
La dantesca temporada protagonizada por el Farsalona está teniendo un broche excepcional con el drama de la extinción de contrato de Messi, santón mongoloide de la secta culerda. Sin duda, cuando el aficionado barcelonista se imaginaba cómo sería la despedida de su ídolo, visualizaba un Camp Nou lleno hasta los topes en el último partido de liga, con la gran estrella dirigiendo un emotivo discurso a la hinchada, provocando lágrimas en compañeros y afición, para acabar siendo manteado y sacado a hombros entre la mayor ovación de la historia del recinto blaugrana. La realidad está siendo… un poco más prosaica: no hay público, no hay homenaje, no hay despedida emotiva; sólo el jugador y el club enzarzados en una lucha a cara de perro por ver quién puede trincar más millones antes del último portazo.
Es una pugna tremendamente divertida (especialmente para quienes no somos culerdos), con un desenlace difícil de prever. El pronóstico se complica especialmente por un dato que ahora mismo no está claro: si la famosa clausula de salida permite a Messi irse a cualquier club que desee. Aunque en las últimas 48 horas se ha dicho que sólo podría ir a un club no europeo, si examinamos la información de años anteriores, se dice explícitamente que tal restricción no existe. Además, ¿de qué le serviría a Messi una clausula que sólo le permitiera ir a ligas americanas o asiáticas? Todo me lleva a pensar que no existe la mencionada limitación, y que los Mensi lo tienen ya todo negociado con otro club, que no es otro que el Shitty de Guardiola; no se concibe que hubieran dado el paso si no tuvieran ya un compromiso con los qataríes.
Así pues, el único conflicto con el club sería por la fecha límite marcada en el contrato para que Messi comunicase su intención de irse; sin duda los Despachos culerdos se aferrarán a la literalidad del documento para no dejar salir gratis al jugador. Lo que hay en juego es la prima de fichaje que el City haya prometido a Messi, la cual puede ser auténticamente sideral, como explicaré luego. En cualquier caso, la marcha parece casi segura: independientemente de lo que interprete la justicia ordinaria, por lo visto la FIFA (autoridad última de los traspasos) suele ponerse favor del jugador en este tipo de conflcitos, quedando sólo por dirimir la indeminización a percibir por el club. Claro que si el jugador se fuera y luego la justicia ordinaria fallara que hay que pagar la clausula completa, las cosas se pondrían… interesantes.

En cuanto a si el Shitty puede pagar la ficha a Messi: rotundamente sí. Primero, porque no pagan tanto en sueldos como podría pensarse, al menos no oficialmente: según la propia UEFA, son sólo el sexto club europeo en la lista de salarios. Pero aunque este no fuera el caso, les quedarían varias opciones para ajustarse a ese cada vez más laxo fair play financiero, como por ejemplo vender jugadores para liberar masa salarial, pero en realidad lo tienen mucho más fácil: al llegar el jugador libre, podrían firmarle una ficha relativamente modesta y darle la monstruosa prima de fichaje que mencioné antes. ¿100 millones, 150 millones? El cielo es el límite. Además, siempre hay formas «creativas» de pagar salarios. Si Messi (ese hombre al que no le importa el dinero) estuvo recibiendo 2 millones anuales del Barcas limpios de polvo y paja a través de su «fundación benéfica», ¿por qué no iba a poder recibir 10 o 15?
En fin, es una tormenta (de mierda) perfecta. Si cualquiera de las dos partes tuviera un 10% del barcelonismo del que presume, la cosa se habría resuelto en cuestión de horas: o bien el club lo dejaría ir, o el jugador querría dejar un dinero en las arcas blaugranas (como por ejemplo hizo Hazard con el Chelsea), pero la realidad es muy distinta: los directivos están en peligro real de perder patrimonio, por lo que cada euro cuenta, y los Messi hacen los que han hecho desde que el chico pisó Barcelona por primera vez: intentar embolsarse tantos millones como humanamente sea posible. Imagino que al final habrá un traspaso, si bien el Barcas tendrá que conformarse con mucho menos de los 200 y pico millones que está pidiendo. Sea como sea, el desgaste de imagen ante todo el planeta está siendo brutal, y lo que debía ser la despedida épica de una leyenda ha degenerado en un episodio chabacano y fecal, muy acorde con los auténticos y más arraigados valors culés.
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No puedo concluir la entrada sin aludir a la insólita situación de la NBA, donde los Milwakee Bucks (y parece que pronto otros equipos) se han negado a jugar los playoffs para protestar por «la brutalidad policial» y el «racismo sistémico» (más concretamente un caso producido en las últimas horas). Al parecer el proceso lógico de los intelectuales del balón es el siguiente:
– La muerte de un hombre negro en un incidente policial justifica todo tipo de actos de terrorismo callejero.
– El hecho de que cuanto más se sabe de dicho incidente, más justificadas son las acciones de los agentes aquel día, no invalida las protestas.
– Las docenas de muertes posteriores y los miles de millones en daños no son más graves que aquel primer fallecimiento.
– Las autoridades deberían asistir pasivamente a cómo turbas de radicales organizados van arrasando una ciudad estadounidense tras otra.
– Cuando muere cualquier persona de raza negra en un enfrentamiento con la policía se debe al mencionado racismo sistémico, incluso aunque los muertos sean delicuentes peligrosos abatidos en delito flagrante.
– Estos jugadores han violado su contrato laboral y el que une a sus clubes con las televisiones de donde salen sus multimillonarios sueldos (en un país que, según ellos, margina a los negros). Pese a ello, es seguro que aspiran a a cobrar sus salarios íntegros esta temporada.
Por cierto, glorioso el papelón de la NBA, que no sólo estampó el nombre de Black Lives Matter en la pista de Orlando, sino que impuso la ceremonia del arrodillamiento y las camisetas reivindicativas antes de cada partido. Dale a oler un dedo a un tigre, verás lo que le pasa a tu brazo…