Real Madrid Clup de Júrgol, Institución deportiva más importante del mundo. 7 trillones de euros anuales de presupuesto, seguida en todo el orbe con verdadera pasión, fruición, devoción. Alfa y omega del balompié y el basketmano mundiales. Garante de la excelencia y las buenas costumbres. Pues bien, semejante faro y ancla de la civilización tiene sus áreas técnicas dirigidas por dos verdaderos sinvergüenzas. Veamos:
Sinvergüenza número 1: Carlo Ancholoto. Ha puesto a Dios por testigo de que no volverá a trabajar nunca. Si esta última temporada ha sido un poco a título de inventario, la próxima puede ser una verdadera Omaha Beach para los tiernos jugadores madridistas. Esos no se merecen eso, ser masacrados en campos perdidos de Dios por gente mejor preparada técnicamente, físicamente, sexualmente. Don Carlo está pensando ya en capirinhas, garotas y la puta madre que las parió a todas, no está en condiciones de dirigir al club más importante de la Creación. No, no, y no: hay que «resolverle» el contrato y empezar el Lego desde cero con un nuevo arquitecto de cuerpos y almas. Carlo, vete ya.
Sinvergüeza número dos: Chusma Teo. El bueno de Chusma engañó a la afición madrilista (no es que eso sea muy difícil): ganó la Undécima muy épicamente y con eso nos hizo creer que tenía todo bajo control. Pero no, nos estaba engañando: en realidad era todo caos, improvisación, ¡¡anarquía!! Eso puede servir para un fogonazo glorioso, pero en los esfuerzos continuados la realidad se impone: el Barcas nos ha borrado el cerito sin sudar mucho. Ojo… al dato: ¿Alguna vez un campeón de Europa había palmado su liga perdiendo todos los partidos de la serie? ¡¡Nunca!! ¡Hemos batido un récord de ser un equipo mierder!! Esto, por supuesto, exige una medida contundente: otra resolución contractual. ¿Para poner a quién? Muy fácil: a… alguien. Una persona. O sea, un entrenador de esos. Con una pizarra en forma de cancha donde puedes pintar con un rotu. Ese es el que nos devolverá a la senda del éxito.