Desde que el hombre es hombre, el éxito individual viene determinado por una mezcla de su genética y su entorno: puedes tener genes de calidad pero estar lastrado por un entorno nocivo, o puedes tener un entorno excelente pero carecer de talento; sin embargo, cuando genes y entorno son buenos, en la mayoría de casos se logra el éxito. Este es un principio que podemos extender a los deportes, especialmente a los de equipo: los grandes jugadores necesitan grandes equipos y viceversa. Hay casos paradigmáticos, como los de Ronaldo Nazario y Maradroga, dos de los mejores talentos de siempre y ambos ganadores del Mundial, pero con un palmarés de clubes modesto (ninguno ganó el mejor trofeo del mundo, la Copa de Europa). Resulta paradójico que jugadores como Khedira o Karembeu tengan un palmarés similar o superior.
No son inexistentes los futbolistas errantes que han ganado mucho (Seedorf seguramente sea el caso más llamativo), pero generalmente para triunfar debes empalmar varias temporadas en un club y rodearte del entorno adecuado. Ahí tenemos a Pirlo con sus seis Ligas y dos Champions en Milan y Juve, Matthaüs con sus chorrocientas ligas y copas, Mundial y Eurocopa, Zidane que ganó todo lo ganable… Los dos ejemplos más claros son Ronaldo y Mensi, claro, si bien el caso del portugués es mucho más llamativo, que tiene todos los títulos posibles de clubes incluyendo seis ligas en tres equipos distintos (le cuento ya la de este año) y ha conquistado un título de selecciones siendo de un país minúsculo. Había curiosidad por ver qué sería de Ronaldo y del Madrid una vez que el talento y el entorno ideales se separasen, y el resultado… no ha sido bueno. Sin su factor diferencial, el Madrid dio ascopena y sin la mística europea del Madrid Ronaldo ha caído tristemente en cuartos de final, con todo a favor (ya he dicho que los equipos que ganan demasiado fácilmente sus ligas cada vez lo tendrán peor en Europa). ¿Cómo podría haberse evitado romper la exitosa relación jugador-club? Ronaldo debería haber sido menos rompecojones y la Hacienda española debería haber sido menos voraz; el Madrid, desde luego, podría haber hecho las cosas mejor, pero realmente hizo lo posible por contentar al futbolista. Tardará en encontrar a otro parecido.
En fin, ayer empezarón los cuartos de final de la Euroliga. Como se esperaba, Cheska vapuleó sin misericordia a Baskonia (94-68) y Fener laminó a Zalgiris, anotando 76 puntos y dejando a los lituanos en unos ridículos 43; ojo a esa defensa. Hoy a las siete juega el Barcas, que necesita ganar al menos un partido de visitante al Andalusí, y a las nueve y cuarto debutamos nosotros contra el siempre correoso Panathinaikós. Os enlazaría el análisis de Karusito, ¡pero no ha escrito nada!, así no puedo contaros mucho. Pao este año domina con puño de hierro la liga griega tras la sustitución de Xavi Semidesnatado por Rick Pitino, un veteranísimo del basket universitario USA, y el hundimiento de Olympiakós. Su estrella es Nick Calathés, un base grecoamericano que ha explotado un poco tarde y con una media anotadora de 12 puntos por partido; será clave conseguir cortocircuitarlo.
¿Tiene el Madrí la combinación entorno-talento para engarzar una nueva Final Ford? Yo creo que sí, pero la campaña ha sido una de las más irregulares de los últimos años. Sobre el papel somos mejores que los griegos, pero llevamos acumuladas tantas derrotas aparentemente aleatorias que nada está seguro, menos aún con un Gazpacho más espeso que nunca y Lull viendo el choque por la tele. Digamos que no podremos cagar blando hasta que no ganemos los dos partidos del Wizink, y para ello van a hacer falta muchos, muchos cocojones.