Nos estamos haciendo mayores, chicos

Por Jarroson I el Breve

Partido en Cornellá-El Prat, el estadio español que más se parece a un campo inglés: coqueto, caliente y funcional. Además nos arbitraba Mateu Lahoz, un árbitro también de corte inglés que no interrumpe el juego cada noventa segundos. Miel sobre hojuelas. A Barcelona llegamos animados tras el tropiezo del Guaydiosla team, que se dejó dos puntos en los corrales de Gijón. Mou dejó además en el banco a Sergio Ramos, en una acción sin precedentes en un entrenador blanco: la meritocracia pura y dura. Lo demás era el equipo base de gala (con la buena noticia de la vuelta de Pepe), tal vez con la duda de Benzema y Di María. Desde la llegada de Adebayor nos hemos quedado con las ganas de ver juntos al francés y al togolés. La suplencia de Benzemá es también un pequeño hándicap para un delantero que por primera vez en año y medio encadenó 6 partidos consecutivos dentro de una dinámica positiva. El miércoles contra Brasil volvió a confirmarlo.

Cornellá no nos recibió con aplausos, pero tampoco con piedras ni insultos, y eso es justo lo que pedimos. El estadio rebosaba con su público encendido, banderas, cánticos y pancartas. El Madrid salió con la defensa adelantada y el Español ensanchando su línea para intentar tener continuidad desde abajo y desgastar al Real, pero a los dos minutos el partido cambió por completo. En un balón largo del Español, Callejón ganó la espalda a Pepe y Casillas -que tiene un juego de pies mediocre y un saque malísimo pero por supuesto es el mejor portero del mundo-, salió a por el balón con la misma tensión con la que habría salido en una pachanga. Tocó a Callejón lo suficiente como para que el jugador rodara y se fue a la calle.  Pregunto, si el equipo sale con una línea adelantada, ¿no debería también el portero estar al menos 5 metros más arriba de lo normal?

El cambio estaba cantado, Di María fuera (que a la postre descansaría el partido entero), Adán dentro (otra decisión de Mourinho a aplaudir) y el 4-2-3-1 se convirtió en un 4-4-1 o 4-3-2 en función del momento. Özil interior derecho, Cristiano a la izquierda, Adebayor punta. Ahora, si algo bueno tiene haber jugado los últimos 7 años con 10, es que el equipo está más o menos habituado a este tipo de situaciones; la única diferencia ayer era la ausencia de palmas. La expulsión, por tanto no amedrentó a nuestros hombres. Nada más lejos de la realidad: el equipo subió un grado su concentración defensiva y varios puntos el derroche físico.

Tras la expulsión, Khedira tuvo dos oportunidades, un remate de cabeza y un disparo desde lejos que rebotó en Kameni. Al jugar con uno menos, se adivinaba en el equipo cierto apresuramiento, a la mínima oportunidad se chutaba. Marcelo tocó el larguero en un tiro con la derecha. Toda retórica desapareció del juego blanco: aperturas a un toque a Cristiano y balones largos a Adebayor, que cuajó otro interesante partido desahogando a sus compañeros e incomodando a los rivales. Como diría Lillo, “Adebayor es un posibilitador de posibilidades”. Lástima que luego fallara cuatro goles cantados. Habría sido un partido antológico.

La expulsión condicionó positivamente a los nuestros con una excelente concentración, pero en el otro lado de la tele mirábamos incómodos el reloj, apenas 16 minutos. ¿Hasta cuándo aguantaríamos? A partir de los ¾ nunca teníamos hombres, o sólo Adebayor y Cristiano con 55 metros por delante. Hasta que en el 24, con prácticamente todos los protagonistas del partido concentrados en una jugada, el Madrid consiguió el primer y único gol del partido. Adebayor bajó un balón escupido por Adán, Özil no acertó con el control, pero el balón volvió a él, https://youtu.be/gabNGk4z1OQ, que aguantó hasta ceder a Marcelo y éste, en el único fallo de la noche de Kameni, hizo el 0-1. Marcelo lo festejó con júbilo y alegría yendo a buscar agua al banquillo. Mou, profundamente enamorado, le dedicó esa mirada que GesiOH! dibujó unos meses antes. Felicidad blanca.

En los movimientos defensivos el principal marrón recayó en Özil, que ‘dobló’ sus funciones: hacía de Di María en la fase defensiva -ayudando a Arbeloa en el interior derecho- y de él mismo en ataque. A partir del gol el Madrid se estabilizó y el Español pasó a dominar la pelota, pero no el partido, ya que el equipo blanco disponía de alguna contra o jugada peligrosa. Minutos después, Özil aguantó un balón en el medio y pasó a Marcelo, que se la dio a a Cristiano y aguantó hasta que el brasileño finalizó la jugada con un tiro que tampoco puede blocar Kameni. Cristiano a pase de Adebayor y Adebayor a pase de Cristiano completaron las visitas ofensivas del equipo antes del descanso.

Alonso también aportó, con un precioso pase largo a Adebayor que le dejó delante de Kameni. Nuestro nigga, en vez de chutar, se puso a hacer un baile togolés frente al portero y aun así el balón tocó el larguero. El tiempo terminó con el Madrid volcado sobre el Español y firmando una impresionante primera parte. Menciones especiales para Pepe, Özil, Cristiano y Marcelo, seguidos de Adebayor y Arbeloa, que con otro recio partido no hace sino postularse como lateral derecho titular delante de las putas narices de Ramos. Así de crudo, así de claro.


Un tío con lo que hay que tener.

En el inicio de la segunda parte, el guión de los primeros minutos quedó patente con sólo un vistazo.  El Español llevaría la iniciativa, el Real aguantaría y haría de los balones largos hacia la torre de Adebayor o la pradera de Cristiano un lugar perfecto para deshacerse de los jóvenes y correosos peones blanquiazules. En una jugada preciosa, Alonso encontró en una diagonal a Özil, que dejó elegantemente hacia atrás la pelota al togolés con medio campo por delante. La jugada no salió. Desde fuera llamaba la atención que el Español no lograra imponer un ritmo que incomodara al Madrid, siendo como son públicos y conocidos sus puntos más débiles. Por el contrario, le tendió la mano en un correcalles que sólo beneficiaba a los blancos. Si hay un equipo en el mundo que cuenta con futbolistas proclives por sus características al correcalles y se encuentra cómodo en los partidos con altas cargas emocionales, es el Real Madrid. Jugadores que se ven despojados de las pesadas tareas tácticas y armónicas y no hacen sino reforzar su juego anárquico, poderoso, vertiginoso, salvaje: Marcelo, Cristiano, Pepe…

Fue precisamente Cristiano uno de los más favorecidos por el erróneo planteamiento españolista. Con más espacios, más verde para él y menos compañeros cerca, hizo su juego. Pura potencia, puro Cristiano. Una vez que el Real comprendió que era capaz de hacer frente al anodino planteamiento del Español,  comenzó a subir su apuesta, no sin correr algunos riesgos, como un fuera de juego de Callejón que no era y un Alonso al borde de la expulsión. Así, hasta la hora de juego el Madrid llevó un partido relativamente cómodo, pero desde ahí entró en una dinámica algo peligrosa. Ya no llegábamos arriba y el Español ganaba metros, haciendo que viéramos más y más a nuestra pareja de estibadores portugueses. Carvalho apareció poco, pero siempre bien, con oficio por arriba y soberbio en los cruces. Como Pepe. El Doctor Bruce Banner también fue haciéndose un hueco entre los protagonistas del partido cuando sus compañeros más le necesitaban. Perfecto al cruce, corte y en las pérdidas de tiempo. Quiero pensar que el portugués se ganó al menos una buena impresión del Faraón.

Los esfuerzos de Özil y Cristiano en pos de ese estable 4-4-1 defensivo eran cada vez más prolongados, y el equipo comenzaba a pedir un cambio como quien pide un vaso de agua en el desierto. Mourinho, sin esa chabacana braga de Adidas y diría que con el pelo corto, parecía un diplomático en el banquillo y miraba al campo haciendo cábalas. A él le hubiera gustado cerrar el partido con un 0-2 antes de dar entrada a Lass. Pasó el Madrid casi un cuarto de hora sin crear una ocasión clara: Cristiano se la dejó a Adebayor para empujar, y con todo lo largo que es el togolés, no llegó. Minutos después, por fin respiró el equipo con Lass en lugar de nuestro futuro y kherido 1Ö.

Los minutos de la basura sólo sirvieron para que dos fallos clamorosos de Adebayor empañaran su buen partido. Se marchó minutos después dejando la plaza a Ramos, que jugó de interior por delante de Arbeloa lo que quedaba de partido. Lass por delante de Marcelo y la pareja Alonso – Khedira por el medio. Adán por su parte cuajó un partido sobrio a pesar de los nervios y no tuvo excesivo trabajo, en una buena sociedad a distancia con nuestro nigga madafaka’. Seguro que a alguno le tienta que Casillas pruebe un poco de la medicina Ramos. Al menos es segura su ausencia contra el Levante.

El Madrid se encontró ayer de forma involuntaria con otra prueba superada y sigue avanzando enteros a buena velocidad en su recuperación psicológica y emocional para el último tercio de la temporada. Final de Copa y victoria con 10 desde el minuto 2. Sólo queda una semana para la prueba definitiva.

PD: esta vez no hay versión corta para Raymond K y acólitos. Os jodéis y la leéis entera.

– EspaÑol de Barcelona: 0
– Real Madrid: 1 (Marcelo is Real)

Incidencias: Mourinho: «Para mí es un árbitro fantástico y tiene derecho a equivocarse. Un árbitro al que no le gustan los artistas de la piscina.» Pues eso.

https://youtu.be/DYggpWESbVw

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Mou tenía razón: con 23 piernas se juega mejor

Por Julien Jarroson

Partido en el Bernabéu contra la Real Sociedad con unas claras connotaciones administrativas. Durante la semana se mascaban cambios en el equipo tras el partido copero, y del equipo mañanero que anunciaba Indacente reincidiendo en el once básico tras haber eliminado al Sevilla sólo podía esperarse una equivocación. Así fue, y Lass, Kaka’lderón y Adebayor entraron en el once por Khedira, Di María y Benzema. Granero se quedó en la grada. Los que esperábamos descanso para Di María y Cristiano, a Granero acumulando minutos y confianza en el medio y ver a Adebayor de referencia arriba y a Benzema barriendo los espacios creados por el togolés, nos quedamos con las ganas. Pero al menos nos llevamos la alegría de ver de titular a Garay, un central con buena proyección y ligeramente infravalorado en el reparto de minutos en esta temporada y que tras el traspaso de David Luiz al Chelsea adquiere –o debería- una mayor relevancia en esta plantilla para el futuro inmediato. Comenzamos con Özil a la derecha y Kaka’ en la zona central pero jugando unos metros más por debajo de lo que lo hace el alemán, para recibir y colaborar en la descongestión de Alonso, y ayudando a fijar a Lass en su puesto y funciones específicas.

La influencia de Marcelo en este equipo es tan grande que los primeros minutos del Madrid fueron fluidos y volcados a la izquierda, como los discursos de Pepiño Blanco. Poco tardó el Madrid en desvirgar la red txuriurdin: en el minuto siete, Kaka’ en su mejor versión marcó llegando desde atrás tras un rechace en el área después de una inteligente subida de Arbeloa, bien compenetrado con Özil. El brasileño se sumó a la moda de celebrar el gol haciendo un gestito con las manos. Se sospecha que la dedicatoria era para Florentino, el único benefactor irracional que le queda en el club. Luego, para compensar el llevarnos la primera alegría tan pronto, Casillas protagonizó el gag tonto de la noche y casi nos cuesta un gol. Tras ver en el partido anterior cómo Cech salió casi hasta el medio campo con el balón controlado y sin rifarlo diré que Casillas quizá sea el mejor portero del mundo, pero desde luego no es el más completo. El partido de desarrollaba con una facilidad pasmosa gracias a dos variables, una externa y otra propia. La Real es un no-equipo que no puso ninguna resistencia táctica ni física, como si jugara en el Mein Kampf.  De nuestro lado señalaré a tres hombres que desde sus posiciones fijaron y dieron consistencia y solidez a todo el equipo: Kaka’, Adebayor y Garay, las tres novedades.

Con Kaka’ unos metros más abajo (y de forma más natural) que Özil (una posibilidad más en la derecha), el Madrid creó una superioridad numérica con la que era muy fácil jugar cómodo y rápido en el campo de la Real. Lass fijo en sus funciones y sin recibir presión alguna de la Real, más Alonso, Özil y un sorprendente Kaka’, versátil y funcional, es lo más cercano que hemos estado del concepto del tercer volante sin tener que pasar al 4-3-3. El juego de la Real, contemplativo y pacífico, nos ayudó sobremanera a ver por primera vez en mucho tiempo 45 buenos minutos del brasileño. Las otras buenas noticias llegaban a cargo de Adebayor y Garay. Antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora, Adebayor ya nos había mostrado un completísimo catálogo de habilidades. Arriba fijó la atención de centrales y tapones vascos dejando al resto de compañeros una agradable superioridad numérica en la zona de tres cuartos. La presencia del togolés posibilitó, por fin, la apertura de una nueva variable inerte durante todo el año, la segunda línea de llegada: Kaka’ y Cristiano jugaron un tiempo comodísimos. También cayó a banda en asociaciones verdes aún, pero prometedoras, con Marcelo y Özil.

En el fondo del campo, Garay encontraba rápidas conexiones con cualquiera de los medios blancos, y en todo el partido sólo dio un balonazo en largo. Además, se mostró hábil en el corte. El equipo funcionaba bien, mostrando un bonito ejemplo de geometría animada, y en nada quedaban los desesperantes gestos de Cristiano cada vez que perdía un balón. Antes de la media hora, Alonso iniciaba una jugada de combinaciones rápidas entre Kaka’ y Cristiano que permitiría marcar el segundo al portugués, quien tras el arrastre del brasileño se encontró en la frontal del área navegando solo por aguas sin jurisprudencia. Con el panorama despejado, recortó y ejecutó un bello zurdazo seco al primer palo. El equipo se mostraba dulce y armonioso, recuperando la versión 1.0 de la primera parte de la temporada. Gracias a las aportaciones de Adebayor en el frente, descubrimos además a un nuevo Cristiano, más liberado y más Cristiano, que nos deleitó con una preciosa espaldinha, aunque luego no sirviera.

El mejor ejemplo de la armonía global era que dos entes extraños como Lass y Kaka’ no solamente estaban perfectamente integrados en el equipo, sino que además jugaban bien. Señalo por segundo partido consecutivo a Arbeloa, que en pos de su coronación definitiva tuvo alguna oportunidad que no aprovechó. En cualquier caso cumplió de sobra sus funciones básicas, inteligente en sus movimientos, en forma y con la confianza del entrenador. Tapó al talento donostiarra Griezmann, que anoche “no fue nada del otro mundo” y se incorporó con criterio al ataque llegando a poner varios centros aceptables, apoyando la construcción de la jugada desde el interior, etc. Así, lo que a principio de temporada parecía una utopía va tomando cuerpo a la misma velocidad que el salmantino se asienta en el once tipo del portugués. En un club serio, el estado de forma de Arbeloa sería interpretado como una amenaza para Ramos, pero todos sabemos que en este club y en esta particular causa perdida, su buena forma sólo perjudica a Albiol, Garay o al propio Arbeloa, nunca a Ramos. De vuelta al futbol, Adebayor enganchó un pase de Alonso desde el medio en lo que se perfila como otra opción más para llegar al gol. Si con Cesc marcó varios goles así, no deberíamos descartar que de esta asociación llegue algún gol más pronto que tarde.

En los movimientos defensivos del equipo, Kaka’ permanecía paralelo a Lass y Alonso. Apoyó al vasco, se asözió con el alemán y llegó desde la segunda línea. A principio de temporada Mou dijo en una entrevista que no puedes jugar igual si en un equipo tienes a Drogba y Cech y en otro a Casillas e Higuaín. Bobongo debió escuchar esas declaraciones con atención este verano, y resultó extremadamente cómico ver al togolés bajar 15 metros a amortiguar un pase de Casillas ante la imposibilidad del mejor portero del mundo de poner un balón en los tres cuartos del campo. En las llegadas más peligrosas de la Real, Alonso incrustado entre los dos centrales y Lass de pivote aportaban seguridad central y evitaban posibles incorporaciones secundarias de los vascos. Defender más y mejor agrupados (4-4-2) nos dio más seguridad en el repliegue. Salvando la cantada del principio, no vimos el pijama (de dormir) de Casillas hasta el minuto 40. Buenas noticias. En el final de la primera parte el Madrid aumentó la intensidad y estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones, hasta que Cristiano, tras un cabeceo tan académico como el centro de Özil que le precedía hizo el 3-0. Lo celebró de rodillas, con cara de rabia y llevando los brazos con indignación  hacia sí mismo, como si tuviera a D’Alessandro o al Lobo Carrasco encima. Me adelanto al futuro y rompo una lanza por Özil, al que ni Agüero, ni Rooney ni nadie puede quitarle el 10 la próxima temporada. En ocho meses atesora mérito, cariño y antigüedad.


Horas después, la Aguilera lucía lorzas y destrozaba el himno.

Con el partido absolutamente finiquitado, el Madrid siguió en la segunda parte con la misma dinámica. Antes de que el partido entrara en una irrevocable fase muerta, el equipo se dio el gusto de seguir jugando bien aún unos minutos; rápido y ágil, alternando el juego a un toque en el medio gracias a la nula oposición de la Real. Kaka’, otra vez en su sitio, envió la bola al larguero, Alonso acumuló una estúpida amarilla y a partir de ahí el partido planteó la disyuntiva de parar el choque y bajarlo de revoluciones o intentar seguir jugando con cierta intensidad a pesar del cansancio acumulado. A la hora se fue Kaka’ (inexplicablemente entró Di María) y minutos después Carvalho abandonó el campo con una ovación para dejar sitio a Albiol. Entre el carrusel de cambios marcó Arbeloa en propia meta tras un rechace de Casillas, y con 10 minutos para el final oficial del partido Canales entró al campo por Özil. El estadio, como no podía ser de otra manera, se derrumbó en una bochornosa ovación pipera hacia el joven Canales, que debería haber aprovechando todo el tiempo que ha estado sentado este año para saber si quiere ser un Guti o un futbolista de época. El cambio resultó representativo, pues el cántabro salió por Özil, un jugador que insinuaba corte de artista y sin embargo es más competitivo y fuerte de lo que nos muestra su percha. El gol de Adebayor llegó al final, tras un muy buen debut en el Bernabéu. Al togolés le llegó un balón de Di María desde la frontal que controló de forma soberbia, fusilando sin piedad pero con intención al segundo palo.

Tras alcanzar la final de Copa y el buen juego desplegado hoy, el equipo recobrará sin duda algo de moral. Sin embargo, gracias a los vergonzosos amistosos de la putas selecciones casi todos nuestros hombres entrarán en una dinámica física bastante agotadora hasta el cruce contra el OL. Esperemos que los (putos) combinados nacionaes no nos lesionen a nadie y que el equipo pueda permitirse algunas rotaciones para que unos cojan confianza y otros descanso antes de la cita definitiva: Gerland.

Versión corta para Raymond K.: El Madrid ganó a la Real jugando bien.

– Real Madrid: 4 (Kaká, Gitano (2) y Bobongo)
ETA: 1 (Arbeloa de regalo)

Incidencias: Esvástica sabiniana en la manga de la Real.

https://youtu.be/8yED-Jdv78U

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El primero de tres pasos

Por Jarroson desatado

Tras la función de las 20:00 en Almería de los enanos frikitakeros y Bojan, todo el mundo giró su cabeza hacia el único cuadro del torneo en el que había tensión y cierta competitividad. El grupo de las bolas calientes. Real Madrid y Sevilla buscaban sitio en la final tras apear a Atlético de Madrid y Villarreal. Mourinho debió pensar que el partido tenía menos dificultad de lo que dictaba el guión y prefirió perseverar con su método a pesar de los riesgos conocidos y evidentes para todos a estas alturas del año. No cambió el dibujo para oxigenar a un equipo cansado, y nos quedamos sin ver a ese tercer hombre a cambio de la enésima puesta en escena de un Di María desfondado y mathauseniano. Los ultras mostraron un mosaico con un mensaje un poco rancio e institucionalizado: lucha, casta y honor, como si estuviésemos en campaña electoral. El mensaje acertado hubiera sido: con dos cojones y a muerte.

El campo lucía con resplandor, iluminado con esos focos brillantes y un verde casi fosforito. Mou silbaba el himno del centenario, como es él, sin afeitar, con esa braga de Adidas sobre traje y abrigo y con un pelo largo y unas patillas desdibujadas, preparado para el combate. Malas noticias: nada más empezar, en el primer minuto, había más de dos franjas de terreno de distancia entre los dos medios y los cuatro atacantes, obstinados en una presión inútil con un océano a sus espaldas. El partido, por supuesto respiraba tensión en los gestos de algunos jugadores, Navarro, inexplicablemente insidioso y cuasiviolento, le negó un balón de banda a Ramos nada más empezar.

Nuestros hombres, liderados desde la cueva por Albiol y Carvalho, adelantaron en algunas fases del juego la línea defensiva casi hasta el semicírculo central. Tiró primero el Sevilla pero nosotros dimos antes al palo, con un tiro del Fideo que luego Benzemá -en lo que sería un catálogo de hasta cuatro despropósitos- no acertó a meter. Di María y Cristiano, atados con cadenas imaginarias a sus posiciones de interior–extremo, colaboraban como podían. El argentino se coloca en las fases ofensivas de interior, pero no encuentra desdoble en su lateral y el movimiento queda huérfano de lógica, y sobre todo de utilidad, quedando Ángel dando vueltas como una peonza. El balón vuelve a Xabi, a Ramos o traza una diagonal aérea hacia Cristiano o Benzemá.

Cinco minutos tardó Khedira en hacer una de sus múltiples y diversas apariciones durante todo el partido, sirviendo un balón que tras rebotar en el tobillo de Benze se perdió por la izquierda. El juego era ágil y rápido en esos primeros minutos, como si el equipo quisiera recuperar su versión 1.0, pero tras el no-gol de Negredo el ritmo se enfrió. A partir de ahí, muchísimos detalles aislados, y muy poca continuidad. Con Alonso bloqueado en la cueva y Khedira sin autonomía ni coraje para crear ni distribuir, Cristiano, Özil y Di María quedaban estáticos en su búsqueda del balón, muerte por asfixia.

Señalaré el aumento de intensidad de Benzema, sus movimientos de arrastre posibilitando algunas incorporaciones de Di María, el juego entre líneas de Kanouté, y sobre todo el crecimiento de Özil partido a partido. Daba la impresión al inicio del año de ser un jugador de calidad y blando, pero sospecho que es más tenaz y competitivo de lo que parece. A falta de un delantero y a pesar de los intentos de Benzema, cada día más involucrado, los balones aéreos tenían como objetivo a Khedira, con la misión de hacer una apertura rápida a banda (izquierda, Cristiano) y desde ahí buscar la diagonal a Benzema. La mitosis ofensiva del Madrid no está nada madurada y se limita a un sencillo mecano relativamente fácil de detectar y desactivar. La metafase se resume en un pesado juego de pase inocuo entre los centrales y Alonso. Si el balón le llega a Di María  o Cristiano, Di María gira o lanza una diagonal de veinte metros; si le llega a Cristiano, busca a Benzema. Si le llega a Özil, aleluya, factor sorpresa.

El tacticismo del Sevilla daba sus frutos en el bloqueo a Alonso, pero permitía que hasta Ramos, una vez memorizados los movimientos, pudiera apoyar con comodidad desempañando una función postiza de interior en fases muy concretas. En el otro lado, no vimos prácticamente nada a Navas, por lo que no nos queda más remedio que felicitar al opositor y aprobarle un par de asignaturas. Con el partido de ayer, Arbeloa define sus funciones y se gana definitivamente un hueco en el corazón de Mourinho, ese Edén.

Una de las ventajas de los corsés tácticos demasiado ajustados es que cuando se suelta una hebilla se deshace entero sin dificultad. A la media hora, Di María recorrió 30 metros solo y la jugada casi termina en algo interesante. Más acciones llamativas del primer tiempo: en 5 segundos y 50 metros se encuentran Özil, Benzema y Di María lanzando una contra a un toque o dos. Cristiano falla y se queda en fuera de juego lamiéndose las heridas mientras Özil prosigue la jugada. ¿Cómo es posible que un tío que promedia un gol por partido nos ponga nerviosos? Pues con gilipolleces como éstas. Arbeloa subió dos veces en la primera parte. La segunda de ellas, Benzema (creo) arrastró a Cáceres y de esa excelente sincronía el salmantino le  puso un balón con el exterior a Cristiano.


«¡Cuuu-ñaoooo!»

La segunda parte empezó extraña, con Khedira haciendo aspavientos con los brazos como si pidiera el cambio, y Benzema yéndose de sí mismo por la línea de fondo. El Sevilla sin embargo fue cogiendo el pulso al partido y llegó a la última media hora sin que el Real lo tuviera hecho y ellos perdido. Los sevillanos ganaban palmo a palmo cada vez más superficie blanca. Entre el juego de pie de Casillas, desastroso una noche más, se coló en nuestros oídos una de las profecías de Hughes: frotándome los ojos y subiendo el volumen escuché en el campo un terrible “hola gallinero, hola fondo sur…” No supe cómo reaccionar, y Cristiano tampoco, sin una sola acción acertada en su haber en todo el partido.

El Madrid, cómodo en su rol y jugando con el resultado de la ida, dejaba a Alonso los envíos certificados a los delanteros madridistas. Si no era por pase largo del vasco, era con una contra a cargo de Özil, Di María, Cristiano o Benzema. Así sumamos varias ocasiones, casi una por minuto: un tiro de Di María, otro de Cristiano, un centro de Özil que Benze desbarató, otro disparo del francés, un mano a mano de Cristiano… A falta del “tercer hombre”, y tras la cremación pública del capricho anticalderoniano de Florentino cada vez que sale al campo a hacer el ridículo, bueno o muy bueno es Benzema, que ayer firmó otro interesante partido a pesar de los cuatro goles que ayer habría marcado Baúl. No desesperemos. Por fin en un año y medio Benzema lleva unos partidos consecituvos aportando cosas e incrementando su aportación física y táctica. Vísteme despacio, que tengo prisa.

Con el Sevilla físicamente roto y psicológicamente no muy lejos de la fractura, el partido perdió disciplina y ganó en vértigo, ingredientes perfectos para la aparición y lucimiento de Özil. En una contra del germano, Di María culminó desbordando en la izquierda donde este año sólo le hemos visto dos veces, Auxerre y Liga contra el Sevilla. En ambas ocasiones marcó gol. El corte en el medio era evidente y el Madrid defendía con seis. El Sevilla veía el crono correr y a medida que avanzaba el reloj más interesante se ponía el partido.

Hasta que por fin, la recompensa llegó en el minuto ochenta. Júbilo. Khedira completó una (otra) noche  imponente a las sombras y las barricadas dando un pase a Özil que rompió la defensa sevillista en mil pedazos. Özil se presentó ante Varas y cuando todos imaginábamos el disparo, Özil amagó. Para más regocijo se besó nuestra camiseta. Desde la noche de ayer, todos sabemos quién llevará el número 10 el año que viene. El pase de Khedira, bien si es con el partido roto y al final, donde las lagunas de concentración son más frecuentes, sumado a sus incorporaciones desde segunda línea y por sorpresa, me hace desear que Mou convierta al alemán en su proyecto personal. Sigue siendo palpable que tiene aún muchas carencias, pánico a perder el balón, se tira muy poco al suelo a rebañar balones (ayer una vez), poca verticalidad, a años luz del juego posicional del gran e infravalorado Mahamadou, etc. Mou, tienes potencial en él, desarróllalo o gástate todos los años 25 millones.

Desde el gol, nada. Partido finalizado, lesión de Sami, Adebayor, Granero, expulsión sevillista, córner en corto; Lass centra con la izquierda… y Adebayor controla con el pecho y sin saber a ciencia cierta porque en la toma televisiva no se aprecia bien, primero rebana el cuello de Varas con el machete custeriano y luego tira o primero fusila y luego raja la carótida del portero. Custer gritó “¡Bobongo!” y nosotros “¡Custer!” Mourinho hizo el avioncito y rodó hasta los vestuarios.

Importantísimo pase a la final de Copa, porque es el primero de los tres pasos que el equipo debía recorrer en su recuperación psicológica. Quedan los dos partidos contra el Lyon para fijarse un último y definitivo esfuerzo. No obstante, el cuerpo técnico debería evitar la autocomplacencia y tener presentes las múltiples carencias futbolísitcas del equipo independientes del factor psicológico. Preparar la recuperación de Cristiano y Di María, el blindaje ante una baja de Alonso, involucrar a resto de futbolistas emocionalmente, etc. No obstante, no cerraré la crónica sin enumerar las ganancias de este cruce: solidez defensiva a pesar de todo, matiz competitivo del equipo y concentración. La Real Sociedad nos espera ya en estas semanas sin tregua. ¡Hala Madrid!

– Real Madrid: 2 (Özil y Bobongo)
– Cerdilla: 0

Incidencias: Del Niu se volvió a casa con el ano al rojo vivo. Que la chupen, que la sigan chupando.

Videoresumen

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La banda sonora del madridismo modernuki


Nueva ola de Fans del Madrí.

Por Julien Jarroson, aún compitiendo con Segurola

With the collaboration and participation de alfvalera y dick_turpin.

Intro del Socio: Entrada experimental, rompedora y bastante friki, como casi todo en esta péich, que le pone música a diversos aspectos de ese fenómeno sociocultural (y también un poco deportivo) que denominamos madridismo y también de su reverso tenebroso, el farsalonismo. Puede ser recorrida mediante Espotifai o Llutub. ¡Disfrútenla!

Madridismo Underground

1. Santiago Bernabéu– https://youtu.be/JvYy1vTzNpA, “white light, white light goin’ messin’ up my mind, white light, and don’t you know its gonna make me go blind, (…) white light, aww white light its gonna drive me insane”.

2. Karim Benzema – https://youtu.be/e2G8EWy-plM, “if I were to sleep, i could dream, if I were afraid, i could hide, if I go insane, please don’t put your wires in my brain”.

3. Gonzalo Higuaín – https://youtu.be/aZd5MFuKiss, “when I sat down on the bed next to you, you started to cry, i said, maybe if i leave, you’ll want me to come back home”.

4. Fabio Capello – https://youtu.be/sNV1FEQeyxU, “he was leading us thru the dark, he was sayin that ‘love goes on’, (…) I never knew for sure, what a wonderful man he was, (…) what a marvelous man he was”.

5. José Mourinho – https://youtu.be/tFBKV0zVXSE / «Vosotros madridistas, sois los más fascistas» – https://youtu.be/uM4Dv4P6Nwg, «que el blanco sea blanco y que el negro sea negro, que uno y uno sean dos, porque exactos son los números… depende, depende, de qué depende, de según como se mire todo depende.»
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Entre la impotencia y el tedio

Por Jarroson, competidor de Segurola

Partido de liga en el Bernabéu con hasta tres anécdotas de distinta índole. Plebiscito oficioso entre Mourinho y Valdano (Pérez) en la grada que quedó en nada, primer partido con rotaciones serias en lo que va de temporada (Özil y Alonso más los lesionados Khedira, Pepe e Higuaín) y primer encuentro de la segunda vuelta contra uno de los rivales que mejor nos plantearon un partido la primera fase, el Mallorca de Laudrup, el hombre que hizo un futbolista de Granero: todos nuestros respetos. Comenzó el partido con un Madrid lleno de ímpetu y voluntad, usando la clásica formación de este año, pero un poco más elástica que otros días por delante. Las permutas nos dejaron ver a Di María en el vértice de la presión, con Benze a la derecha, tomando notas, Cristiano en la izquierda soltando el gemelo y Kaka’ de diez.

Mou había dado los galones a Granero, y si no fue así, tal vez el canterano salió con aires jerárquicos al oler el perfume de Laudrup en el túnel de vestuarios, como quien unta té con magdalenas, en búsqueda del tiempo perdido. Levantaba los brazos en el medio ordenando a Gago y a Carvalho, y corrigiendo el inicio de jugada anárquico de Di María, un jugador siempre  vertical. La actitud del Madrid era loable y el equipo parecía acalorado y enérgico. Gago y Granero se juntaban en la fase defensiva, porque juntos son lo más parecido a un hombre entero. Nuestro equipo siempre tuvo, desde el principio y salvo fases muy específicas, el control absoluto del partido, aunque ofensivamente vivíamos algo desnortados gracias a la excelente colocación del Mallorca. Cristiano desde la izquierda y Kaka’ en algunas diagonales exteriores intentaron el abordaje externo tras ver, otra vez más, que el equipo por el medio es un desastre, un embudo, una desesperación.

No obstante, el Madrid, sin prisa, seguía insistiendo en el mimo y el control. Carvalho dudó en un gesto y enseguida recibió palabras de Granero, que desciframos con sus propios brazos, “a mí, en corto.” A los diez minutos Di María nos regaló uno de sus slalom, bailes, demostración de bobsleigh, no se sabe. Pero la jugada quedó inconclusa, como casi siempre desde hace unas semanas. Casi a continuación, una jugada a un toque entre Marcelo, Kaka’ y Cristiano nos recordó al gol al Valencia de Ruud en 2007. Sin pausa para respirar, respondió el Mallorca con una contra al palo. Íker recriminó a Marcelo, que le envió al carajo, o eso nos pareció, bajo una mirada estalinista de nuestro capitán.

Aún no habíamos pasado el cuarto de hora y el Madrid ya esta cansado de vagabundear por el medio. Cansados de mendigar, ambos laterales lo intentaron por fuera. A partir de ese instante el ímpetu blanco se diluyó y el partido entró en una farragosa fase comatosa que sin embargo no le impidió dejar de tener el balón y el tempo del partido. Cada vez que vemos a Iturralde frente a Cristiano nos recuerda a ese fracasado de Misfits que una vez dominó el submundo londinense con unos poderes lácteos, envidioso de aquellos que eran más listos, más rápidos, más inteligentes. La única vez en el mundo que un pelota-empollón puede ostentar poder y caciquismo frente al más popular de la clase. Hasta dos o tres veces alzó Cristiano los brazos desde el suelo demandando una explicación. Iturralde a lo suyo, a chupar cámara.

En el ecuador de la primera parte Granero culminó sus oraciones a Laudrup con un pase marca de la casa por encima de la defensa, pero el balón se quedó entre el bosque bermellón y Di María no llegó a verlo. Resultaba ligeramente desesperante la desconexión madridista en los tres cuartos, la alarmante falta de alguien con capacidad para transportar o proteger el balón entre fronteras. Los únicos recursos eran Marcelo y Di María en las alas. El Mallorca, con su doble línea de cuatro en cinco metros y medio nos dejó sin recursos como ya hiciera en la ida. El Madrid empotraba en su área al Mallorca con caricias, sin molestar, con toda la amabilidad del mundo. Nos libró de la desesperación un balón largo de Ramos a Cristiano, que con un taconazo habilitó a Marcelo tras un control con el muslo.

El Mallorca es un equipo serio, ordenado y conciso. Lo veíamos con cada saque teledirigido y kilométrico de Aguate mientras soñábamos saques así en nuestro portero.  Hoy le daremos tregua, porque con dos intervenciones de un punto y medio cada una nos salvó del desastre. El final de la primera parte llegó con el Mallorca merodeando las redes blancas, y Arbeloa con un balón para licenciarse definitivamente, pero rechazando el ofrecimiento del cielo. Pasó, y el balón se perdió entre la madeja y la indefinición. El ritmo pastoso de la primera parte, llevado más por incapacidad de acelerar los tres cuartos que por convicción futbolística, nos volvió a poner de manifiesto muchas cosas. Nos quedamos con dos. Una: el mediocampo titular del Madrid, a pesar de sus defectos, no tiene recambio. Y dos, no sólo no tiene recambios sino que le falta un tercer hombre. Alguien con capacidad para el ofrecimiento, la conservación y la movilidad.

Para el inicio de la segunda parte Mou no nos defraudó. ¿Cuándo lo ha hecho? (En Almería). Fuera Gago y Kaka’, dos futbolistas insustanciales e inútiles que ni están ni se les espera a pesar de lo más o menos que puedan aportar en los minutos de la basura. Cuanto antes acepte el Presidente que uno de sus juguetes no está para nada, mejor para todos. Dentro Özil y Alonso, y el equipo subió dos tonos de un golpe. Comenzó amenazándonos Webo, con ese aire osasunista que tan malos recuerdos nos trae. A pesar de su disparo, la entrada de los dos jerarcas dio más cuerpo y llegada al equipo. La conexión Alonso-Özil fue simple y sencilla: con el Mallorca unos metros más atrasado, el balón viajaba sobre una línea imaginaria AÖ. El tolosarra aportó mucha presencia en los primeros minutos de la segunda parte y descargaba continuamente a nuestro fantasista más fresco, que repartía, cabalgaba y urdía aleatoriamente.

Pero antes de la hora de juego vimos un gesto definitorio del estado del equipo y del trabajo que queda por hacer: Özil envió un balón a Cristiano en la izquierda, pero no le siguió, se quedó parado. Fatiga no era, puesto que acababa de salir. Ese gesto evidencia de falta de automatismos eficaces en el equipo. Eso, y la desastrosa segunda línea que (no) tenemos o no sabemos utilizar (Di María, Özil y Cristiano siempre van adelante, más el delantero, y Xabi – Sami están obligados a cerrar las puertas. Al menos uno de los tres debería quedarse descolgado.) Es lo que nos separa del Barcelona, y no el tikitaka.  Movilidad y creación dinámica de espacios. El Barcelona –amén de la superioridad con Alves de interior- duerme la jugada hasta que acelera en tres cuartos con una movilidad continua entre Pedro, Messi, Villa e Iniesta. El tikitaka under ¾ no es el problema ni el debate, sí la fase ofensiva. Eso le falla a este joven equipo. Repetimos: movilidad, creación dinámica de espacios y utilización de segunda línea.

De vuelta al partido, disculpas, poco que contar. Cristiano abrió bellamente entre líneas a Di María e Iturralde obvió una mano mallorquina en el área. Lo peor de todo, sin dudas, esa urgencia instalada en el equipo, desde el Villarreal de forma más clara, o tal vez desde el Sevilla, más subconsciente. Hasta que por fin Granero coronó un –como mínimo- aceptable partido devolviendo la cortesía de Almería a Benzemá, que en un sutil gesto ronaldiano, sin tocar el balón, se posicionó sobre él y con la izquierda batió a Aguate. Otra pequeña joya del francés, decidido a no marcar demasiado pero a marcar preciosos y delicados goles. Tras el gol Mourinho quiso cerrar el partido cambiando a Granero por Lass. No creo que el cambio saliera especialmente bien, ya que Granero estaba jugando con criterio y el partido no reclamaba dosis excesivas de músculo. El Mallorca tampoco es un rival demasiado duro, y sin embargo el partido se convirtió en un correcalles sin sentido y peligroso desde la entrada de Lass. Otros noventa minutos para Ángel, que siguió recortando en una baldosa a los jugadores del Mallorca y hasta a Benzema, que acompañó a los defensores tras el enésimo quiebro del Fideo.

El Madrid sin la urgencia del gol llevó el partido a una insustancialidad desértica mientras pasaban los minutos. El esquema era algo así: total control medular, adornos en los tres cuartos y remiendos para tirar. Ni Cristiano encontraba huecos ni los defensas le dejaban encontrarlos. A veinte minutos del final, un gran control de Benzema a pase de Alonso anulado, y pase con el exterior de Cristiano, que culminando una contra le envió el 2-0 a Benzema. Aguate, buen portero, salió y atrapó. Luego el portugués intentó desquitarse con un tiro que salió rondando el palo y los guantes del portero. El final acechaba, y el Mallorca no inquietaba demasiado. Una demostración de street football entre Di María, Ozil y Alonso terminó con un balón bombeado de Cristiano al larguero. Iturralde perdonó tal vez la expulsión de Ramos, y el Madrid, con el Mallorca a punto de entregar las llaves, rondaba el segundo y definitivo gol. Lo tuvo Benze en dos ocasiones, pero hizo “miau”.  Hasta que Casillas no le sacó el segundo balón a Webo no respiramos tranquilos.

El equipo dispone sólo de dos días para dar a nuestros amigos sevillanos un discurso en portugués de noventa minutos que nos acerque a una final de copa siete años después.  Se sospecha que el sistema Copa será parecido al sistema Champions. Sevilla será una dura prueba en sí misma que además nos dará pistas sobre el equipo de Lyon, fecha definitiva para la restitución moral del equipo. ¡Hala Madrid!

– Real Madrid: 1 (Colombian’s Idol)
– Mallorca: 0

Incidencias: Atronador apoyo al míster.

Videoresumen

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Los experimentos para Valdebebas y entre semana

Por Jarrosón el sabrosón

Pase lo que pase este año (esta ligeslatura futbolística) siempre hay noticias más o menos novedosas y pertinentes en torno al equipo, al club, a la plantilla. En Almería, por suerte, nadie nos llamó canallas y el debate se centraba meramente en lo futbolístico. Benzema se caía del once y entraba Kaka’ con todas las dudas, recelos y frustraciones que eso conlleva a todo el grueso del madridismo. ¿Sistema demasiado inestable? ¿Poco compensado? ¿Eficacia del falso nueve satélite? ¿Para cuánto y cómo está Kaka? Sea como fuere el once podría haberlo firmado el mismo Custer. Cuatro hombres atrás (defensa 80% española más Marcelo), Alonso a los mandos, Khedira a la escuadra, cartabón, rezos, compensaciones y paciencia; y arriba, el caos controlado y descolocado: Özil, Cristiano, Di María, Kaka’. Más tarde lo supimos, la primera mourinhada acababa de ver luz. Y qué mejor que vestirse adecuadamente para las ocasiones importantes. Casillas salió con su horroroso pijama de dormir y los jugadores con las camisetas suplentes, puro extrarradio.

En su dibujo inicial el Madrid recordaba preocupantemente a algunas épocas pasadas llenas de excesos tácticos, con un dibujo muy descompensado, una especie de 4-2-1-3, Kaka’ entre los medios y los delanteros y Özil con un nuevo pasaporte y nueva demarcación. Arbeloa, adelantado en la línea media, daba la sensación de querer reforzar la contención del equipo. Kaka’, siempre cerca de alguien enseguida recordó los minutos frenéticos contra el Villarreal, no por el ritmo, sino por el embudo. Casi cinco minutos nos costó discernir el dibujo. Kaka’ en el medio, Özil delante, móvil, Di María en la derecha y Cristiano en la izquierda.

Empezó aplicado el Real, con la llamada salida lavolpiana de balón, como dicen los entendidos (o los freaks), y pasando la línea media, la alegría custeriana, los dados en una mano, y lo que saliera en el tapete, esperando una inspiración. Ante la aceptable disposición del Almería (la mejor junto al Mallorca sin contar el día del holocausto), que no nos castigó con una irritante superpoblación en el medio, sino con una excelente colocación, Özil bajaba a recordar lo que era el tacto del balón. Uno o dos toques, pero sin una dirección clara. Viendo las dificultades de Albiol, y conociendo el dibujo táctico, nos preguntábamos si no hubiera sido más apropiado salir con Garay, al que se le supone una mejor relación con la salida de balón.

Los dos hombres acreditados para dar cordura al balón este año han sido Özil y Alonso. No contamos a Marcelo, salida alternativa y hasta el año pasado casi secreta. El vasco estaba demasiado atrás y Özil demasiado perdido, por lo tanto el equipo carecía de guión y mostraba una plana redundancia a la hora de crear o imponer un criterio a la primera parte. El primer tiro serio del Madrid llegó a cargo de Cristiano, pasado el primer cuarto de hora. El Almería, con la presión alta anuló el efecto Xabi, y el recurso era filtrar pases para que Kaka’ intentara girarse sobre sí mismo. El Madrid, demasiado vertical en la fase de salida de balón, terminó de anularse con su propio dibujo. Lo mejor de todo eso –pensábamos- es que si nosotros ya lo habíamos visto en 20 minutos, Mourinho llevaría trabajando mentalmente en ello un buen rato. Di María, físicamente abrasado y extenuado (nunca lo hemos avisado) estaba completamente out del partido, con toma de decisiones lentas, poco congruentes y equivocadas. Albiol tampoco estaba excesivamente fino, más lento de lo que le recordábamos. A la media hora Ramos, en una agradable versión de central, arrancó con ímpetu desde la cueva y pasó a Cristiano, que obtuvo un córner. Eso fue lo más cerca que estuvimos del gol.

Tenuemente el Madrid comenzaba a llegar, y cada balón tocado por Di María era una confirmación: necesita aire y reposo. Llegados al mes de enero, con el club envuelto en las rebajas, jugadores mundialistas extenuados y lesionados, muy poca gente del banquillo nos ofrece las confianzas que nos ofrecía en Septiembre. Khedira, a sus labores, iba recuperando los balones sin dueño del medio, pero nada más. Muy representativo fue un barullo en el área antes del descanso: Özil tuvo que acudir al rescate atándose el balón al pie, ni Cristiano, ni Kaka, ni Di María supieron qué hacer. La jugada terminó en una rabona sin mucho sentido de Cristiano. Tras gozar el jueves pasado de un arbitraje inglés en Copa, ver por encima dos partidos de Premier y pasar luego a Pérez Lasa y su cuadrilla panchovillesca, nunca podremos abandonar la sensación de que al menos dos tercios de los linieres y colegiados son, en una gran mayoría ex marginados de nuestro sistema educativo. Deslucidos, rencorosos, feos, mediocres, equivocados, autoritarios, acomplejados… muy malos.

El Madrid, embotellado como contra el Villarreal, renunció a la inútil y fallida cocción lenta, y tanto Marcelo como Arbeloa intentaron atajar con aperturas exteriores a los extremos. Buen recurso que de poco sirvió. Además, volvió a recordarnos que atacar con muchos no tiene por qué significar atacar bien. Así agotamos la primera parte, acostados sobre el Almería. En ese barullo ni el Madrid inquietó al Almería, ni el Almería al Madrid. Todo transcurrió en el correcalles diseñado por Mourinho sobre los últimos 35 metros en los que se juegan y ganan los partidos, pero apenas comprendimos nada. 45 minutos de dominio territorial y moral, pero sin hilo conductivo ni pruebas que mostrar en un tribunal. Sensaciones que flotaban en el aire, y nada más.

En la segunda parte continuaron las mismas sensaciones que en la primera. El equipo seguía vagando en una ambigüedad y una impotencia táctica y física ligeramente preocupante, y Albiol tocaba más balón que Özil y Kaka’, sintomático. En una de las primeras llegadas de la segunda parte, Arbeloa, decididamente el comodín que puede salvar a Ramos de la mediocridad del lateral, centró y todos los atacantes del Madrid (4), como moscas, fueron al balón, olvidándose del rechace, y los dos medios, de la segunda línea. Con todo el panorama ofensivo, a Xabi y Sami les fue imposible coger un taxi.

Además de esos males pasajeros, el Real tenía otros más serios. Cero movilidad en fase ofensiva, cero definición. Pérez Lasa seguía irritando con su peculiar forma de pitar, y por fin Mou nos sacó del tedio en el minuto 53. Retiró a Kaka’ por Benzema y con el cambio fijamos las posiciones de ataque volviendo al 4-2-3-1 tradicional, que tras la broma macabra del 4-2-4 o lo que cojones fuera eso, fue hasta bienvenido. El mensaje está claro, Mou necesita un 9 y con remiendos como el de hoy es muy difícil atacar cotas mayores. Tras la redefinición táctica, Alonso le puso el balón del 0-1 a Ramos, que no llegó. El Madrid sin embargo empujó otros 10 o 12 metros más al Almería, pero de nada sirvió puesto que al minuto el Almería hizo el 1-0 en una jugada que nos hace pedirle definitivamente a Khedira que aprenda a tirarse al suelo alguna vez. Ramos amagó con un penalti y en el descuido alguien marcó. Al minuto siguiente del gol, un jugador del Almería yacía en el suelo: el otro fútbol. Mou siguió con su metamorfosis táctica, Granero y Carvalho dentro, Marcelo y Albiol fuera. Nos quedamos con una defensa de tres centrales: Arbeloa, Carvalho y Ramos, con Di María de carrilero izquierdo y Granero de interior, Alonso y Khedira en el medio y Özil, Cristiano y Benzema arriba.

El Madrid se volcó con convicción pero sin mucho que decir, hasta que por fin, 15 minutos después del gol andaluz, Granero culminó en la escuadra una bonita contra del Madrid, donde Benzema volvió a estar acertado aguantando y pasando. Hay gente que lamenta haber nacido 15 años tarde, o en un cuerpo que “no es suyo”; ¿nació Benzemá en una demarcación equivocada? A partir de ahí poco más pasó. El Madrid, completamente volcado en el área rojiblanca, pero sabiendo todos que hoy no sonaría la flauta. Un slalom de Cristiano, un par de penaltis de los que no se puede hablar por «el señorío» (de los cojones), un balón al larguero, Di María extenuado, seco, exhausto, jugadores del Almería rodando por el suelo…

Lo dijimos contra el Villarreal (“el Madrid no puede permitirse ganar todos los partidos desde Enero a golpe de pulmón”) y lo avisamos mucho antes (“el papel del hombre 12 al 15 será muy importante en los meses de Enero y Febrero”). Llegados a este punto nos encontramos con dos partidos seguidos recurriendo al 5-3-2 / 3-4-3 y con Canales, León y Mahamadou desaparecidos, Lass a su puta bola, un solo falso 9 en la plantilla y con Kaka’ (combina lo peor del baulismo: futbolista de connotaciones (políticas), más problema (táctico) que solución (futbolística), como primera pieza del puzzle de las presuntas soluciones y alegrías. Mourinho tiene mucho que pensar y decidir en estos días. Al menos este partido habrá servido para que los próceres encorbatados se decidan a traer a nuestro entrenador lo que les pide.

– Almería: 1 (Un panchito muy feo)
– Real Madrid: 1 (Granjero)

Incidencias: A los jugadores del Almería les duelen muchísimo las patadas cuando están puntuando. Puros machos.

Videoresumen

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