Fans del Madrid World Tour 2014: Bloguero en Nueva York (II)

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Prometí en la anterior entrega hablar de lo malo de la simpar Nueva York. Lo primero sin duda es el Metro, asfixiante y degradada red de túneles que nadie puede querer tomar asiduamente si no es por necesidad. Lo de «asfixiante» no es una forma de hablar: realmente puede hacer mucho calor dentro de los vagones, empeorando mucho la calidad del viaje. Además, su esquema es realmente complejo, el más complicado que nunca haya visto, debido sobre todo a que por una misma vía circulan trenes de distintas líneas y tipos (express y no express); por ello, a veces es inevitable consultar con el personal de las estaciones para descubrir cómo llegar a nuestro destino. Tampoco puedo alabar la actual tarjeta reutilizable, que en cada recarga me que intenté me borró el saldo remanente, cosa auténticamente inaudita. Sólo puedo alabar dos cosas de esta red: su funcionamiento las 24 horas y la belleza de la estación Grand Central, ese gran nodo pegado al Chrysler Building. Pero incluso su majestuoso vestíbuloestá algo deslucido, pues en las constelaciones estelares representadas en su techo la mayoría de bombillas están fundidas; una verdadera lástima.

Hay otro aspecto que ensombrece la Gran Manzana: la basura. Es tal la cantidad de desperdicios que generan los ocupadísmos negocios de la ciudad que el visitante contempla asombrado cómo se se ha renunciado a intentar contenerlos. Así, al caer la noche, las bolsas de plástico negro se van acumulando en enormes pilas directamente sobre las aceras, en espera de los servicios de recogida. Fue esto lo que más me asombró en mi primera noche, caminando por la larguísima Broadway, además de cruzarme con el mismísimo Ben Stiller, que caminaba solitario yendo o viniendo de algún sitio. Quizá Nueva York sea una ciudad donde se paguen pocos impuestos, pero el problema de mantenimiento es flagrante. Sin duda sus mejores inversiones serían rescatar el metro y un sistema de recogida de basuras subterráneo, aunque imagino que esto último no gustaría a la red de indigentes que dedican la noche a escarbar en las negras montañas de plástico, ni a las bien comidas ratas -del tamaño de cachorros de gato- que veía jugar en una calle cercana a mi hotel.

Puedo suponer que la península es un sitio que no gustará mucho a los amantes de la igualdad racial. Sin duda la mezcla es casi infinita, pero con una segmentación absolutamente nítida: no existe tal cosa como un dependiente de de raza blanca, salvo rarísimas excepciones: todos los puestos poco cualificados (en mostradores, cajas, taxis, etc.) están ocupados por personas de raza negra, u ocasionalmente latina. ¿Dónde están los muchachos y muchachas blancos, o los acomodados de cualquier etnia? Supongo que encerrados en las oficinas, desempeñando puestos de consultor, contable, ejecutivo… la «cultura del éxito» es muy palpable, como lo es la sensación de «rueda de hámster» tan comentada por distintos autores. El lugar donde más se capta esto es en Central Park, repleto de carritos de niños que sólo muy raramente son empujados por las madres de los pequeños. Tal tarea es delegada en las nannys  -típicamente, mujeres latinas de mediana edad-, que ejercen la crianza de facto, mientras las madres biológicas se encuentran en algún rascacielos «triunfando». Ninguna otra imagen de la ciudad es más triste, ni evidencia más la gran mentira que puede ser el éxito.

Sobre el parque en sí, sin duda es enorme y admirable, y seguro que ha servido de cantera a grandes jugadores de los New York Yankees, pero por algún motivo que no acierto a definir no me acabó de llenar. Necesitaría una segunda visita para hacerle justicia, aunque me atrevo a aventurar que es un lugar mejor para visitar en compañía. Destacar el muy coqueto torreón que hace de estación metereológica y los bancos situados frente a una de sus masas de agua: cada uno tiene una placa metálica que cualquier ciudadano puede dedicar a un ser querido, imagino que pagando una buena cantidad al ayuntamiento. Señalar también que está repleto de ardillas totalmente domesticadas.

Matizo que la segmentación racial descrita para mí no es ni buena ni mala: simplemente es. Frente al blandísmo pensamiento contemporáneo de que todas las etnias son iguales e intercambiables, la realidad, tozuda, se empeña en compartimentarlas y separarlas, según las inclinaciones, cultura o posibilidades de cada una: en los bazares o en los «Delis» (pequeñas tiendas de comida) te atienden indios, en los Dunkin Donuts negros y en los carritos de comida callejera árabes, sin que nadie levante una ceja por ello. Por cierto que estos carritos-puestos metálicos son idénticos a lo largo de toda la ciudad, y quien los fabrica debe estar ganando mucho dinero. En ellos puede comprarse el clásico perrito, pero sobre todo están dedicados a la comida árabe, con los típicos kebabs y durum (allí llamdos «gyro»), el falafel, el arroz oriental… la imagen del americano gordo vendiendo perritos debió extinguirse hace décadas, todo lo contrario que los almacenes Macy’s, que parecen anclados en el pasado, pero para mal. Quizá sean el rincón más feo de toda la ciudad, pese al asombro que causan sus escaleras mecánicas, ¡¡con escalones de madera!!, por las que parece que en cualquier momento podría aparecer el mismísimo Don Draper.

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Y por no dejar el tema racial, Nueva York desde luego es una ciudad muy, muy judía: en cualquier rincón se pueden ver instituciones identificadas como tales (igual que hacen las sectas masónicas, algo realmente chocante para un europeo), y no suele ser difícil identificar a la población hebrea, ya que aparte de sus rasgos físicos distintivos muchos de sus varones lucen la kipah. Esto me lleva a uno de los lugares donde la distinción étnica es más llamativa de toda la ciudad, la tienda de electrónica B & H, donde prácticamente todos los vendedores son de fe judía (aunque no necesariamente blancos), inconfundibles por la kipah y el pelo en tirabuzones. No es una tienda cualquiera, por cierto: se ofrece la ultimísima tecnología (impresoras 3D, por ejemplo), los precios son muy buenos y el cuidado al cliente exquisito, con fuentes de agua y copas de caramelos dispuestas regularmente para hacer más agradable la visita.

Los judíos son un pueblo que me despierta sentimientos ambivalentes: por un lado son increíblemente talentosos y trabajdores (la citada tienda es un ejemplo), pero por otro tremendamente cargantes, acaparadores y excéntricos. Me resulta difícil calcular la cantidad de traumas que habrá causado entre sus varones la estética ortodoxa que a muchos de ellos se les impone, decididamente estrafalaria y completamente prescindible, pues ni el peinado ni el tocado de la cabeza tienen nada que ver con la espiritualidad. Los hijos de Israel parecen decirnos que no están dispuestos a adaptarse a los goyim ni a mezclarse con ellos, que debemos aceptarlos tal como son sólo porque tienen talento. Pero me temo que mientras no estén dispuestos a realizar un esfuerzo y disminuir la rigidez y el hermetismo hacia el exterior que los caracteriza -sin por ello perder su identidad- siempre serán mirados con desconfianza por el resto del mundo, sin importar las toneladas de victimismo tras las que se parapetarse. Puede ver un ejemplo tremendamente llamativo de tal tensión en el edificio adyacente al rascacielos del New York Times, de cuya fachada colgaba este cartel.

Quiero volver a los aspectos luminosos de Nueva York describiendo dos momentos de profunda emoción: el primero es el viaje en el ferry de Staten Island, una experiencia que toda persona que ame las ciudades debe tener una vez en la vida. Técnicamente, el ferry es algo tan prosaico como un transporte de trabajadores, que pasan de la citada isla a Manhattan, y viceversa; lo que lo hace tan magnífico es que, además de ser gratuito, bonito y cómodo, ofrece la vista más maravillosa posible del Bajo Manhattan y pasa casi al lado de la isla de Ellis, donde nos espera la consorte del Empire State, la legendaria Estatua de la Libertad. El paseo dura unos 25 minutos por trayecto, y si hace buen tiempo resulta simplemente delicioso, siendo el atardecer quizá el mejor momento para realizarlo, para volver a Manhattan ya de noche (se puede aprovechar para dar una vuelta por Staten Island, aunque no parece tener nada especial). No puedo imaginar la cantidad de peticiones de boda exitosas que se habrán realizado en esos barquitos. Algo muy llamativo es que la estatua, pese a su innegable belleza, parece bastante pequeñita desde los aproximadamente 100 metros de distancia a los que pasa el ferry.

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El cronista en su hotel de mala muerte.

Otro momento especial fue cuando, el último día, recordé que no había visitado el edificio que había hecho las veces del Daily Planet en ese pequeño milagro de 1978 llamado Supermán, sitio que localicé tras una rápida búsqueda por internet (inciso: los locutorios son casi inexistentes en Nueva York, pero todos los Starbucks tienen wifi abierto: si tienes necesidad de una conexión urgente, acércate a un Starbucks). En la calle 42 me aguardaba «The News Building«, un lugar que la magia de Geffrey Unsworth hizo parecer bastante más impresionante de lo que realmente es. No obstante, verlo en persona, poder pasar a su interior y pasear junto al globo terráqueo del vestíbulo fue intensamente emotivo y evocador de aquel extraordinario film (para el cual había un pequeño recuerdo en el mismo vestíbulo). Sin duda uno de los mejores momentos de mi estancia en Manhattan.

Aquel día, sin embargo, ya sentía mi alma un tanto pesada, quizá por esa orfandad que uno siente cuando entrega las llaves del hotel y sabe que esa noche ya no tendrá a dónde volver. Además, la maravillosa Nueva York (y cualquier gran ciudad) puede caérsete encima poco a poco cuando eres un extraño que se mueve por sus calles amándola, pero sin un objetivo definido. Allá donde esté, toda persona necesita tener su lugar, una ocupación, un círculo social, sobre todo en en urbes como ésta, en las que son necesarios ingresos tan altos para tener calidad de vida. Es necesario también un muy buen nivel de inglés, sin el cual siempre se será un ciudadano de segunda.

Una nota futbolera, para que no digáis: si visitáis la ciudad y vuestro hotel o apartamento no tiene cable, es posible ver el «soccer», aunque en muy poquitos sitios. Los únicos que me crucé fueron un estupendo pub irlandés en la 7º Avenida (llamado, imaginativamente, «The Irish Pub») y otro local situado en la 33 Oeste, que hace esquina con la Quinta. Por supuesto, en América los partidos europeos empiezan por la mañana o al mediodía, y por ejemplo la Champions en una peculiar experiencia de sobremesa. Otra curiosidad: las marquesinas de autobús en todo Manhattan son nada menos que de nuestra empresa Cemusa, la única presencia palpable de lo español (junto con las oficinas del Santander) en esta ciudad donde cualquier hegemonía es una quimera.

Dejé atrás Nueva York rumbo al sur del continente cargado de impresiones, emociones y recuerdos indelebles. Quedó para otra ocasión visitar la periferia (Queens, Brooklyn), ir al cine y, sobre todo, a uno de los musicales de Broadway. Probablemente Manhattan nunca sea mi hogar, pero sí un lugar al que volver más de una vez; el pináculo de nuestra civilización, terrible y maravilloso. Realmente, allí uno siempre tiene la sensación, muy real, de que cualquier cosa puede ocurrir. Gracias por existir y por esperarnos siempre, Nueva York.

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Blaugrana Sodomy, Part I

Por los de siempre

Plutarco

Buen partido del Madrid contra los levantiscos valencianos, ayer más ursulinas que de costumbre, y otra manita más para el zurrón. Enorme Cristiano, que sin hacer un partido que vaya a pasar a la historia vuelve a Madrid con dos golitos más para sumar a su colección y para demostrar que sigue siendo el mejor jugador del mundo.

Gran trabajo también de Anchelotto manejando la plantilla con sabiduría y determinación, haciendo gala de sus conocimientos y su excelente gestión de grupos, tanto en la elección de los once que han saltado al campo como en los cambios, administrando ausencias y presencias de manera encomiable y dotando a Isco y Chicharito de confianza con buenos minutos. Incluso cuenta con la cantera y ha dado minutos al tal Medrán, que no desmerece a Illarra en absoluto. Bien Anchelotto, you´ll never walk alone.

Basilio

Isco se la vuelve a sacar again, y durante 90 minutos. Con tios de banquillo así no hace falta tener plantillas de 25 jugadores, lo que hace falta es que los del banquillo salgan y cumplan. Es mejor tener 17-18 tios que rotan, juegan un número similar de minutos, no pierden el ritmo, se sienten importantes y están felices, que 25 tios en donde once lo juegan todo y el resto se muere de asco.

El cubano

¿Cuál sera el tema estrella de la canallesca hasta el día del clásico? Yo digo que elegirán: “El Madrid juega mejor sin Bale”. Si nuestros “perdonavidas” hacen lo que tienen que hacer será muy divertido ver a Piqué y compañía achicando agua. Sólo debemos ser serios en defensa, una pena que juguemos con una estaca en la portería.

Yo creo que el hijo de Amunike intentará “sorprender” a Angelote, aunque el resultado de su partido de Champions marcará como planteen el clásico. Si contra el Ajax no hacen un buen papel el grupo se les puede poner en chino mandarín, y eso les generaría un montón de dudas.

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– Lefante: 0
– Mandril: 5 (Ranaldo (2, 1 de pen.), Cacharrito, Pajames e Ijco)

Incidencias: Brutal despliegue de la grada de animación mandrilista, con casi 1000 guerreros de blanco tomando el Ciudad de Valencia.

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Messi subnormal

messi

Hoy se cumplen 10 años desde que Messi debutara en Primera División, señalada efeméride que -si hemos de creer a los esbirros que pueblan las pestilentes redacciones españolas aporreando teclados con sus dedos de morcilla- deberíamos celebrar poco menos que dando palmas con los cojones. Alguno, en el colmo del descaro, la desfachatez y el desahogo, incluso ha tenido el cuajo de pedir que a este monstruo de laboratorio, a este engendro, a esta cosa en fin, se le haga un homenaje en el sagrado Pipabéu en caso de que allí lograra batir el récord de goles ligueros de Telmo Zarra. Ante tal montaña de necedades, permítanme puntualizarles algunos…

Messi Facts

– A Messi es traído de Argentina al estado totalitario de Qatarluña por el FC Indapandensia, para administrarle el suero del Super soldado (en este caso del Super Mongolo), también conocido como hormona del crecimiento, sin que el chaval estuviera en los percentiles de altura mínimos para que se le administrara esta droga. Es por ello claro que semejante tratamiento iba contra cualquier criterio médico, ético y legal, cosa que poco importaba a los Dr. Caligari culerdos, que pensaron que como el niño ya venía defectuoso, tampoco importaba mucho si reventaba; indemización a la familia y punto. Pero como resulta que la cosa salió bien a la primera, ya se quedaron con el prototipo.

– Messi tiene cuatro movimientos en el campo, aunque normalmente se reducen a dos: regate en carrera y tiro. Ese es su juego. No tiene altura técnica ni para lamerle los cojones a jugadores como Zidane, Bergkamp, Ronaldinho o Cristiano.

– En la selección, que según los países subdesarrollados como Argentina es el «fútbol importante» no ha ganado una puta mierda. Que se joda.

– Es uno de los mayores defraudadores a Hacienda en la historia de España, por encima de la mismísima Lola Flores.

– Su padre mantiene todo un entramado de estafas organizadas en torno a supuestos partidos benéficos cuyo verdadero alcance aún se desconoce.

– Es un puto tiranzuelo que no ha soportado jamás convivir con ningún jugador que pudiera hacerle sombra.

– Es tan monguer que su guardaespaldas tenía que entrar a las tías por él en las discotecas, y su idea de una noche loca de diversión es jugar con la Play.

– Es más feo que su puta madre, la cual por cierto lleva tatuada en la espalda.

– Tiene ya tal desequilibrio químico que lo raro son los partidos en los que no vomita sobre el campo.

Así pues, sí, yo creo que hay que celebrar su debut y su futuro récord prácticamente como si fuera la Parusía. El mundo será heredado por los sucnormales.
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Ancho, maricón

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Tras un año y medio en el Real Mandril, ya os puedo decir algo indudable sobre Ancholoti: es un golfo de cuidado. Por si no fuera suficientemente sintomático que lo primero que hizo al llegar a Expaña fuera irse a De María a ponerse ciego de cochinillo, basta con ver todo el mamoneo que ha aplicado a lo largo de su estancia en lo que antaño fuera imperio, dejando claro que es el entrenador más político de toda nuestra historia, por encima del mismísimo Pantuflo (¡¡¡hijo de puta!!!). Yo admito -y es uno de mis muchos defectos- que no estoy tan endurecido en la vida como para soltar una megatrola «conveniente» sin que se me caiga la cara de vergüenza. Nostante, este vividor italiano, casado con una divorciada con hija jamona (¡¡¡sinvergüenza!!!), es el puto maestro universal de la disciplina.

Sí, amigos, compañeros, compatriotas: el tío ha ido a la Kope (la guarida de la bestia) y ha soltado que «los errores de Caquillas se pueden contar con una mano». ¡¡La de las pajas, no te jode…!! le pusieron una copa de cava para ver si, chisposo, decía alguna gilipollez, y vaya si las dijo. Igual este pollo, que es un entrenador del montón -que jamás llegará a la suela del zapato de tíos realmente grandes como Capello o Hiddink- se cree que mintiendo tan flagrantemente le está haciendo un favor al Madrid, que se está portando «institucionalmente». Nada más lejos de la realidad: nos está haciendo quedar como unos comemierdas. Si toda institución gloriosa ha de estar siempre por encima del individuo, el Madrid no puede caer más bajo al superditar todo su puto rendimiento deportivo a salvar al hijo de puta de Casillas. Es para quemar el carnet en el parking de la Castellana, hostias ya. No se vivía nada tan humillante desde que tuvimos que soportar un lustro de Baúl arrastrándose por el césped (que fíjate tú qué cosas, fue antesdeayer).

Yo siento decir esto, pero el Madrid actual apesta. Ni Décima, no poyas en vinagre: el presidente es maricón y el entrenador homosexual. Seguro que se dan por culo en los despachos del Pipabéu como locas desatadas, y salen todo despeinados y disimulando ante las señoras panchis de la limpieza. Vale ya, hombre. Un poquito de dignidad si es posible. Un presi y un entrenador con un átomo de cojón por cabeza habrían dejado al topo pudriéndose en el banquillo as eternam, y si tenía alguna queja, la habría tenido que ventilar a través de la puta de su novia, esa que vende portadas del Semana con su hijo en primer plano a 500.000 euros la pieza. Se habría retratado el muy cabrón; pero prefieren que el Madrid se arrastre por la mierda.

Hubo un equipo, hace mucho, mucho tiempo, con camiseta de algodón blanco inmaculado, que representaba una serie de valores que existían en las calles españolas, pero sobre todo madrileñas: el esfuerzo, la humildad (la de verdad, no la de ahora) y unos cojones de toro. Hoy lo que tenemos es una caniseta rosa-maricón con el logotipo de unos moros de mierda que también representa los valores de la España actual: poner el culo y bailarle el agua a los mediocres montados en el machito. Y el puto Ancholoto está ahí arriba porque es el que mejor ha sabido interpretar el guión de esta ópera bufa. El tío, en el colmo del descaro, ha llegado a decir que si el presidente le impusiera un jugador se largaría, que es lo mismo que llamar subnormales a millones de madridistas. Así reviente.

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¿Qué nos ha pasado?

tontos del culo
Hídolos de un país.

Casi todo el mundo ha escuchado la expresión «derecho al pataleo». Ests frase no es ninguna metáfora, ni alude a niños malcriados que patealean desde el suelo, sino a que, hace muchos años, de hecho el público pataleaba en los teatros cuando la función no le gustaba, y dichos pateleos llegaban a entrar en las críticas de las obras. No era el único sitio donde se protestaba: en los campos de fútbol se veían frecuentemente lluvias de almohadillas cuando ocurría algo consideradoe scandaloso por elpúblico y en los toros se pitaba casi todos los días (es uno de los pocos sitios donde se sigue haciendo).

De todo aquello, más que poco, no queda nada: el público aguanta estoicamente cualquier tostón que se le presente en una sala de cine y teatro («pa eso he pagao»), renunciando tanto al pataleo como a la sala costumbre de abandonar el local; en el fúrbol sólo se pita mecánicamente al árbitro cuando pita contra el equipo local o a los propios jugadores con criterios más que discutibles; y a los toros les quedan dos telediarios. Igual de negro está el debate político, con un gran porcentaje de la población que ha abierto su primer periódico a los 30 años y vota al son de eslóganes, apariencias y fórmulas caducas desde hace más de medio siglo.

Nada tiene de extraño en este caldo de cultivo la situación actual tanto del Real Madriz como de la Coja, dos instituciones disfuncionales por su patológica incapacidad para cortar por lo sano. Es tópico citar a Bernabéu, pero creo que todos tenemos claro que, en una situación con un jugador acabado, sobrepagado y traidor en el equipo, habría hecho muchas cosas antes que ofrecerle un año de titularidad garantizada. Vaya diferencia con este Madrid que parece decirnos que un año no es nada -qué febril la mirada-, así que te jodes y bailas. Y pese a ello, las quejas aún son mínimas; antes bien se alzan a los cielos papeletas blancas un año tras otro. Lo de la Coja es más grave, con todo un país futbolero sabiendo que el actual grupo está más que finiquitado, pero sin nadie con medio cojón para activar la trampilla de los cocodrilos.

Quizá lo más desconcertante de ese ítem Coja sea que un tío como Pantuflo, claramente acomodaticio y poco competente, así como flagrantemente rencoroso y falso humilde para cualquiera con medio ojo en la cara, se haya elevado a la categoría de referente moral en Expaña, como si fuera un Gandalf de Salamanca calvo y barrigón. Yo os digo que no hace muchas décadas cualquier paisano avezado, tras poco tiempo de ver actuar a Pantuflo, habría exclamado con aire de seguridad: «¡¡ese es un sinsustancia!!» Pero no, ahí sigue este señor cobardón, repartidor de favores y aburridísimo, no sólo admirado, sino generando un manto de silencio del que participan incluso periodistas pagados con nuestros impuestos. Matizando mi argumento inicidal, no es que el español no proteste nunca -en realidad sí lo hace cuando le tocan el condumio, aunque tenga que joder al prójimo hasta límites insospechados-, lo malo es que hace mucho que perdió la capacidad de hacerlo con un mínimo criterio. Quizá la esperanza no regrese hasta que se vuelva a escuchar un pataleo en un teatro.

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Yesé (?)

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Jesé (Yesé, que diría el Séneca de Camas) se chascó la rodilla hace medio año, comenzando un proceso de recuperación lento y doloroso como siempre en estos casos. Su caso se sigue con gran interés porque es el mejor canterano desde… ¿siempre? y porque su lesión, tan absurda, se vio complicada por una infección producida durante las primeras fases de recuperación. ¿Qué pasa con nuestro cani de oro? ¿Volverá pronto, volverá bien? En caso de cumplirse ambos supuestos, ¿cuál será su rol?

Aunque algunos esperaban que el canario volviera este mismo Octubre, los informes son contradictorios. Según esta actualización del caso realizada por el bigotudo hijueputa Iñaki Cano, Jesé ha sufrido no uno, sino hasta tres lavados terapéuticos con antibióticos en la rodilla afectada, lo que le haría a uno pensar que la tiene hecha una puta mierda. No obstante, Hugo Cerezo en Marca afirma todo lo contrario: el cani ya corre que se las pela y ha alcanzado una velocidad pu(n)ta de 32 km./h, comparable a la de Gareth Bale. Además, ya está trabajando con balón. En cualquier caso, no parece razonable esperar una reaparición antes de Noviembre. Mientras, el chico se motiva con frases de libros de autoayuda.

¿Y luego qué? Obviamente nadie va a reclamar una titularidad inmediata para Jesé, pero estando Ginesillo de Pasamonte al fondo del escenario pueden producirse situaciones incómodas en breve. Considerando que tanto CR como Benzema tienen actualmente blindaje presidencial y mediático, el punto de mira de Ginés se ha puesto sobre Gareth Bale. ¿Objetivo difícil? Esas cosas nunca le han importando al «representante maravilla». Sin embargo, y pese a que a mí me gustaría ver a Big Flow por delante del fracés horchatero, creo que más le valdría mentalizarse para estar menos un par de temporadas más sin ser titular indiscutible. Esto es el Madrid, y al que no le guste la competencia puede irse, no sé, al Paleti.

En caso de volver bien y cumplir con todo lo que apunta, Jesé -o Yesé- puede convertirse el mejor sucesor de CR7, pero para serlo deberá acostumbrarse a sustituírlo paulatinamente, y dejar que el tiempo ejerza su fuerza implacable. No parece mucho pedir a un jugador con toda su carrera por delante y que, sin ser titular, ya casi es una estrella. Pero claro, teniendo de representante al brazo derecho de Baúl, sinceramente uno nunca sabe.

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