Yo no sé si alguna vez hubo realmente equipos simpáticos en el fúrbol español. Recuerdo que cuando era jovencito me caía muy bien el Betis, y que me jodió mucho la Liga que perdió el Depor por culpa del maricón de Bebeto. También estaba aquel Numancia heroico de los cuartos de final de Copa, el Albacete de Don Benito Floro o el Villarreal que ganó en el Kampf Nou. Pero hoy día, cada vez que hablan de un equipo pequeño «simpático» o «admirable» me parece que me intentan vender algo, como un comercial que pone el pie en la puerta o un testigo de Jehová; enseguida sospecho que en realidad el equipo «simpático» está entrenado por algún tipo del agrado de la prensa, o que me quieren colar alguna épica costrosa de todo a 100. Sea como sea, quiero ganar ya a todos los equipos, si es por 100 a 0 mejor.
Alguno pensará que es una pena ser el equipo malo-imperialista, o incluso que «el antimadridismo crece», que es la teoría de Alcerdo Rebaño, ese hijo de puta por parte de hijo. Pero eso no es ningún problema; de hecho, me gusta que abracemos decididamente la tradición de personajes entrañables como Gengis Khan, Vlad Tepes, el Dr. Doom, Ming el Despiadado o Nobunaga Oda. Sí, la gloria se riega con la sangre de los pequeños, y si te toca estar abajo, mala suerte. Además, el Rayo no tiene sentido desde que se fue Ruiz Mateos, que sí que era un hombre con una misión. Ante la falta de una ley de calidad de los estadios, ahí sigue el campo ése en la Avenida de la Albufera hiriendo nuestros hogos, en vez de derruirlo por el bien de la humanidad o mandar a esta gente a Segunda. Pero ya que nos obligan a jugar en un estadio-chabola una vez al año, nos vamos a vengar en nuestra casa. Siempre he dicho que no quiero morir sin ver al Mandril meter 10 goles en Liga, y hoy puede ser el día. Que sea una fiesta del júrgol, pero con ellos pagando las copas.
Supongo que queréis que le dedique unas palabras a Jémez. Pues bien, sólo le dedico una: hijodeperra. Es más que obvio nadie que guste tanto a los biencomidos de la prensa puede ser bueno. Pero me da igual este tío, que no va a ganar nada en su puta vida. Sólo interesa esta monstruosidad de Madriz que se viene, una obra jurgolística de tal magnitud que va a poner el mundo patas abajo. Cómo será de bueno, que hasta gana partidos con el Topo, desafiando la estabiliad del contínuo espacio-tiempo. En verdad, lo único que cuenta es ver cómo masacramos a un equipucho tras otro, dejando regueros de sangre y hectáreas de tierra quemada allá por donde vamos. Esa es nuestra «simpatía».