Colgados de Negrocojo

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Bueno, sí, ¿no? A Balaídos (o como cojones se llame ahora) le han cambiado la uralita por unas chapas muy aparentes, pero sigue siendo una puta mierda de campo, con el público a decenas de metros de la acción; de algún modo, gente como Tebas quiere que el mundo se interese por una liga repleta de campos municipales de atletismo reconvertidos en los años 50 para albergar partidos de foot-ball. Claro que así es mejor, ¿porque quién quiere tener encima el aliento de 40.000 follacabras gallegos? Esto nos favoreció especialmente en la jugada del gol anulado, donde el delanteiro agarra de la caniseta a Kepa Aceitenosequé y dice que eso sí se vale, que no hay falta; opinión que incluso comparte el álbitro del Marca, Pérez Burrull. Como eso me extrañaba, consulté el reglamento y efectivamente, ahí lo dice bien claro: «Se puede agarrar de la caniseta al portero si juega en el Real Madrid». Me quedé mucho más tranquilo. Aclaro, eso sí, que eso de que no se puede tocar al guardameta en el área pequeña es un mito: tan sólo está protegido (en cualquier parte del área) una vez ha controlado el balón con las manos.

Los equipos de Fat Benny saben hacer así y así, y además el Madrid sigue con poco gol, así que sufrimos bastante. Por suerte, un Iago Aspas crepuscular con penado de retrasado mental gringo no fue capaz de dar en el blanco, proporcionándonos el necesario oxígeno. Por fin encontramos el requicio gracias a un claro penal sobre Loldrygo, quien, volviendo a demostrar que le falta una peseta pal duro, lo tiró con confianza pero demasiado centrado. ¿Qué hacemos contigo, Lol? ¿Eres carne de Tottenham? En fin, que olía la cosa a «cerocerismo absoluto» hasta que apareció el cojo de la leyenda, Bluffingham, un tío que sin ser gigante (1,86), sí mide lo bastante como para cabecear con gusto gracias a sus buenos movimientos. En el penalti también había estado pastoreando a los protestones celtarras, lo que denota que los tiene bien puestos. Lástima la rodilla biónica, pero si se demuestra que está sana, puede que no haya sido un fichaje del todo malo. De hecho, estoy bastante seguro de que no debíamos todos los puntos a un único goleador transcurridas tres jornadas ligueras desde los tiempos de Hugo Sánchez.

En fin, el Madrid de la tercera edad dorada se ha hecho mayor. Las Titas observan desde el banquillo, sustituidas por unos negros mazaos que nos dan la presencia física exigida por estos tiempos convulsos. Es una fuerza sin identidad, pero si realmente los morenos llegan a argamasarse podrían armar una gorda en Europa.

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Celtic de Vigo: 0
– Real Madrid: 1 (Bluffingham)

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Encuesta Rubi

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«Segurísimo que se queda en nada»

Creo que nadie mínimamente afincado en la realidad puede dudar de que España es un estado fallido como mínimo desde principios de este siglo. Y el asunto Rubiales, tan ridículamente anecdótico en el hecho que lo desencadena, es un síntoma singularmente nítido de ello. Insisto en lo intrascendente de la res primigenia: incluso si la conducta de Rubiales hubiera sido más grave que las maneras de palurdo desplegadas en Australia, todo lo más estaríamos ante un macho retrógrado de los muchos que aún sobreviven en nuestra fauna (ojo, que la hembra retrógrada no es mucho más ejemplar; como siempre, pensar que el vicio y la virtud no se reparten igualitariamente entre los sexos es cómicamente erróneo). Sin embargo, todo el aquelarre posterior evidencia que estamos en un país dominado por la indiferencia moral, la hipocresía más atroz y un repugnante neopuritanismo.

Luis Rubiales es un personaje nauseabundo, pero no por los pecados que se le llevan achacando desde el domingo. Digno sucesor del no menos repulsivo Villar, sus mayores capacidades son el tráfico de influencias, la corrupción económico-deportiva y la «custodia de secretos». A lo largo del tiempo hemos ido teniendo evidencia de sus corruptelas (caso Piqué, caso prostitutas, caso Supercopa, encubrimiento de Negreira… aquí hay un buen resumen) sin que ello haya resultado en acciones judiciales que amenacen su puesto inmediatamente ni en una gran censura social, una vez pasada la primera revelación. Se trata, como es imposible olvidar, del tiparraco que destituyó al seleccionador nacional a horas de empezar un Mundial por la «imperdonable falta» de fichar con el Real Madrid; esto por lo visto le habría impedido centrarse en su trabajo durante el mes mundialista, pese a que la primera reacción de la Federación fuera felicitarlo, antes de que el tupido entramado antimadridista español empezara a «hacer llamadas». A Rubiales no le importó asestar un golpe inusitadamente cruel a Lopetegui ni destruir las posibilidades del combinado en el torneo, simplemente cumplió con toda frialdad lo que se le exigía.

Hete aquí que ahora lo que levanta un supuesto clamor social es el ya celebérrimo beso a Jenni Hermoso, un acto no demasiado distinto al del primo lejano que pellizca el culo a una chavala en las fiestas del pueblo, o a lo que puede verse en cualquier evento donde prime el jolgorio y la desinhibición. Como en cualquier análisis, resulta profundamente deshonesto obviar el contexto: parece evidente que Rubiales tenía una relación lo suficientemente cordial con algunas jugadoras, Hermoso en concreto, como para pensar que esta aceptaría el gesto como una gamberrada simpática. Las reacciones inmediatas de la jugadora, no contaminadas por la artificial polémica posterior, ratifican esta interpretación. En la celebración del vestuario, Hermoso aparece completamente relajada, bebiendo champán a morro y zampándose un donut a dos carrillos. Cuando sale a colación el vídeo del beso, las jugadoras lo comentan como las «mejores jugadas» de una despedida de soltera, y lo más que llega a decir Jenni es «¡eh, pero no me ha gujtao», entre risas arrabaleras. La entrevista posterior con Juanma Castaño no puede ser más esclarecedora en este aspecto:

«A mí no me importa, ¿sabej? Yo soy campeona del mundo y eso es lo que me voy a llevar esta noche (…) A día de hoy todo va a estar mal visto por los ojos de quien lo mire y yo sólo puedo decir que ha sido el momento de la efusión y del momento, que no hay nada más allá y que se va a quedar en una anécdota y ya está, que la gente si le quiere dar bombo se lo dará, y quien no, pues no. (…) Segurísimo que no va ir a más».

Pobrecita. Mientras celebraba en Ibiza con sus compañeras (sin parecer tampoco muy traumatizada), poco sospechaba que en ese momento estaban empezando a «hacerse llamadas», como hace años con Lopetegui, pero en otro sentido. Las fuerzas vivas del país estaban movilizándose para otra cruzada. Y las llamo «vivas» porque hoy día son las que realmente se movilizan en esta España profundamente enferma: si el conservadurismo o el deleznable «centro» aguantan los atentados a su modo de vida con notable estoicismo, la izquierda radical (¿existe otra?) reacciona rauda y con inusitada violencia a cualquier afrenta real o, normalmente, percibida. Y sí, había que poner el país patas arriba por la «inaceptable agresión» a la carabanchelera, quien de otro modo estaría pensando en su tatu conmemorativo del Mundial, en el último episodio de First Dates o en su aventura en el fútbol mejicano. Nótese que estas cruzadas sólo se emprenden cuando el agresor es autóctono, jamás cuando es importado y la agresión bastante más real, aterradora e irreversible que un beso jaranero.

La prensa, fiel correa de transmisión del poder, ha sido por supuesto colaboradora necesaria, por mano de los gacetilleros más ilustrados (Jabois expresaba su indignación y censuraba al primitivo Rubiales) y de los menos: tan pronto como Castaño -que vive de dar pienso a las masas- captó el cambio de ola, tuvo una revelación pabliana y de repente comprendió que, lo que apenas horas antes minimizaba como intrascendente y festivo, era en realidad el censurable abuso de un superior jeráquico. Los más tontos le han comprado la mercancía.

Por supuesto, el propio Rubiales, como patán pata negra que es, se encargó de empeorar su propia situación: primero grabando unas desganadas disculpas en chándal y luego falsificando un comunicado de la jugadora, quien a esas horas ya había visto las orejas al lobo y se negó a poner por escrito lo que apenas horas antes había manifestado de viva voz. Pero lo cierto es que la pobre Jenni, una chica cuyas inquietudes socioculturales deben ir a la par de las de sus compañeros masculinos, ya no pinta absolutamente nada en esta historia, y se ha visto en el vórtice de un huracán que evidentemente la supera. Esto ha sido aprovechado por la prensa y por las citadas fuerzas vivas para hacer exactamente lo mismo que Rubiales: vease este profundamente perverso titular de El Mundo, donde se mezcla el escuetísimo comunicado de Hermoso con las declaraciones realizadas por el sindicato FUTPRO, queriendo hacer ver las palabras «actos inaceptables que no deben quedar impunes» son de la jugadora, y no pertenecientes al comunicado de FUTPRO. Sindicato, por cierto, detrás de la frustrada rebelión de la selección femenina contra Jorge Vilda, con el final que todos conocemos. La venganza, no tan fría, está servida.

En fin, que un tipo tan siniestro como Rubiales no ha visto la poltrona realmente amenazada hasta esta imbecilidad del pico. Nadie parece comprender la tragedia de que ocupara en primer lugar un puesto de tanta trascendencia social, ni de que lo mantuviera sin mayores problemas tras cometer todo tipo de tropelías. Pero lo más gracioso de toda la historia es que muy probablemente no caiga: los actores (Pedro, Irene, Yoli, etc.) han interpretado admirablemente su papel, pero Rubiales es un hombre que «guarda cosas», y que tiene el teléfono del presi, como publicó en su día El Confidencial. Tras estos primeros escorzos, ya parece haberse encontrado la solución ideal: una risible suspensión de seis meses que, siendo esto España, no supondría ningún impedimento para que Rubiales se presentara a las elecciones el año que viene, donde sería reelegido sin ningún problema por sus conmilitones de las territoriales, al mejor estilo de Villar.

Para entonces la polémica de Hermoso será un eco ya muy lejano, como la España sana y funcional de tiempos pretéritos.

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Gentleman Rubiales


Se nota que Jenny es también pura clase.

Por Pearl S. Buck

¡¡Gol de Olga!! Sonríe con cierta condescendencia, alza los brazos al cielo y aplaude de forma contenida, al fin y al cabo, hay que mantener un perfil institucional. Es cierto que, sin saber por qué, piensa “abogado, lo que tengo aquí colgado” y se toca los genitales, pero de forma casi imperceptible, está seguro de que ninguna cámara habrá captado el gesto. Mejor así.

En la entrega de medallas, agarra a Jenni con firmeza de la cabeza y le da un beso breve y seco en los labios. Es un pico espontáneo, regocijado, casi fraternal. Está un poco colocado -no concibe que nadie pueda aguantar sobrio semejante tostón-, y está a punto de darle un cachete en el culo, pero rectifica a tiempo y le palmea la espalda. Jenni tiene nombre de lumi y él está acostumbrado a dar azotes a las lumis. Sin hacerles daño de verdad, no se trata de hacer sangrar a nadie, no es Pablo Iglesias o Joffrey Baratheon, por el amor de Dios; pero el cachete sí tiene que ser repentino, sonoro, rápido y propinarse con la suficiente fuerza para que deje una marca rojiza: PLAS.

Antes del partido se tomó un par de copas y recuerda que enrolló un billete de cincuenta euros y esnifó una raya, frotándose los granitos de coca que sobraron por las encías, pero, por fortuna, no está tan colocado para no darse cuenta de que dar un cachete en el culo a una jugadora estaría fuera de lugar, se armaría un buen jaleo, aunque no llegaría la sangre al río, él no va a dimitir nunca y tiene suficiente material de todo dios como para que se atrevan a joderlo.

En cualquier caso, se alegra de haberse comportado de forma tan elegante, impecable podría decirse. Por eso no entiende la expresión consternada del primer gilipollas que le dice: “presi, eres trending topic”.

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Bluffingham y compañía

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El Socio

Sí, bueno, ¿no? El estadio Como Se Llame del Almería es aún peor de lo que pensaba: si introduces en una IA de generación de imágenes las palabras «reputísima mierda de estadio», te sale algo muy parecido al recinto del Almería, donde el asiento más cercano al césped está a 20 metros. Los almerianos se adelantaron en un momento de gran hilaridad en el que Arribas le sacó un par de metros en carrera a un vejete alemán que iba tras él, marcando casi a plcer ante un Lunin con los brazos más blandos que los de Juliana Armengol. Se cumplía así la maldición no del negro, pero sí del ex.

La remontada se obtuvo laboriosamente, liderada por un Negrocojo Bellingham que anda muy subidito. A mí, la verdad, no me impresiona, porque sólo empiezo a tomarme en serio a los jugadores del Madrid cuando llevan tres Champions y cincuenta goles con el club. Aún le falta mucho a este imberbe (escupidor, por cierto) para rozarle a los grandes jugadores un pelo del culo. Toñi le dio su pase del gol de cabeza, con lo cual el pecado de su gol quedó redimido por su pierna de tiralíneas, o así lo ve él en su cabeza. Es bueno saber que ha recuperado la titularidad mucho antes de lo que temían los amantes del Buen Fútbol como yo.

Custer

En la Jugada del Partido, que sin duda ha sido la de Brahim, ha quedado retratado Joselu puesto que, más que buscar o cooperar en un gol, huía de la jugada, se alejaba de la jugada Brahimnesca como si no quisiese participar en ella. Mientras Brahim avanzaba sorteando extraños Joselu se retiraba a sus cuarteles de invierno en vez de atacar la pelota aunque fuese con la medifismcovista, anticipándose (con la vista y el instinto) al lugar en el que “podría” llegar la pelota en el caso de que Brahim la soltase. No se comportó como un killer del área sino como un pequeño burgués de la pequeña, casi ínfima, burguesía. Alguien contratado por una empresa importante, más bien por suerte, y que se conforma con prestarle las llaves de su pisito a los jefes para que gambeteen con rubias mientras él se moja bajo la lluvia. Muy mal Joselu. En cuanto a Brahim ha demostrado ser mejor Asensio que el mejor Asensio de las últimas temporadas pero le ha faltado ese “punto”, esa ambición casi chulesca de tirar la puerta abajo que habría sido chutar aunque se la hubiese parado el portero, da igual, es el gesto de llegar y chutar lo que le puede dar una titularidad que no es propiedad privada de Jacinto Goes (muy flojito) y por la que debe luchar. La jugada, al menos, le da una nueva oportunidad (como al Platanito) mientras que Joselu, y lamento decirlo, está al igual que Mariano desaprovechando las suyas.

En cuanto a la Bamba Negra la verdad es que no esperaba menos del Hijo de Kobe Bryant. Es evidente que ha caído de pie en el Real Madrid, tiene suerte el chaval, hay mucha baraka en él. De todas formas hay que juzgarle con un equipo Premier, al Madrid en su conjunto se le debe juzgar contra Los Beps no contra Los Almerías aunque de momento es verdad que el grupo está dejando buenas sensaciones a la espera de que llegue el Anillo, el Anillo de Poder, el Anillo Único para gobernarlos a todos y que según François Top en Yutube (que nunca miente) ya está a punto de coronar la Comarca. Y yo pregunto: ¿por qué no creer? ¡Yo elijo CREER! De momento, y visto lo visto, vaya por delante esta Banda Sonora:

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– Almería: 1 (Arriba España)
– Real Madrid: 3 (Bluffingham (2) y Puficius)

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Partido trampa

Esta es la enésima entrada de Fans llamada «Partido trampa» (bueno, en realidad sólo la cuarta), porque estos partidos de provincias siempre lo son. ¿Qué puede interesarle el Almería a alguien de fuera? Creo que su estadio se llama El Arcángel, aunque también podría llamarse Toñín Pérez y yo no haberme enterado… imagino que será uno de esos recintos apenas aptos para el fútbol, cuyo equipo está en Primera porque tiene que haber 20 ahí haciendo bulto. ¿Los jugadores? Pues supongo que tendrán un carnet donde dice que son futbolistas profesionales, pero sus credenciales no irán mucho más allá; lo normal es que el cuerpo técnico haya hecho el típico patchworkcon cedidos, canteranos ajenos, veteranos y fichajes de saldo para conformar algo similar a un equipo competitivo.

¿Quiere eso decir que el Madrid hará un vini(cius), vidi, vincit? Podría ser, o bien podría también dejarse puntos, siguiendo una ya ancestral tradición. Algo que tienen siempre equipos como el Almería son negros; negros auténticos, del África negra, con certificado de importación y todo, no los fakes nacionales como los hermanos Williams o Adama, que vieron la primera luz en España y a los 12 años ya tenían la Playstation 3. No, estos son negros del Babangán que dos días antes podían estar recogiendo el fresón y que siempre, siempre le cascan algún gol al Madrid para luego no volver a hacer nada relevante en su carrera, en lo que no puede ser más que una demostración de que el chamanismo del continente negro es REAL. Así que si hoy veis pululando por nuestra área a un oscuro mezclado con los nuestros, ese es, con alto grado de probabilidad, el que nos va a joder.

Otro factor es que el Madrid no conoce el concepto «temporada tranquila»: si juega bien y gana con solvencia el primer partido, es más que posible que en el segundo se apollarde, se despiste y se deje puntitos para que los rivales, agradecidos, nos alcancen o superen; son nuestras costumbres y hay que respetarlas. Pero quién sabe, quizá si volvemos a sacar un equipo joven y rápido, y si no se nos casca ningún otro jugador, rompamos el ciclo infernal. Todo podría pasar.

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