De cómo el Madrid ganó la Décima gracias a la psicomagia de Von Rothbart

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Por Von Rothbart

Queridos putitos y putitas, fansistas todos. Seguro que muchos os habréis preguntado cual ha sido el motivo de la larga ausencia del Divino de los Huevos Pelones Empolvados en Talco de este antro de perversión y vicio, de este reducto de fascistas, alcohólicos, puteros, facinerosos, drogadictos y gentes de mal vivir en general. La respuesta es muy sencilla: En mi última Encíclica a los Fansistas del 31 de Diciembre del pasado año, que algunos simplemente se tomaron como una sarcástica e irónica parodia de los mensajes navideños que inundan las televisiones en esas fechas, señalaba subrepticiamente cuál sería mi línea de actuación en pos de la consecución del Santo Grial de la Copa De Europa, y a la vez dejaba claro que la clave de toda esta Cruzada Personal sería una bella palabra, Desesperanza.

Al igual que el que persigue su propia sombra por muy rápido que lo intente jamás será capaz de atraparla, el fansista debía dejar de perseguir su anhelo más íntimo, la Décima. Detenerse y esperar a que el sol del mediodía le iluminase y de esta forma la luz se proyectara perpendicularmente sobre su cuerpo. Es entonces cuando la sombra se convierte en uno, y uno en la sombra. De esta forma, el deseo será alcanzado, el objetivo logrado, la sombra atrapada. Por tanto, había que dejar de correr, dejar de desear.

La teoría estaba clara, pero carecía de las habilidades espirituales de alcanzar lo que deseaba sin desearlo. Tenía que ampliar mis conocimientos psicomágicos. Me reuní en París con mi Maestro Jodorowsky. Fueron varias sesiones de Tarot en un coqueto café del barrio de Montparnasse, madrugadas de sesudas discusiones filosóficas mientras caminábamos por las orillas del rio Sena entre botellas de vino barato y cigarrillos liados a la luz de la luna. Una noche terminamos en un infecto lupanar del extrarradio parisiense. Tendidos y desnudos en un sucio camastro repleto de chinches, piojos, ladillas y un completo muestrario de fluidos orgánicos de los peores especímenes humanos, mientras una gigantesca puta samoana nos masturbaba con su exquisita técnica manual, le pregunté al Maestro por el Gran Secreto, por cómo debía de actuar en esta nueva aventura para que mis rituales psicomágicos tuvieran más éxito que en cruzadas anteriores.

Y esta fue la respuesta: Un psicomago es como un buen arquero que lanza la flecha de sus sortilegios en busca de la diana de sus deseos. Sabe tensar la cuerda, calcular la distancia, la dirección y velocidad del viento, controlar su respiración y soltar la cuerda en el momento justo para que la flecha se dirija inexorablemente al centro de la Diana. Pero, a veces, el vuelo de la flecha se ve inexplicablemente desviado por las corrientes negativas de ciertos individuos dotados, pero ignorantes de su poder. Seres por lo general inofensivos, como el Niño Con Cuernos, que tienen la rara habilidad de convertir sus deseos en auténticos vórtices de negatividad y desgracia. De esta forma, si en el momento de soltar la cuerda del arco, aparece el Niño Con cuernos rascándose la nariz y pronunciando su frase preferida (“Al tiempo”), la flecha desviará su trayectoria, y cual boomerang volverá al arquero, clavándosele en los huevos.

Fue entonces cuando nos corrimos simultáneamente. Dos chorros de semen salieron de nuestros miembros y describieron una bonita parábola cruzándose en el espacio como arcoiris blancos. Sin lugar a dudas había entendido el mensaje. Por tanto, debía de actuar desde la invisibilidad, oculto entre las sombras; nadie debía de conocer cuáles eran mis intenciones para evitar que sus poderosas -por ignoradas- y siniestras influencias psíquicas pudieran dar al traste con mis rituales. Otro fue el consejo que me dio mientras vaciábamos nuestras vejigas en un oxidado orinal: según el Maestro, si quería tener éxito, además de la invisibilidad debía de recurrir a la penitencia, pues sólo el que se autosacrifica por una causa noble es merecedor de alcanzar la materialización de su deseo. Debía renunciar pues al amor mercenario, al chotis de los retretes públicos, al tango lúbrico de las pensiones, a la bucogenitalidad y a la gracia anal, debía de renunciar al alcohol, a la cocaína, a la heroína, a la ketamina, al DMT, al LSD, a los churros con chocolate y a la manteca colorá. Renunciar a todo por lo que la vida merece la pena ser vivida.

Dicho y hecho, me planté en el desierto de los Monegros para comenzar mi vida de penitente. Fueron días duros de sufrimientos y calamidades en parajes desolados y yermos que te hacen reflexionar sobre la levedad del ser y la infinitud del universo, pero esa es otra historia. Después de varias semanas de caminar sin rumbo y a punto de perecer de inanición (la carne de los perros abandonados era mi único alimento), me topé con un viejo puticlub de carretera que había vivido épocas mejores, y que ahora tan sólo era una demostración de cómo el Tiempo lo destruye todo. Un destartalado inmueble perdido en medio de la nada y en cuya fachada sólo aguantaban unas pocas letras de neón A V D A R A A S. Cansado y exhausto, mientras contemplaba el caprichoso juego de letras e intentaba averiguar cuál era su nombre original, tuve una revelación: Si ordenaba las letras de una determinada forma se podía leer el nombre del Valhalla fansista, la City of Paradise que cantaba el cocainómano pelirrojo. Sacando fuerzas de flaqueza, y presa de la emoción, comencé a cambiar las letras de neón de la fachada hasta que logré que se pudiera leer VARASADA.

Llanura de Monegros

La Ciudad de los Deseos: donde Custer, mi amado Padre, caza ballenas y tiburones en mares embravecidos y depués, refugiado en su camarote de las frías noches polares, relee a los clásicos; donde el Socio triunfa como actor principal en musicales de Broadway; donde Facun es Premio Nobel de Medicina después de encontrar la cura a la eyaculación precoz con las “güevas” de siluro, donde el Tío Lucas y Basilio comparten ex aequo el premio Nobel de la Paz; donde Kojiro triunfa en la televisión como la versión masculina de Eva Nasarre y pone de moda las canisetas con redesillas; donde Hilde regresa a la soltería y los coñejos nórdicos vuelven a sentirse dichosos; donde Mr. Bungle moja las bragas de madres e hijas como cantante crooner de baladas metal, donde ColombianoMasturbista es un picapleitos que contrae el SIDA por follar con monos aulladores de la selva colombiana sin protección y es condenado a prisión por estafar a quinceañeras y retrasados mentales con su ONG “Salvemos a Casillas”, que utilizaba para blanquear el dinero obtenido con el tráfico de coca en botes de conserva caducada, y comparte celda y retrete con Crichton, un médico encarcelado por inyectarse morfina y practicar la necrofilia en el tanatorio durante las horas de servicio; donde Ang-L es campeón mundial de boxeo en el Torneo de la Plaza de Los Cubos por incomparecencias de los rivales; donde enacid, después de recopilar y predicar las palabras de San Nicolás, funda la Iglesia Rothbartiana cuyos miembros intentan alcanzar la iluminación a través del sexo anal y la ingesta de hongos; donde el Marques de Albacete deja de ver los toros desde la barrera y se convierte en torero folla peperas; donde Flanker es Gigoló de divorciadas, solteronas y viudas piorréicas; donde Erik después de provocar una masacre en Alcohólicos Anónimos se marcha a un faro, con su perro, su rifle y su jamona extremeña; donde el Gato de Cuatro Caminos es nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua y al día siguiente expulsado por comportamiento violento y paranoico; donde Miki el Mikingo es un conocido tipster deportivo y consejero sentimental que reparte felicidad a todos aquellos que hacen lo contrario de lo que dicen sus predicciones y consejos; donde el Mastuerzo arroja la Bomba una y otra vez y VARASADA se destruye y se crea eternamente a lo largo del tiempo y del espacio.

VARASADA, El Templo del Sacrificio, el Paraíso Fansista y CriptoLupanar donden la penitencia del Divino tendría lugar. Fueron días de Vida Sencilla: ese concepto de más por menos que reivindica la belleza de lo simple; un movimiento de lo más cool entre hipsters, hippies de boutique, gilipogres, buenistas, novias de culerdos, Jarrosones, Hughesianos y demás sectarios new age, con el matiz de que hace dos siglos, alimañeros, cazadores, ladrones de ganado, buscadores de oro y pescadores, es decir, hombres de verdad como mi querido padre, el General custer, ya confiaban en esa armonía cósmica. Como diría Jeremiah Johnson: “Tenía suficiente sal, azúcar, café, tabaco, un saco de veinte kilos de harina, mil cartuchos de munición, semillas, nueces y frutas secas, una salud perfecta y una polla descomunal. ¿Qué más, les habría preguntado a los filósofos, podía desear un hombre? Y todo aquello era gratis”.

Otra extraña revelación tuvo lugar en el viejo puticlub: en una de las habitaciones donde se traficaba tiempo ha con goces y fluidos encontré, debajo de un mugriento colchón, un amarillento ejemplar de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola entre condones y jeringuillas usadas. Entonces recordé las palabras que me dijo mi Padre cuando me echó del cortijo: «Lee a San Ignacio, hiojoputa”. Lo tomé como una nueva señal en el camino. El otro consejo que me dio, por si alguno le interesa, fue: «Nunca te corras dentro de ninguna rajuda”. Comprendí que los senderos para alcanzar la Gracia y la Iluminación son infinitos, ya que en realidad son Uno sólo. Budismo, Cristianismo, Madridismo, Chaperismo, Politoxicomanía, son distintos caminos que conducen todos ellos al mismo lugar, y por tanto no existe diferencia alguna entre cumplir escrupulosamente los ejercicios de San Ignacio, cocinar la 1001 recetas de Simone Ortega o recitar OHM mientras te masturbas desnudo entre tus heces hasta caer desmayado.

Estos días y noches de rutina y penitencia, de soledad, mortificación y ejercicios espirituales sólo se veían alterados cuando, tras largas caminatas de muchos kilómetros, visitaba la Biblioteca Municipal del pueblo más cercano para comprobar los progresos del Club de nuestros amores y desvelos, y examinar qué corriente psíquica se estaba desarrollando en el Fansismo, ya que, como muchos de vosotros entenderéis a continuación, ambos están indisoluble y mágicamente unidos. Curiosos fenómenos meteorólogicos comenzaban a tener lugar en Camelot: los añejos Vientos del Triunfalismo, como el Levante Benitoflorista o el Mistral del Centaurismo, a los que estúpidamente confiantes los marineros fansistas se habían encomendado, arriando las velas de sus naves, esos vientos traidores que siempre terminaron conduciendo al fansismo a los arrecifes y acantilados, a los naufragios más dolorosos, comenzaron a amainar y una nueva brisa refrescante comenzó a soplar: el Viento del Cagazo. Las antiguas canciones putoamistas de estribillos estúpidos como “Con el Pito nos lo follamos” que canturreaban los piratas fansistas mientras remaban inexorablemente hacia al desastre daban paso al característico sonido de la mierda líquida cuando es expulsada con fuerza por el esfínter anal. El Cagazo, la Diarrea, la descomposición intestinal que aparecen cuando el Miedo y la Desconfianza hacen acto de presencia en la psique humana.

Y, sin embargo, queridos Niños, cuanto más abrazábamos los vientos del Cagazo y la Brisa de la Hiysteria, más cerca estábamos de alcanzar la otra orilla, la Puta Gloria. Así son de misteriosas y caprichosas la corrientes psicomágicas. Mentiría si no reconociese que en un momento estuve a punto de renunciar a mi penitencia y regresar a mi antigua vida de drogadicción, carnalidad y desenfreno. Ocurrió precisamente en el partido de vuelta frente al Forussia, pero entonces empleé mi vieja técnica (que recomiendo a todo fansista que alguna vez se encuentre en una situación comprometida) de meterme el dedo índice en el culo y cantar con toda la fuerza de mis pulmones el Glorioso Himno del Club Blanco. El resultado fue, como todos sabéis, que la banda de gayers fashionistas de Psychoklopp se estrellaron una y otra vez frente a un invisible muro psicomágico. El Madrid pasó la eliminatoria, y cuenta la leyenda que la cantidad de mierda contenida en los calzoncillos de los jugadores blancos atascó la lavandería de Valdebebas.

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Estaba escrito que la Cruzada blanca debía de continuar su tortuoso camino a través de tierras germanas. La Diosa Fortuna estaba obligada a escuchar el viejo deseo del General Custer. Y así se desarrollaron los aconteciemientos: el Bayan rival en semifinales. La Venganza debía de ser consumada, La Bestia descuartizada, el Tiburón cazado, el Mojón soltado y el Culo limpiado. Pero en esta ocasión necesitaría algo más que un simple manual para jesuitas. Regrese a la civilización desde el desierto, con mis harapos, mi barba y mi polla tiesa. Un hombre feliz, que lo era porque sabía que tenía una misión gloriosa que cumplir. Debía de ponerme en contacto con el Socio, pero no de una forma convencional como en ocasiones anteriores, forma que había resultado inútil. Debía de hacerlo de una forma sibilina y astuta, sin que se diera cuenta. Debía por tanto acceder a su subconsciente con el objetivo de influir en su voluntad. Como experto onironauta que soy, y seguidor acérrimo de las teorías del sueño lúcido de Stepehen Laberge, no me resultó nada difícil acceder al mundo onírico del Socio: tan sólo tuvo que concentrarme, justo en el punto en el que la vigilia da paso al sueño, en el puto Festival de Eurovisión. Y allí aparecí, en un extraño festival de Eurovisión en blanco y negro y calidad low-fi que se celebraba en un país de detrás del telón de acero, y donde el Presidente del Jurado y Secretario del Politburó del Partido era el temido Marius Putin, un dictadorzuelo de voz melosa pero puño de hierro, que se había propuesto premiar a la representante rumana, una rajuda de melena cobriza y pechámen King size, no por sus nulas dotes artísticas, sino con el objetivo de follársela en los camerinos para hacerla primera dama y madre de sus hijos comunistas.

En el sueño conseguí tener una entrevista personal con la versión sovietorínica del Socio tras sobornarlo con unas copias en 35mm de musicales norteamericanos de contrabando. Gracias a mi persuasiva labia, y por qué no reconocerlo, a una buena dosis de burundanga, logré convencerlo que premiara en lugar de a la jaca eslava al representante español, un ser barbudo de nombre artístico Roberto Flanco, un gallego extraño que concursaba con una fantasmagórica versión de un tema de Julio Iglesias con gaitas y zambombas y acompañado a los coros por un grupo de milfs ferrolenses de dientes amarillos y carnes fofas. Aún dentro del sueño, y debido a la sobredosis de burundanga, una descomposición intestinal obligó al Socio a pasarse el resto del concurso eurovisivo en los camerinos yéndose por la pata abajo. Y, os preguntareis, queridos cabrones, ¿qué tienen que ver todas estas disparatadas situaciones oníricas con la realidad? Si habéis visto un engendro cinematográfico titulado “Inception” comprenderéis el objetivo de todo esto: se trata de sembrar una idea en el subconsciente de una persona, de influir en su voluntad a través de una siembra de símbolos cuando la mente se encuentra fase REM.

Así fue como en primer lugar, para sorpresa de propios y extraños, el Socio -con un inesperado espíritu democrático- sometió el indulto de Flanker a la votación de los fansistas, indulto que fue concedido porque el fansismo es consciente de que la baraka de Flanker es como la leche de Peter North, inagotable. En segundo lugar nos obsequió con varias entradas referentes a la semifinal con un inusitado respeto, por no decir auténtico cangelo hacia el puto Bayan. La Hysteria y el Cagazo seguían inoculándose en el Fansismo y eso era una buena noticia. (Bueno, también tuvo un efecto no deseado: la tremenda cagalera en los camerinos le impidió al Socio conocer a la mujer de sus sueños, que traducido a la realidad quiere decir que el Gran Fumigador tendrá que seguir recurriendo a clubs de vicio y soledad posmoderna como el Badoo o el Meetic. Sorry, querido Mario. Todo sea por el bien del madridismo.)

Pero el Bayan no era un simple equipo de fútbol: era el temido tiburón del que mi padre siempre me habló. Un Leviathan con un maricón catalán en sus entrañas: un tipo que además de su conocida querencia por los objetos cilíndricos, sean pollas o jeringas, reunía siete de las nueves señales del hijoputa que Cela señaló en la última novela suya que merece la pena ser leída, “Mazurca para dos muertos”. A saber: La primera es el pelo ralo, la segunda la frente buida, la tercera la cara pálida, la cuarta es la barba por parroquias, la quinta son las manos blandas, húmedas y frías, la sexta es el mirar huido, la séptima la voz de flauta, la octava es el pijo flácido y doméstico y la novena señal del hijoputa es la avaricia. Y esta avaricia era la más característica de sus señales. Una avaricia irrefrenable, inagotable, irracional, es decir, profundamente catalana. Esta avaricia catalufa, unida al odio africano -envidia mal digerida y peor camuflada- que siempre han sentido los bavieros por nuestro amado club, hacían que fuera el rival más temible que podíamos tener. Me vi obligado, por tanto, a usar mi imaginación y actuar de forma contundente. Fue entonces cuando se me ocurrió incendiar la Kuben Platz. Desde aquí mando un saludo a los chicos de la Menetérita que seguro que nos leen.

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La teoría estaba clara: si la Bestia germana eliminaba al Madrid, se produciría una masiva ola de suicidios entre los fansistas, que no pudiendo soportar tanta vergüenza, dolor y sufrimiento se prenderían fuego en su sagrado templo, se quemarían a lo bonzo en la Kuben Platz. Como todo el mundo sabe las causas determinan los efectos, pero como casi todo el mundo ignora los efectos también pueden influir en las causas. Cualquier borracho de pueblo, yogui vispasano, físico cuántico o drogata «de papela y descampao” ha experimentado la doble direccionalidad del tiempo y sabe que éste no es lineal, es pura subjetividad mental que avanza tanto hacia adelante como hacia atrás, y que pasado y futuro pueden influir en el presente. Por tanto, si quiero actuar sobre la causa debo hacerlo desde el efecto; de esta forma la causa se convierte en un nonsense y queda desarticulada para condicionar el presente. Si quemo la Plaza de los Cubos habré actuado desde la consecuencia, desde el final, para condicionar la causa, el principio. Es decir, Bayan Out, Madrid In. (Si alguien no entiende lo que acabo de escribir que pregunte a Miki, actor porno para minorías parafílicas y neurólogo cuántico).

No me costó nada entrar en el edificio de los Juzgados de lo Social con mi viejo truco de caminar hacia atrás que aprendí de Mortadelo Y Filemón, subir a la azotea y arrojar mis calzoncillos cagados e impregnados en gasolina en los aparatos de aire acondicionado. ¿A quién le apetece un cigarrito? El resultado fueron unas bonitas fallas psicomágicas que se pudieron ver en el cielo de Madrid. Comencé a sospechar que esto marchaba bien cuando un Carlos Rumenigo enrojecido por el abuso de bebidas espirituosas agarró el micrófono y, delante de una congregación nazi-muniquesa, soltó la famosa frase de que los arboles de Múnich arderían. Efectivamente, cómo ardió la Kuben Platz. MUAJAJAJAJAJAJA. Resumiendo: con Flanker, nuestro Percival particular, liberado y su Baraka desatada, con el Socio y su sortilegio gafe “A casa en cuartos” funcionando pero en sentido inverso, con todos los paladines de Camelot sometidos a la Hysteria y al Cagazo, con la Kuben PLatz on Fire, y el General Custer afilando su arpón para dar caza al Tiburón, la Hora de la Venganza había llegado. Cinco -por el culo te la hinco- a cero le endosó la Gloria blanca a la puta bávara. Follada triple: Primero a uno de los puticlubs más odiados del mandrilismo junto al Milan y a la Farsa, Segundo al talibanismo tikitaka y sus acólitos pseudoperiodistas, y tercero al Dalai de San Pedo y a su odiosa moda de combinar americanas con jerseys de cuello de cisne, que quiso imponer ese día al mundo occidental con su presumible victoria; jódete, cabrón.

El Mandril se corre y se limpia la lefa en las cortinas del Allianz Arena. Ya sólo nos quedaba esperar al rival con el que disputaríamos el torneo más prestigioso de todo el universo conocido, la PUATACOPADUROPA. Resultó ser el Pátetico de Madrid. Ahora os preguntaréis, queridos niños y niñas fansistas, qué gracioso y sorpendente ritual siguió vuestro querido Divino de Los Huevos Pelones. La respuesta es obvia: NINGUNO. Joder, es el puto Patético de Madrid. No es el Bayan, el Milan, La Farsa, el MU, la Juve, el Liverpool, es el Pupas, coño. Un club cuyo máximo “título” histórico fue perder una final frente al Bayan en el último minuto con un tiro desde el medio del campo de un fulano de nombre impronunciable. Un club que tiene la desvergüenza de vender esa derrota como si fuera una victoria: a esa Copa de Europa que perdieron la llaman «la casi”. ¿Se puede ser más patético? La respuesta es sí, efectivamente: a pesar de que fueron subcampeones, disputaron la intercontinental simplemente porque los germanos pasaron de semejante engendro de torneo y prefirieron atiborrarse de cervezas y follarse a sus putitas. Torneo que loa Patéticos ganaron al “todopoderoso” Independiente, siendo el único subcampeón que tiene una intercontinental en toda la historia del fúrgol.

Un club que fue fundado por el Ejército del Aire del Caudillo, pero cuyos aficionados van de rojos, republicanos, perroflaúticos y antisistema. Un club cuyo uniforme está inspirado en los colchones más mugrientos de la postguerra civil española. Un club que ha hecho del perder y el sufrir una mística y una filosofía de vida. Estamos hablando de un equipo entrenado por la versión lunfarda y sietemesina de Ron Perlman, un tipo con pintas de chuloputas cuyo vestuario parece producto de un robo de una boutique de Chueca, y que si no lleva sombrero es porque su cornamenta se lo impide. Un equipo que tiene como laterales a una niñita rubia de media melena semianoréxica y un fulano que cuando no está dándole puntapiés a un balón se dedica a trabajar de extra en The Walking Dead; un equipo que tiene como portero a un adolescente pajillero y bobalicón que parece salido de American Pie, y como delantero centro a un estibador de puerto adicto la placenta de caballo y cuyas aficiones conocidas son depilarse las cejas y sacarse los mocos para pegarlos en la camiseta del rival; un equipo que tiene como centrocampistas a dos reponedores del Carrefour de nombre Coca Resurrección y Gabi, el Payaso Triste. El resto de jugadores sólo son conocidos en comedores sociales y sedes de Proyecto Hombre.

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El estilo de juego del Paleti es el denominado “Cholismo”, que nadie sabe qué cojones significa, pero que suena a lavarse el coño en un bidé. Y al igual que George Clooney no necesita de ningún ritual de amarre para tirarse a cualquier choni poligonera o cajera del Lidel que se le antoje, el Madrid no necesita de ningún ritual psicomágico para follarse a los putos colchoneros de mierda. La Psicomagia, queridos niñas y niños, sólo se debe emplear en aventuras que merezcan la pena y en objetivos de difícil consecución. Si se emplea en memeces irá perdiendo su efectividad, e incluso se corre el riesgo de que se vuelva en tu contra si se usa con la corriente demasiado a favor. No era ni necesario ni conveniente, por tanto, recurrir a ningún ritual para vencer al Patético. Me senté frente al televisor en mi sillón de piel de búfalo, ataviado con el batín de seda que me regaló mi padre -impregnado con restos de su orín y semen- para las ocasiones especiales, con un gin tonic en la mano, y la otra en mis cojones, esperando la victoria madridista, sin nervios, sin anhelos, con desapego budista, confiando en la Ley Inexorable que Rige el Universo: El Fuerte se Folla al Débil. Y de esta forma, el Madrid se folló al Patético. La Final podría haberse desarrollado de mil formas distintas, pero el resultado habría seguido siendo el mismo. Tan sólo decir que estaba plenamente convencido de que el Madrid empataría el partido en el tiempo de descuento; el Karma es el Karma y el Pupas sólo podía hacer honor a su leyenda. El Destino se desplegó como estaba escrito y los Mandriles profanaron en cuatro ocasiones el culo del Pupas. El Madrid logró la Décima y el Santo Grial regresó a Camelot gracias a la Sabiduría de Custer, a la Baraka de Flanker y a la Magia de Von Rothbart.

A nivel fansista, la consecución de la Décima ha supuesto una nueva conquista de la Familia Pertusato: al igual que cuando Custer y su amado hijo Nicolás extinguieron de la faz de la Tierra al infame Partido de la Virtud de los traidores de la Compañía blanca, en esta ocasión han liquidado al Colectivo Desjarrosonanales y a las Viudas de Mou, que con su gafe, mala sombra, continuos lloriqueos, plañiderismo y culto al ídolo de Barro, Moubucodonosor, suponían un verdadero peligro para las auténticas esencias y ADN madridistas. Los miembros de estas peligrosas sectas serán ejecutados, desmembrados y dados de comer a los cerdos, tal y como establece la Ley No Escrita.

Y este es el final , queridos niños y niñas fansistas, del bonito cuento que os he contado.
La bonita historia de un padre y su hijo que hace mucho, mucho, tiempo en una bochornosa tarde de verano, y tras una ingesta masiva de aceitunas en salmuera en mal estado y vino de pitarra tuvieron una visión, que se convirtió en obsesión y por último en la misión de sus vidas: imponer al mundo lo que sus enfermas y visionarias mientes concibieron en la soledad de un cortijo cordobés: Un Madrid Hegemónico y Triunfador. EL MADRID DE LOS AUSTRIAS.

Firmado de su Puño Y Polla por Nicolás Von Rothbart Pertusato

P.D. Ningún enano ha sido asesinado, dañado ni maltratado física o psicológicamente durante la realización de esta película.

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PARA SIEMPRE

Parece un sueño, pero no lo es: El Real Madrid es Campeón de Europa. Estamos ya en el día siguiente, que ha amanecido precioso y primaveral, y todo el universo rezuma armonía y serenidad. Así debían sentirse en Star Wars al día siguiente de tirar al puto emperador por el bujero ese. Hemos bebido del Grial, y todo lo que decían de él era cierto: se ha llevado nuestras penas, nuestros pecados y quizá incluso nos ha quitado un año que otro. En suma, nos ha regenerado. La verdad es que, desde el domingo pasado, tras la gran pena de Milán, todo parecía mucho más difícil, y el transcurso del partido de Lisboa empezó a confirmar esas sensaciones. Decir que fue una final agónica no es sólo fidedigno, sino que seguramente se queda muy corto. Afortunadamente, yo ya estaba en un cierto estado de resignación desde el citado domingo y padecía muy poco, no como el bueno de Geodotto, que entró en shock después que recibiéramos el gol.

Llegados a los últimos diez minutos, ya todo se reducía mascar la amargura de la derrota e ir pensando cómo llevar los siguientes días de forma no muy penosa. Al menos terminaba ya el padecimiento. Y de repente, el gol; y vaya gol. ¿De dónde salió? De la nada, del caos en el que reposan tantas cosas, hasta que la conjunción precisa de fuerzas las convierten en algo tangible y significativo. Ramos, otra vez el puto Ramos, hizo con otro cabezazo soberbio lo más parecido a un milagro futbolístico. Fue el primer sorbo del Grial. A partir de ahí, todo fue un camino mucho más sencillo, transitado con miembros y espíritu ligeros, hasta llegar a la remontada, al gran subidón de la Gloria. Y aunque es cierto que desde el empate ya íbamos un poco a favor de corriente, no se puede obviar la jugada de Di María, su tremenda dificultad y el extraordinario golpeo, suficiente para superar a un magnífico arquero como Courtois y dejar el remate franco a  Bale. Tanto el argentino como Marcelo, con todos sus defectos, eran dos jugadores que nos venían extraordinariamente bien en una prórroga, donde lo que se necesita es precisamente  frescura y atrevimiento.

Quizá una de las cosas que más enganchan del deporte es que a veces nos da cosas que parecen concebidas por un guionista. Al principio del partido todos habríamos firmado un 3-0, un 4-0, marcando en los primeros minutos, pero creo que ahora nadie querría que las cosas se hubieran desviado un ápice de cómo ocurrieron: el gol encajado, la agonía, el golpe milagroso in extremis, la goleada final (¡4-1!), y hasta los apretones de manos entre Ánsar y Flóper, que por supuesto han soliviantado a toda la Antiespaña (sigan ma-mando). Por cierto que el «guionista» del partido debía ser florentinista: los dos goles fueron hechos por fichajes suyos, ambos difíciles y bellos, en una narrativa muy parecida a la de la Novena. Se debió quedar a gusto el hombre, tras estrellarse tantas veces durante estos años. Incluso se le ha quedado a huevo la cosa para dar salida a Casillas, que evidenció su decadencia de la forma más estrepitosa. En cuanto al Paleti, ¿pena por ellos? Quizá la sienta algún día, cuando el 70% de los productos que venden en sus chiringuitos no exalten el odio antimadridista. Nuestros jugadores les hicieron un pasillo, en un gesto que quedó bonito, y ésa es toda la deferencia que debemos tener con ellos.

Cuando llegó el final, la entrega de la bellísima Copa, la fiesta, el alivio y la euforia, trataba de descifrar lo que sentía, y solamente se me ocurría una palabra: Gracias. Pero no gracias al equipo ni al club, como podría pensarse; lo digo ahora, cuando es más complicado: creo que la gestión del equipo ha sido deficiente, y que los errores cometidos nos pusieron al mismísimo borde de perder una Copa que nos pertenecía casi por derecho. No, mis Gracias iban dirigidas a la gente que me ha acompañado aquí durante estos años y, sobre todo, a la vida. Gracias por estar vivos, por sufrir, por sentir, por vibrar y por ser felices. Todo eso es lo que experimentmos ayer, concentrado en tres horas que ya jamás se nos olvidarán. Pasarán los años y las décadas, seremos padres y abuelos, y quizá nos hartemos totalmente del fútbol, pero nunca olvidaremos la noche de la puta Décima.

¿Y ahora? No importa tanto, supongo. El Madrid ha recordado a todos que es la entidad deportiva más grande que jamás ha existido, un mensaje que ahora se propaga con la increíble rapidez y multiplicidad de las redes informáticas: no hay un solo rincón del planeta al que llegue una radioseñal o un cable de cobre donde no se tengan ya extensas noticias e imágenes de La Décima. Es simplemente el momento de manejar tan extraordinario legado, una labor que pasa, en mi visión utópica, por romper con la UEFA y con la FIFA, porque somos mucho, mucho más grandes que ellos. En manos de Florentino está llevar la Leyenda Blanca a cotas nunca vistas o simplemente dejarla como un hermoso recuerdo. Los que ya nos consideramos «old school» nos conformaríamos con eso: tan bello es lo logrado y vivido que rememorarlo siempre nos provocará la calidez de lo bueno y familiar. En cuanto a Fans, seguirá, porque es de los fansistas y no tengo por qué quitárselo, pero de una forma mucho más relajada. Ya hablaremos de eso.

En fin, disfrutad, celebrad y recordad. Como dijo Filípides al llegar de su extenuante carrera desde la ciudad de Marathon: «Vενικήκαμεν». Vencimos.

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– Real Madrid: 4 (Ramos, Bale, Marcelo y CR (pen.))
– Paleti: 1 (Godín)

Incidencias: La Décima.

real

REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL

DECACAMPEÓN DE EUROPA

1956-1957-1958-1959-1960-1966-1998-2000-2002-2014

(Videoresumen)

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Que hagan lo que les salga de los cojones

varasada

Por El Mastuerzo

Afronto la puta final de la Champions con una mezcla de hastío y exasperación, aunque también de alivio por mi amigo el Socio, quien desde mañana se verá libre, por fin, de tener que reportar diariamente las andazas de una panda de bastardos malcriados. También veré este partido con la tranquilidad de quien presencia algo en lo que tiene arte ni parte, y donde todas las cartas están echadas. Quiero decir que si estos del Madrid, contando con el mayor presupuesto del mundo, siendo hombre por hombre infinitamente superiores a su rival, y después de un ciclo infernal de 12 años comiendo hiel, son incapaces de ganar hoy por lo civil o por lo criminal, será simplemente porque no lo merecen. Les diré que llevarse esta Copa no tiene mayor dificultad que la que encontraría un macho alfa para ligarse a la tía más maciza de un local, o un cazador experto para meter un tiro entre las cejas a un alce. Ahí tienen la puta Varasada, que estaba bien cerquita después de todo: si fueran tan buenos como se les ha presumido, tan sólo tendrían que hacer un vini, vidi, vici. Pero no sabemos si lo son.

Fracasar esta noche no significaría sólo que un equipo de fúrbol llamado Real Madrid es bastante lamentable y ridículo, sino que, según mis expertos conocimientos antropológicos, señalaría una inexorable degradación de la especie humana, la cual estaría avocada al barbarismo, la esterilidad y, por último, la extinción. Me explico: el Homo Paleticus, al cual se enfrentan hoy los jugadores mandrilistas, no es más que un precursor de los Morlocks, atinadamente profetizados por HG Wells: criaturas subhumanas, físicamente grotescas, casi carentes de intelecto y residentes en el subsuelo, que no obstante dominaban a los Eloi, bellos efebos habitantes de la superficie, dedicados al placer, la vida contemplativa y a ser devorados por sus vecinos subterráneos. Si el Madrit hoy palma con la panda de patibularios colchonera, prepárense para un futuro en el que los descendientes de los ganadores, cada vez más feos y embrutecidos, dediquen su ocio a taladrar los blancos culitos de los madridistas, tan ricos, tan pagados de sí mismos y tan maricones. Gradualmente, los Eloi varones encontrarán cada vez más desagradable el contacto con las hembras, prefiriendo los recios cipotes de sus amos Morlocks; y puesto que estos últimos serán incapaces de reproducirse debido a su degeneración genética, la Tierra se verá libre en pocos siglos de seres humanoides.

morlocks
Los rivales de esta noche.

Quizá sea mejor así. La historia del planeta está llena de experimentos fallidos y descartados. Los dinosaurios, que pesaban toneladas, comían lo que les salía de los huevos y poblaban todo el planeta, no son hoy más que polvo y piedra; probablemente por ser demasiado pesados y estúpidos. El ser humano quizá merezca también ese destino, pero no por «estar destruyendo el planeta», como dice todo buen retrasado mental, y aquí hago un inciso: hoy día tenemos guerras terriblemente cruentas por ciudades y creencias «antiquísimas» de 5.000 años de historia, que parecen remontarse a la noche de los tiempos. Esto indica que la mayoría de la gente carece de una escala remotamente realista de tiempos y tamaños. ¿Quieren antigüedad? Piensen en el Monte Chomolungma, alias Everest: lleva ahí 24 putos millones de años. Se lo repito: 24 mi-llo-nes-de-a-ños. Y ahora anoten este otro dato: este monte, cuya cúspide está a 8 kilómetros sobre el nivel del mar y es una masa absolutamente colosal de roca, tiene una prominencia relativa, respecto a la Tierra, más de diez veces menor que la arruga de una piel de naranja. Con éste y datos similares en mente, pensar que podemos destruir el ecosistema planetario en menos de un siglo con un puñado de chimeneas echando humito supera cualquier límite de imbecilidad.

No: si desaparecemos del planeta será por obtusos, cobardes e inútiles. Por hacer lo que ha hecho el Mandril durante tantos años, vaya: no aprovechar los recursos a su alcance y dejarse pisar por seres inferiores. Ya lo vimos el otro día en el baloncesto, por lo que no es descartable en absoluto que hoy ocurra lo mismo. Y ojo, que los del basket habían hecho una temporada de la hostia comparados con los inútiles del fútbol. ¿Qué les pasó? Que al gestionar un equipo de élite, el «buen rollito», el «dejar hacer» y la falta de planes alternativos suelen no ser suficientes cuando llega el momento cumbre. Aunque igual que digo eso, digo que el Mandril puede ganar los pestilentes indios con la punta’l cipote, si tiene la mitad del fútbol que se le supone. No sé quién va a jugar, y sinceramente, me suda los cojones. Casi cualquier once nuestro es mejor que el mejor que pueda sacar el Paleti, y sin embargo observaré a los blancos con el desencanto del mismísimo Leopoldo Panero, sintiendo poco más que una ligera amargura si pierden. Como digo, será porque las cualidades de la especie ya no dan para más, y por suerte no somos inmortales: el sufrimiento acabará más pronto que tarde.

¿Y si ganan? Bueno, entonces quizá haya una ligera esperanza para la humanidad. Puede que nos tomemos un vasito de vino, pequeñito, a su salud. Podríamos entonces fundir las diez putas Copas de Europa, hacer un nuevo Pisapapeles -en forma de retrete- con ellas, y mandárselo a Platanín. Desde luego sería una mejor culminación para diez años de fansismo que una denigrante derrota y presenciar el comienzo de otra travesía por el desierto. Pero todo caso, ya no será problema para el administrador de este blof, que sé de buena tinta se concentrará desde ahora en otros menesteres. Resumiendo, lo único que se le pide a estos cabrones es que cumplan con su deber por una puta vez en su vida. ¿Serán capaces? Quién sabe.

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La puta Porra Virtual de Fans del Madrid estará abierta hasta las 20:45.

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No cumplimos años, cumplimos Champions

final

Por FN

A 60 horas para la Final de la Champions (la Copa de Europa de siempre) son muchos los nervios, dudas e inquietudes que todos los madridistas tenemos, así como las reflexiones sobre cómo será emocionalmente el antes y después del partido. De lo que no tiene dudas el Madridismo es de lo que nos jugamos el Sábado, y sólo falta que el equipo también lo tenga claro: es mucho, diría yo que trascendental. No sólo por ser una Copa de Europa; tampoco por jugarla contra nuestros queridos vecinos acomplejados. No es por ser el número redondo de la perfección. Se trata de volver a decir al Mundo que, a pesar de nuestros enemigos y de nuestras propias debilidades e incompetencias, el Madrid sigue siendo el Rey de Europa, por mucho que nos falten al respeto y por mucho que nos odien. Porque sí, asumámoslo, el primer equipo de España es el RealMadrid y el segundo, el AntiRealMadrid.

Si ganamos la Décima, todos los años de sufrimiento y de travesía del desierto, con la Farça System en plena supremacía propagandística, los valores impostados, la plaga del tikitaka y la puta Roja como aglutinante y coartada perfecta del peor antimadridismo, se quedarán en plena anécdota. Aunque nunca perdonaremos ni olvidaremos,

Han sido años donde estuvimos a punto de pasar a la categoría de comparsas. Gracias a Dios, Mourinho vino en el momento justo para evitar eso, volvimos a disputar títulos y, lo que es más importante, a demostrar el orgullo de ser madridista y desmontar los arquetipos nefastos para el propio madridismo que desde fuera nos querían imponer (Las Manos de la Prensa Fuera del Madrid). Fueron Los años que Vivimos Peligrosamente el Madridismo. Ahora Ancelotti, con una forma de ser y de actuar posiblemente más eficaz para el tinglao del fútbol español, puede cerrar de la mejor manera todo este ciclo.

Esta Copa de Europa, si llega, tendrá un componente especial que no tuvieron las anteriores. Me refiero al clamor de Madridismo que se ha reflejado estos años a través de las redes sociales. Movimiento digno de estudio, sin duda, que  en líneas generales ha influido positivamente en el Madridismo Civil y que ha obligado al club a dar pasos en la buena dirección (aunque aún muy escaso,s y a remolque siempre). Han irrumpido asociaciones como Primavera Blanca y líderes de opinión fuera de los canales cancerígenos del mass media, que han posicionado intelectualmente al Madridismo del SXXI de manera ilusionante (que diría Valdano, ola k ase). Ahora falta que todo este fenómeno madure, se separe el polvo de la paja y se actúe con determinación, de manera conjunta y con generosidad. La llegada de la Décima sería también un triunfo de todo este movimiento y que ayudaría a asentarlo, sin duda.

Me imagino un final feliz el Sábado y poder disfrutarlo de una manera u otra no sólo con mi mujer, mis padres o mis hijos, que ya derramaron sus primeras lágrimas de madridistas el pasado domingo (y las que les quedan), sino también con mi hermano Miki, con los cracks Quintus/Perroladilla y Drow, con Pearlsbu, con Mario -el pionero de toda esta locura-, con Keyser, Pepemore, Makanaki, FlavioAe, con Eddie y su blog La Libreta de Mou, con MrHyde, con Jordi, Manuel, Iván, Guille, Anita, Hechi, Christian, y una larga lista de afinidades encontradas en estos años. Y como en todas las victorias importantes, me acordaré de todos los madridistas residentes en los territorios comanches (véase Cataluña y País vasco, principalmente).

Y si no ganamos, siempre habrá, digo yo, un hombro libre para digerirlo durante unos minutos y seguir siendo más madridista que nunca, jodidos pero con orgullo. Sólo pido a la plantilla que sea consciente de lo que se juegan y que mueran por nosotros. Porque como dijo el sabio “Señorío es Morir en el Campo”, y parafraseando a lo que se canta en la Nueva Grada de Animación, esa que ya no es de unos pocos, podamos decir a eso de las 22:40 “¡No cumplimos años, cumplimos Champions!”

HALA MADRID.

FN es @BrumarioRMadrid en twitter.

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Putin, presidente del Madrid

Vladimir Putin

Por el Mastuerzo

Si algo tengo claro, es que el Madrid ha llegado a tal nivel de podredumbre y desvirtualización que se ha convertido en algo totalmente irreconocible, respecto a aquel referente de excelencia y seriedad que fue en los lejanos años 50. No se trata de que yo sea un abuelo Cebolleta (me puedo follar a diez putas en un día, y también a tu hermana), sino de que aquel Madrid era, objetivamente, mejor. Rebelde, puro y duro; lo contrario de hoy, donde es poco más que otro engranaje del sistema; engranaje incómodo, sí, odiado, sin duda, pero engranaje al fin. Es triste que aquel Mandril que se sacó de la manga la Copa de Europa (uno de los mejores inventos de la puta humanidad), rompiendo todas las concepciones conservadoras de la época, hinque ahora la rodilla de forma servil y patética ante auténticos sátrapas parasitarios como Séptico Blatter, el analfabeto funcional Villar y el peor de todos, Platanín, que pasó de obrero a capataz sanguinario sin el menor esfuerzo, acostumbrándose en «cero coma» a todas las purpurinas del Poder.

El Madrid actual es una mierda, sí; y comete el mayor de los crímenes: desaprovechar sus dones y capacidades (no en vano la PEREZA en un pecado capital, que garantiza la condenación eterna). El Madrid podría sacarse una polla de 15 kilómetros y mearse o lefar (según  conviniera) a todos los agentes que tratan de destruirlo o desprestigiarlo; podría también limpiarse desde dentro regularmente, purgando todo lo que le sobra (que es mucho), pero no lo hace por simple acojone y por una degeneración progresiva de su masa humana: si hay 78.000 socios, 70.000 son estúpidos, maricones o abúlicos. Alguno dirá «pero 8.000 buenos son muchos». Sí, quizá para un Leganés, pero no para un Real Madrid; no suman la suficiente masa para contrarrestar toda la mierda.

Dirigentes profundamente incompetentes y fofos como Florentino Pérez no dejan de ser reflejo de los grandes «líderes» mundiales de la actualidad, como Baraka Obama (márketing puro y duro), Fransuá Holande (trilero únicamente preocupado por su pichita) o Angelina Merkel (dominatrix malfollada). Si hay un hombre que ha salido ser un LÍDER y estar a la altura de los tiempos, es sin duda Vladimir Putin, presidente de la madre Rusia. Pseudodictador, sí; cabronazo nostálgico del comunismo, sí; pero a la hora de la verdad el único DIRIGENTE del orbe mundial capaz de detener la ola de degeneración moral que asola el planeta. Sí, sé que esto de la «degeneración moral» suena a risa, y que las depravaciones son consideradas por muchos como simples avances sociales. Pero la humanidad tiene unos mecanismos subyacentes de autoregulación que se sobrecargan cuando el grado de gilipollez sube demasiado, y esas sobrecargas suelen degenerar en guerras gordas, tras la cual llega una regeneración, breve o o larga. Si no me creen, examinen la historia: el patrón se repite innumerables veces.

Obviamente, Putin se descojona cuando estos grandes «líderes» le amenazan con «severas sanciones» por tomar lo que es suyo: Crimea. No tienen ni los cojones ni la capacidad de sancionar a Rusia, a la que le basta con cortar un par de grifos estratégicos de gas para que todo el mundo le vuelva a comer los cojones por abajo. Ya puede patalear todo lo que quiera gente como Kasparov -metido a «hanalista» político ahora que es una vieja gloria del ajedrez, desplazada por mentes más vitales y brillantes como la del madridista Carlssen-, que no les servirá de nada. ¿Y qué haría Putin como presidente del Madrid? Muchas cosas: para empezar, no permitiría ni un puto cáncer como los que hemos sufrido en el vestuario durante las últimas décadas. A Baúl lo habría mandado al gulag (o a la liga qatarí, que es lo mismo) en el año 2006. Canelita habría durado tres temporadas en el club, tras comprobarse fehacientemente que es un puto imbécil. Pajillas habría salido hace 6 o 7 temporadas, rumbo primero al Farsenal y quién sabe si luego al Tottenham , Everton o similares, más acordes a su nivel. Y daría igual si estos caros finiquitos generasen unos leves números rojos en el club, porque al camarada Vladimir no le importaría cubrir ese déficit personalmente o cobrando favores a sus amigos oligarcas.

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«Voy a visitar unas redacciones para echar la tarde».

Desde luego, la exigencia deportiva crecería exponencialmente, y sería inadmisible estar 10 años sin oler una final europea cuando se dispone del mayor presupuesto y medios del planeta. Se buscarían mucho más perfiles de entrenador tipo Mou, Klopp o Messina y se despreciaría a los blandos y fracasados como Pellegrini, Angeloti o Lacasito. Los dobletes y tripletes en el Madrid no pueden ser una opción, sino una obligación. ¡¡¡Cómo cojones no vas a ganar todos los años a un Valencia, a un Paleti, a un Cerdilla!!! Y en caso de fracaso, los castigos serían mucho más severos: para una derrota normal, la rescisión de contrato; para una humillación, habría que contemplar penas más duras, como una fosa común en los Monegros, donde ya debería reposar toda la plantilla de baloncesto, y donde tendría que haber un hoyo preparado para la de fútbol. ¿Los socios? Los expulsaría a todos, empezando por peñas, delincuentes comunes (también llamados ultras) y retrasados mentales con montera. Se abolirían los abonos de temporada -creadores de castas- y cualquiera que saliera del estadio antes de finalizar un partido tendría vetadas las taquillas durante tres meses. ¿Periodistas? Vetados a perpetuidad. Todos. Comunicación institucional, con auténticos perros de presa como portavoces. Huelga decir que se cuidaría al máximo la imagen, con una camiseta inmaculadamente blanca, sin publicidad de dictaduras islámicas ni hostias; una blancura que reflejaría la excelencia moral y la disciplina de las que este club ha de ser siempre símbolo.

Institucionalmente, está claro que se habría roto con la UEFA hace por lo menos diez años, dejando atrás ese corruptísimo entramado que lleva décadas succionando la sangre del fútbol europeo. Putin fundaría una nueva liga europea o mundial, en la que el dinero íntegro de las transmisiones televisivas iría a los clubes, en la que se usaría la última tecnología para pitar y en la que se abolirían reglas obsoletas y absurdas, como la «acumulación de tarjetas». Tampoco estaría de más romper con la Federación Española, pasando a un sistema controlado al 100% por los clubes y expulsando a todos aquellos inviables económicamente y con estadios de mierda, regenerando la patética estructura arbitral y creando, por fin, una liga no ya tolerable, sino digna de ver e incluso espectacular.Y por supuesto, en cuestiones de fichajes se traería lo que hiciera falta y cuando hiciera falta, aunque fueran jugadores del máximo rival; es más, se primarían esos fichajes, como forma de guerra psicológica y despliegue de poderío. Si todo esto les parece una quimera, es que están ya demasiado acostumbrados a la absoluta mediocridad pintada de oro servida por Florentino I il castrato. Pero como a día de hoy veo una total quimera que el camarada Putin acceda a la presidencia del Madrid, propongo una solución más rápida y realista: UNA PUTA BOMBA ATÓMICA SOBRE EL BERNABÉU.

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