Por Rappol
Como para algunas cosas no tengo palabra (lo de «Siquesá», por ejemplo, es mucho más sencillo de llevar), me encontré viendo la primera parte del Real Madrid-Alavés aunque no jugara mi querido Niño Pierna en el once inicial. Lo cierto es que el desliz no estuvo mal del todo, porque pude observar a un Madrid dominante, apoyado en la brillantez de piernas largas de Bellolingam y el pulso deep house que le imprime siempre Valverde a los partidos en toda esa amplia franja de campo que gobierna tanto en ataque como en defensa. Apestaba a saco de goles. Sin embargo, el aroma del guiso se fue diluyendo al ritmo que el arbitraje iba condimentando el caldo con tarjetas amarillas para los hombres de blanco, en esta especie de MasterChef del Fúrgol guionizado que es la Tebas Ligui que, como todos sabemos, en un señor muy del Real Madrid.
El asunto parece baladí, pero la Mafiaa del Pito se maneja de una forma tan siniestra que, a medio y largo plazo debe tratarse con bastante más inteligencia por parte de los jugadores del equipo de Florentino. Por ejemplo, la entrada de lucha libre light —aquí me pido el comodín de los fansistas amantes del arte de pegar mamporros, que podrán definir el gesto técnico con mayor precisión—, de James Brown a nosequién, fue un roja directa clara que se fue al limbo. Pero no eso y nada más: se convertirá en excusa cada vez que alguien se tome la libertad de atizar inopinadamente en otros partidos en los que nosotros o nuestros supuestos rivales directos nos veamos involucrados o, incluso, será motivo para que (más pronto que tarde) nos echen a un tipo por roja directa (y apuesto a que será este fin de semana próximo en nuestra visita a la laguna Metoporelana), aunque la cosa no sea para tanto: «¿Qué opinas, Maldini?… A mí no me parece para tanto lo de Valverde, pero si recordamos lo de Endrick el día del Alavés…» ¿Capisci?
Volviendo con el fúrgol, el encuentro se puso tan de cara que Carlovide arrancó el carrusel de cambios antes de lo habitual, pudiendo el Niño Pierna disfrutar de poco más de veinte minutos en los que chutó al larguero (de rebotillo), fallo un mano a mano tratando de ser más sutil en el uso de su pierna izquierda y le enseñó a uno del Alavés lo que tiene que enseñarle a hacer a su hija si se le acerca alguien diciendo «amega segarro». Para completar el apartado de sucesos estrafalarios, Fallejo se dio un baño de masas, Protestini metió un gol Mayal Style y Kike García le regaló su camiseta a Siquesá al final del partido tras celebrar un gol por la izquierda que, afortunadamente, no sirvió nada más que para poner al 9 la vitro de Luisito García, el retaco de los cojones, que se puso un poco macarrita al final con el bueno de Carlo (el hijo debía estar jugando al Candy Crush con la tableta). El enano este del Alavés siempre tiene que liarla. Pero so mamón, si tendrías que besar el césped por el que anda el italiano, que te quitó de en medio a los jugadores más destacados bien prontito (con 3-0), para que no te llevaras goles en un saco para repartir en la urba, subnormal.
En fin, buenas sensaciones —como siempre— cuando el equipo se va viendo entonado y mantiene la tensión competitiva, y cierta blandura en la segunda unidad que tendrá la responsabilidad de dar descanso a los jugadores de las líneas más despobladas. A no ser que queramos tener pronto la enfermería llena, con el riesgo de que las triadas se vuelvan a poner de moda en Valdebebas (Ribera, Carlo). Ya tuvimos bastante con la temporada pasada. Claro, que también podíamos repescar a Nico Paz, pero cualquiera lo saca ahora de Bellagio, Varenna, la lanchita, el Campari Spritz, las tetas al fresco y el rumor de las olitas del lago de Como, arrulladas por esos bosques empinados como los pezones de Gabriely… ¡Ay, mis huevos! ¡Endricki!
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– Real Madrid: 3 (Captain Lucas, Meforré y Loldrygo)
– Alapiés: 2 (Carlos y Kike)