https://youtu.be/1HK_4E3OQcs
Sí, bueno, ¿no? Ya sé que queréis que hable de un partido de fútbol absolutamente intrascendente, de la España ultramontana y de otras cosas que hunden el espíritu humano en el fango, pero yo prefiero dedicarme a la noticia importante del día. Mientras muchos dizque madridistas se dedicaban a ver a Gayolá, Huevo Duro, el hijo malo de Kluivert y no sé quién cojones más, en Kaunas el otro Madrid se dedicaba a escribir una nueva página de la leyenda. Y las leyendas, claro, no suelen tratar de un tipo que llega, arrasa con todos sus enemigos y para la hora de la cena está viendo las noticias en pantuflas; no, el viaje del héroe requiere frisar con el fracaso, mirarle a los ojos, olerle el aliento, besar el barro, levantarse, pensar que sólo te da para tenerte en pie, revolverte sin saber cómo y, a veces, ganar.
La final de Kaunas se recordará por sus últimos dos minutos, pero es uno de esos partidos que vale la pena ver entero, pues fue un duelo baloncestístico francamente interesante, cuyo desarrollo de ninguna forma permitía presagiar su desenlace. Baste decir que el Madrid sólo estuvo por delante apenas un par de minutos de los 40, y que, aunque el marcador estuvo bastante parejo casi todo el partido, las sensaciones transmitidas por ambos equipos eran muy dispares: en ataque, el Oly movía el balón fantásticamente, logrando que muchas ocasiones sus hombres exteriores quedaran más solos que un divorciado sin custodia, para poder ensayar el triple a placer. En defensa, defendían la zona como a una doncella virgen, muchas veces dejando al Madrid el único recurso de tirar triples sobre la bocina. El juego del Madrid era mucho menos fluido, y a veces parecía que nos habíamos atascado irremediablemente, con dos, tres, cuatro posesiones en las que no anotábamos. Únicamente una defensa interior comparable a la de los griegos (y algo de suerte) nos mantuvo en el partido.
Aunque sería injusto decir que el ataque madridisa fue caótico, sí resultó mucho más ecléctico que el de Oly: no había un Vezenkov al que pasársela para resolver ni un Canaan que hiciera el truco del enano, había que buscarse las habichuelas en cada jugada; prácticamente no hubo dos canastas iguales. Una vez anotaba Musa, otra Goss, otra Causseur, otra Tavares… de hecho anotaron todos los jugadores madridistas que pisaron la cancha, circunstancia insólita. ¿Y cuántos bases tiene el Madrid? ¿Cuatro, cinco? Parece que casi cualquier «bajo» puede subir la pelota, pero todo el mundo sabía que en «lo gordo» la dirección sería del Chacho, por el simple hecho de que juega estos partidos como si estuviera en el garaje de su casa; en otras palabras, es un jerarca. Las últimas posesiones son ya material de leyenda, pese a haber transcurrido sólo unas horas: después de un partido entero en el que parecía imposible recortar esa distancia de 4-7 puntos, de repente estábamos a cuatro con posesión. Llegó entonces el momento crucial del encuentro y del año, con una canasta mucho más complicada que la (muy meritoria) de Llull: asumiendo toda la responsabilidad, Chacho clavó un triple de máxima dificultad -facilitado por el bloqueo de Tavares- que destruyó mentalmente a Olympiakós. El resto fue el Real Madrid haciendo de Real Madrid. Cuando todo acabó, nos enteramos cómo es la bandera de Cabo Verde, algunos hijos de jugadores pudieron estar en el podio, y Rudy y Lull levantaron la Copa al alimón. Todo muy bonito.
La Undécima Copa de Europa mete al Madrid de basket en el territorio de «es una salvajada ganar tanto». Imposible decir si es la mejor de todas, pero indudablemente sí de la era post-Lolo, por todo lo que la ha rodeado: la precaria situación del técnico, la sensación crepuscular, la relativa frialdad de la afición y una persistente irregularidad que, increíblemente, se terminó en el momento en que la frustración tras la segunda derrota contra el Partizan desencadenó aquella ya memorable tangana; a veces se necesita tocar fondo para empezar a plantar cara a la vida. Por supuesto, el título lo cambia todo: Scariolo seguirá su modesto periplo en la Virtus y Mateo, aunque no tendrá carta blanca, se verá imbuido de la autoridad incontestable concedida por este éxito (Y sí, Laso, lo sentimos mucho, pero las dos veces anteriores que ganamos al Barça en semis palmamos en la final). Además, como las conversaciones con Durant están atascadas y Doncic dice que quiere esperar un par de años más antes de volver, contaremos con los refuerzos de Campazzo y Hernangómez, que no están nada mal.
Un día memorable para la historia madridista que se agrandará en el tiempo, gracias a hacer nuevamente lo que nadie más ha descubierto cómo hacer. Un club, 25 Copas de Europa.
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Y en otro orden de cosas…
Me niego a hablar del partido de ayer en Mestalla, en cuanto a lo estrictamente futbolístico. Considero que ponerse a ver un partido de liga en el que no había absolutamente nada en juego -incluso aunque la otra sección no estuviera jugándose nada menos un cetro europeo- responde únicamente a un yonkismo futbolístico que nada tiene de sano, cuando hay otras mil cosas productivas que pueden hacerse con dos horas de la vida. Se jugó y palmamos por un gol, mu bien, es todo lo que necesito saber.
Respecto a «lo otro», voy a dar una opinión que será algo impopular, pero a estas alturas de la vida ya ves tú… Hay una persecución a Vinicius, es evidente, pero qe se trate de un tema de racismo propiamente dicho… es harina de otro costal. Digamos que los rivales han encontrado una buena forma de descentrar al jugador y al equipo, y estos últimos están haciéndoles el juego cada vez más. Adelantándme a vuestras reservas:
– No, no es fácil distinguir cuánta gente concreta profiere insultos racistas y cuánta insultos «normales».
– No pienso que la LFP sea indiferente al tema del racismo. Es más, a veces existe una hipersensibilidad al respecto y, por qué no decirlo, un postureo ante un «problema» un tanto ficticio para personajes que se embolsan sueldos multimillonarios y llevan trenes de vida impensables para el común de los mortales.
– Abundando en lo anterior, existen protocolos para estos casos que, a poco que el club presione y con algo de suerte, derivarán en sanciones. No creo que Tebas esté haciendo dejación de funciones en estos casos.
– Si bien la campaña general contra Vinicius es despreciable, como decía Nord ayer el brasileño haría bien en tomar notas del libro de Cristiano Ronaldo. Si deja que estas cosas lo descentren en exceso, quizá no es tan crack como piensa. Y desde luego, si por eso quiere irse del club, está en su derecho pero se equivocará gravemente; no sería el primero ni el último que descubre el frío glacial que hace fuera del Bernabéu. En la liga hay «insultos racistas», en la Premier se arrodillan… sinceramente, no sé si es un cambio a mejor.
Y lo dejo ahí porque es un tema que me hastía un tanto, al igual que el victimismo que lo rodea, especialmente el que se retroalimenta en twitter. Somos campeones de Europa tras uno de los torneo más memorables de la historia; uno diría que es suficiente tema de conversación para varios días, pero por supuesto el 80% de los comentarios versarán sobre «lo otro». Pues nada, a disfrutarlos.