas el Real Madrid durante la primera parte. Bajaba el 5, bajaba el 7, subía Pijamita a melonazos… y Chominoblanco —ya estoy harto de Aureliano— se dedicaba a dar pases cubarsistas sin dar un paso al frente, como si dijera “a mí me poneh de sentrá, Carloh”. Afortunadamente, la segunda parte la sala de máquinas se dispersó por todo el campo, y Bellolingam y Vinicius sólo tuvieron que hacer como el cuerpo mercurial del Terminator aquel que se arrejuntaba a partir del caos para tocarle las palmas, erre-que-erre, a los Connor. A diferencia del T-1000 (¿?), el Real Madrid supo encontrar su happy end, tan tranquilamente, tras el segundo gol convertido por Siquesá. Qué jodido Siquesá; cualquiera diría que llegó anteayer.
Cuando Valverde fue entrevistado tras el partido explicó un poco —sobre todo para los que no tienen ni idea de fútbol—, la diferencia que supone para este equipo jugar sin Kroos. Es una apuesta con un punto de riesgo cuando te esperan siete decenas de partidos oficiales este año. Eso sí, no creo que vayamos a ver jamás un equipo tan preparado para destrozar al contrario a partir del caos y hacer que, quizás, el fútbol desaparezca por un agujero negro, como Alves en un reservado, como el matrimonio de Morata o como el mismísimo Luis Rubiales… El Real Madrid apunta a ejecutar el principio que hizo que funcionara la implosión en la bomba atómica, pero aplicándolo al fútbol. En realidad, nadie sabe qué es lo que va a pasar.
Todo ello, claro, suponiendo que todavía exista el fútbol. Habrá que preguntarle al Sr. Mounir…
El Socio
Sí, bueno, ¿no? Los jugadores del Madrid salieron con un gran peso en la entrepierna: no podían con los huevos. Se pareció bastante el partido al de la final contra el Dortmund y otros anteriores: nosotros no penetrábamos, el rival sí, y Santa Potra aparecía en los momentos adecuados para mantener nuestra portería intacta de algún modo. Luego llegó la segunda parte y… algo cambió. Si en la primera parte podías irte a hacer un sandwich y a cagar (no necesariamente en este orden) sin perderte nada relevante, en la segunda como mandaras un mensaje de «wasa» sin mirar a la tele podías perderte una ocasión o dos del Mandril, parecía que tuvieran alas en los pies los cabrones.
¿Qué milagro se obró en el descanso? ¿Fueron las palabras motivadoras de Angeloti hijodeputa? ¿Estaban mucho mejor preparados físicamente los jugadores blancos que los de los Hawks, quienes habían pasado por encima del Neverkusen en la final de hace unos meses? ¿Quizá inyectaron Red Bull en vena a nuestros chicos ? El caso es que parecía otro partido, y a mí, como paleto futbolístico que soy, la explicación que más me cuadra es la del uso de suplementos deportivos, sabe Dios en forma de qué. No se me entienda mal, no creo que sea cosa exclusiva del Real Madrid (vease la final de Europa League mencionada), ni siquiera exclusiva del fútbol, lo que pasa es que en este deporte hay tanta permisividad que los equipos pueden permitirse bastantes «alegrías». Se diría que existe un acuerdo tácito en el que todos ganan, desde el deportista al espectador, pasando por clubes y federaciones. Sea como fuere, la acción de Vini en el inaugural fue muy bonita, y el gol de Negropé sirvió para iniciar un relato de feliz adaptación al nuevo entorno. Puede ser el principio de la soñada dictadura del Madrid, un Reich de mil años en que los títulos se sucedan monótona e interminablemente, como las hojas del calendario, para desesperación de antis y chupapijas.
– Real Madrid: 2 (Valverde y Negro Pesetas)
– Atalanta Hawks: 0