No quiero que venga Meforré. Pide mucho dinero que podría usarse para alimentar a los niños de África, de Hispanoamérica o de cualquier otro sitio donde haya niños que quieren jalar. El negro este pide cobrar más que Mensi, y ya sabemos adónde conduce eso: a la ruina caracolera. No se crean lo que dicen algunos de que los jugadores top generan más de lo que cuestan, eso son narrativas para mónguers que sólo ocultan una piperil voracidad por los fichajes de campanillas.
Miren, el júrgol es un negocio que sólo puede aspirar a cubrir costes en el mejor de los casos, jamás en la historia del fútbol ha habido un club rentable y jamás lo habrá, porque todo el juego consiste en quemar todos tus recursos para quedar por delante de otros, un constante y eterno medimiento de pollas. La gente lo bastante lerda como para invertir en fúrbol (los Glazers, chinos y morapios de la vida) lo hacen únicamente por exposición y por alimentar su ego.
En tales condiciones, bastan sólo un par de pasos en falso para empezar a dinero a espuertas, como bien saben en Barcemona (bueno, lo suyo fueron más bien dos docenas de pasos en falso). Pero nosotros no podemos ser como el Barcemona, donde son felices con sus pajas y sus delirios de grandeza. Fíjense, en los alrededores del Kampf Nou hay un grafiti del día aquel que Mensi sostuvo su camiseta en el Pipabéu; para ellos es una imagen realmente legendaria. Luego te acuerdas de que el Madrid no sólo ganó esa Liga y sino también la Champions del mismo año y piensas: «pero bueno, ¿esta gente es subnormal?». Y sí, lo es, y por eso nosotros no podemos alimentarnos de esas fantasmadas.
Vinicius fue una operación cojonuda porque cogimos a Steve Urkel, lo convertimos en Stefan y ganamos nuestra enésima Copa Uropa. ¡Vaya sacada de polla! ¿Lo de Meforré? A ver, es un tío que va a exigir, tirando por lo bajo, 30 millones netos. ¡Me cago en mi vida, si es casi el triple de lo que gana Vini! ¿Cómo se va a sostener esa escala, sobre todo jugando ambos en el mismo puesto? La presentación de Arda Guíler nos dejó claro hasta qué punto Florentino está amoñoño (leyendo maquinalmente su discurso sin mirar una sola vez al jugador que tenía a pocos cm), y en su amoñoñez puede endeudarnos hasta que Pedro Sánchez diga una verdad, o sea durante décadas.
¿Pero quién va a parar esto? Nadie puede, es cierto. Flo tiene 500 millones parados en el banco y quiere «invertirlos»; lo hará en este negro sobrepreciado que va a venir a ser un pequeño César, algo que no gustará en un vestuario resabiado y altamente jerárquico como el del Madrid. Meforré vive en un mundo salarial que no es el merengue, y Flópor se equivoca si cree que puede introducir semejante desigualdad sin que todos los demás mastuerzos de la plantilla empiecen a aporrear la puerta diciendo: «¿qué hay de lo mío?»
En cualquier caso, si lo fichan, hay una cosa, solamente una, que quizá podría consolarme: que durante su presentación toquen la canción que encabeza la entrada, pero cambiando «Manué» por «Mbappe». Al fin y al cabo, Los Inhumanos siguen en activo.