Nunca creí, pero ellos sí, y fueron ellos quienes salieron a jugarse las lentejas por segundo año consecutivo en City. Creo que el uniforme madridista se escogió para evocar aquella noche de Redondo en Old Trafford, y fue un acierto; pero sobre todo me gustó el de Lunin, en rojo y amarillo, los colores de la capa de Supermán y de la URSS. Parecía nuestro rubio un portero del Dynamo de Kiev en los 80, de esos que parecían imbatibles básicamente porque no teníamos ni puta idea de quiénes eran. Lunin sigue siendo un portero muy mejorable, pero le pasará un poco como a Casillas: el brillo de una gran noche europea hará obviar sus aún evidentes defectos.
Creo que el Manchester menos famoso tuvo miedo del Madrid diez minutos casi exactos, y eso nos sirvió para marcar el gol a la postre salvador, que si se mira detenidamente es muy bonito y preciso. Sigue así lo que se llama «idilio de Rodrygo con la Champions», una cosa parecida a lo que le pasaba a Benzema. ¿Por qué ciertos jugadores rinden mucho más en esta competición? Seguramente se debe a razones psicológicas, pero el fenómeno ahí está. Lo único malo para el brasilero es que marcó prontito y la gente se fue olvidando de él, si hubiera metido el mismo gol en el 93 habría salido bajo palio.
Sin embargo, al Shitty se le olvidó muy pronto el miedo y procedió a hacer un partido como el del año anterior, pasando a nuestro lado como aviones y llegando antes a casi todos las pelotas. ¿Tema de físico, dopaje? Ok, algo influiría, ¿pero realmente no hay ahí cuestiones tácticas, de planificación, dibujo…? ¿Qué decir de los ultraconservadores cambios angelotianos? Todavía con el 0-1 se podía alegar que era el clásico plan de defender una ventaja con uñas y dientes para salir al contragolpe, pero tras el empate todo eso quedó desnudo: simplemente nos costaba un verdadero mundo llegar a campo contrario. ¿Y los contragolpes? Ni estaban ni se les esperaba. Para mí el partido es un descrédito absoluto de Angeloti (uno más), pero hay quien prefiere achacar todo a que los del Shitty corren mucho («son atletas»), y quedarse con el agónico y feliz resultado final. ¿Realmente queremos revivir este espectáculo en el siguiente cruce con el Celta de Manchester, fiando todo a que los goles no entren de tres en tres?
— Diego González 🇪🇺🇰🇮🇺🇦 (@diego_gon) April 17, 2024
Acerca de ese final, la tanda madridista fue notable. Normalmente esta suerte la gana el menos cansado… y el más fuerte mentalmente. Y aunque el Madrid ciertamente llegó follado, quedó clarísimo quién tenía más despejada la azotea. Mención especial a Lucas Vázquez, quien repitió el numerito de los malabarismos del balón, pero ahora con los pies, e hizo un saludo militar tras marcar. Esa mentalidad es la que le vale unas renovaciones de contrato inexplicables para algunos. Mención también para el tan denostado Nacho, con un penalti impecable tras 120 minutos de tralla, y cómo no, para Rüdiger, roca mental que tomó la responsabilidad suprema casi con gozo. Qué lejanía por ejemplo con ese Bebeto que se escabulló cuando había que fusilar al portero del Valencia…
En fin, fue algo similar a lo de aquella lejana eliminatoria contra el PSV en la que, tras pitar el árbitro el final, Juanito le rogaba «un minutito más». El City tuvo muchos minutitos, pero fue incapaz de superar el muro de un equipo innegablemente inferior; también vale ganar así, y en cierta forma la historia nos devuelve aquella deuda del 88. No fue un milagro (milagro es que crezca una extremidad amputada, por eso no ha ocurrido jamás), pero sí algo tan tremendamente improbable que muy poquitos equipos pueden hacerlo a lo largo de una década (y además necesitan la ayuda del ultracenizo de Malillo). Cambia el perfil racial, el ecosistema futbolístico, cambia casi todo, pero de algún modo el Real Madrid sigue siendo el Real Madrid.
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– Manchester Shitty: 1 (De Bluyffne)
– Real Madrid: 1 (Loldrygo)