
Nuestro hamijo Ángel Riego fue habitual de Fans durante mucho tiempo, durante le cual usó su nombre de guerra «La meseta über alles», aunque para simplificar lo llamábamos «Meseta», «Mesetas» o «Pesetas». Ahora ha lanzado al mundo su primer libro, publicado junto con su hermana, quien habitualmente es feriante de vanidades. El volumen es una interpretación religiosa del Real Madrí, en la cual profundizamos durante el animado diálogo que podéis encontrar bajo estas líneas:
El Socio: En su momento estuviste relacionado con un blog llamado madridistas ateos. Ahora has escrito junto con tu hermana la «historia sagrada del Real Madrid». ¿Te has vuelto «madridista creyente»?
Mesetas: Madridistas ateos no era mío, era de René Freire. Ese blog nos lo descubrió Hughes en fans, recuerdo verle muy excitado con esa nueva escritura, sincopada, mordaz, brutal. René luego sacó el Almanaque Madridista y me invitó a escribir las crónicas. Por ahí también andaban Jarroson, Mercutio, Ángel blog Real Madrid, Favelas y el mismo ateo. La idea de la biblia fue de Marta, ella tuvo la visión en un viaje de La Bañeza a Madrid y yo la corroboré cuando al llegar a la capital vi las 4 torres de Florentino iluminadas por el último sol de la tarde (esto suena cursi pero fue así). En ese momento nos decidimos.
Por otro lado yo soy un madridista que presume de escepticismo pero es todo fachada. Soy un creyente, un bobo, alguien que cree que un ángel del señor nos sacará de cualquier atolladero. Sólo me pasa con el Madrid. Para mí todo son signos, como para el hombre religioso la vida está llena de pequeños sentidos y algo más, un más allá, y cualquier drama o tragedia que le pase la concibe desde las imágenes de su religión. A mí me pasa eso con el Real Madrid. Veo milagros, redención, apocalipsis, siento la pérdida como algo propio, me agarro con desesperación al paño de la virgen (raulismo)… Aunque por otro lado soy capaz de intelectualizar esa pasión, ese nonsense. Soy capaz de estar a ambos lados. De verme desde fuera como si fuera un anfitrión-cyborg- de la serie Westworld y gritarme: ANÁLISIS. Y entonces voy y analizo.
El Socio: Entonces cuando describes al Madrid como fenómeno religioso no es una crítica a los «feligreses».
Mesetas: No, en absoluto. El libro es mordaz a ratos con un cierto tipo de hincha del Madrid (los progres, acomplejados o pedantes) pero nunca con el feligrés. De hecho hay en el fondo un gran respeto por la pasión del madridista y su forma -a veces torpe o vulgar o absurda- de expresarla. El madrid es un fenómeno religioso -o una religión- entre otras cosas porque tiende a lo absoluto. Esa victoria constante es agotadora, como un cielo al que no se puede llegar nunca. Y tiene un pasado mítico -Di Stéfano, Bernabéu- y dogmas que dan la impresión de ser inmutables (y como hemos descubierto en Fans, la prensa los utiliza contra el Madrid).

El Socio: Empezáis hablando de los «tiempos oscuros», casi la prehistoria del club, a principios del siglo XX. ¿Es posible que el fútbol de élite recupere algo de esos tiempos adánicos en los que el Madrid era un equipo de señores muy serios con bigote? Fíjate por ejemplo que Berlusconi se ha comprado el Monza y ha prohibido a sus jugadores los tatus y los peinados raros, y el Leipzig tiene un modelo similar.
Mesetas: ¡Del Bosque! ¡¡Eres un fan oscuro y oculto de Del Bosque!!
El Socio: Ja ja, no jodas. De Del Bosque sólo hay que aprender la capacidad para flotar como un corcho, ¡nada más!
Mesetas: Respondiendo a la pregunta, me temo que no es posible recuperar eso. El fútbol crece entre la chavalada menos seria y formal -salvo excepciones como Butragueño o Xabi Alonso- y se desarrolla aún hoy en zonas marginales o de extrarradio. Y en esos sitios manda la última moda y sobre todo lo que aparente estar fuera del orden y la ley. Se mitifica al traficante y al malote, y los tatuajes y otros aditamentos son parte de esa puesta en escena. En el principio el fútbol era más de las clases ociosas, alta burguesía o aristocracia. Rápidamente se hizo popular y claro, un poco chabacano. Es inevitable y va con el propio fenómeno.
Desde luego con la camiseta inmaculada del Madrid ciertas pintas no pegan en absoluto. Pero tampoco hay que ser angélico como Kroos o Martín Vázquez. El mismo Marcelo se ha convertido en un icono, en una locura permitida en un club que tiende a embalsamarse en lo institucional.

El Socio: Describís a los piperos como esclavos de la rutina. ¿Crees que disfrutan del fútbol?
Mesetas: Tengo mis dudas. Creo que van por inercia al Bernabéu, como tantos católicos que pisan la iglesia sin razón, porque ese paseo y el acudir a los oficios forman parte de su vida, como la familia, votar a la derecha o comer paella los domingos. El Madrid forma parte del plan general para mucha gente, del orden de una vida, y eso se creó en los años 60. Todo esto es un arrastre de aquello. Esos suelen mutar en lo peor del madridismo: fueron raulistas, casillistas y del bosquistas. Parece que sólo se apasionan para defender lo más aburrido y ruin que da el Madrid. Son un caso, la verdad. Como el hombre sin atributos aquel de Musil. Nada brilla en sus vidas. Como ser del Madrid no signfica nada para ellos, sólo se apasionan a la contra. El culto a Íker era una forma de venganza contra el propio Madrid. Y tantos ex del Madrid (Morientes, el propio Íker) parecen tenerle entre asco y tirria al club, son carne de ese pueblo atrofiado. ¿Será eso la esencia malvada de Castilla que tanto susurran nuestros periféricos?
El Socio: Ja ja ja, es posible. Una cosa que me ha llamado la atención en el libro es que el Madrid tuvo un presidente, Antonio Ortega, republicano y fusilado tras la guerra. Nunca lo había oído nombrar, mientras que todo el mundo conoce la historia del presidente barcelonista Sunyol. ¿No debería el Madrid reforzar su imagen de club políticamente neutral?
Mesetas: Claro, pero eso es pedirle mucho al Madrid… el club está demasiado ocupado en extrañísimos traspasos con Sudamérica que son tan transparentes como la piedra de la Meca. En el Madrid nadie se mueve para defender su historia (que por cierto es defender la historia de España, o por lo menos es defender a sus hinchas, que están indefensos con toda la propaganda anti que destila el Cataluña FC). Floren y demás sólo se mueven para defender intereses individuales o su posición en el mercado. Pero el presidente hace una cosa buena: nunca se ha posicionado políticamente. Eso es interesante. El Real Madrid puede representar a España o a Aramís Fuster, y es correcto que el club defienda su propia historia, pero no debe servir nunca como altavoz para ninguna proclama política ni nacional. Eso para el Barsa y sus componendas nacionalistas (que por cierto, son también una prisión; cuando la independencia no llegue y Messi se agote, lo seslóganes maravillosos se les volverán en contra).
Más que Antonio Ortega, que era un tipo malencarado, el Madrid debería reivindicar su pasado republicano. No en plan izquierdista sino transversal: ahí trabajó Bernabéu sin problema, estaba Hernández Coronado mangoneando, un figura que sobrevivió a todo sin mojarse; estaba Sánchez Guerra, que se partió el alma por el club en el principio de la guerra civil y Bernabéu se lo reconoció cuando fue con toda la plantilla a visitarle al monasterio Navarro donde se había exiliado. El Madrid es un club popular que salió adelante gracias a que los socios levantaron con su dinero el estadio de Chamartín. Socios de toda extracción social, clase media o baja la mayoría. Ahí hay material para una exposición sobre Madrid y los años 40, para explicar al mundo el material del que está hecho el Real. En realidad sobre el Madrid se podía hacer una exposición cada semana. El material es infinito. Y a Madrid como ciudad le falta relato. Barcelona se la come ahí.
Lo de Suñol tiene que ver con la filiación nacionalista de aquel presidente del Barsa. Y claro, ahora que buscan la utopía, necesitan mártires, cuando Núñez lo tenían bien escondido. Porque el tío fue un completo imbécil: lo fusilaron porque se confundió de camino. Apareció en las trincheras nacionales con un Visca el Barça y Visca Catalunya. Como si Joan Gaspart se mete en el Drakkar. Un bobo.

El Socio: Y Gamper se voló la cabeza… (¿arrepentido, quizá?). En el libro, Bernabéu es «Yahvé», un presidente al que pone la federación madrileña y se queda hasta la muerte, sin pasar por elecciones. ¿Qué dirían los socios de hoy si se les propusiera algo así?
Mesetas: Bostezarían. La cuestión es que en aquel momento el Madrid todavía no era de los socios. Eso fue con la construcción del estadio, después de aquello. Realmente, Don Santiago era un hombre que tenía una visión. Aparte de la genialidad que trajera de fábrica, en su infancia tan dura en el Escorial, con esos cielos altísimos, forjó un carácter y una obsesión. Se inventó muchas cosas. El fútbol como empresa definitiva, la Copa de Europa -sin su empuje no hubiera existido-, las giras mundiales, el pisarle los fichajes a otro club, las megaestrellas que atrajeran a las masas, el unir un club a un país para beneficiarse de esa corriente… Es un hombre poco estudiado aunque salió mucho en la prensa. Uno de los titanes del siglo XX, y sin duda el directivo más importante que ha dado el fútbol.
También un patriarca autoritario. Quizás por eso su figura hoy no sea correcta para las masas, para los niños. Merecería haber sido filmado por John Ford. Mi hermana se enamoró de esa figura. Quizás influyó que mi padre murió durante la escritura del libro, y mi padre era muy patriarca, muy paternalista y un poco autoritario, también. Esos hombres que parecen desgajados de una montaña. Van quedando pocos y los que quedan están confinados en reservas.
El Socio: ¿Y Florentino tiene complejo de no ser Bernabéu o ya le da un poco igual?
Mesetas: Florentino es muy consciente de sí. Siempre quiso ser el nuevo Bernabéu y lo está consiguiendo. Desde las giras mundiales hasta el gran fichaje cada año para que el Madrid esté siempre en lo alto del firmamento, ha renovado el legado de Bernabéu. Le ha añadido oropel y algo de cartón piedra -el florentinismo-, pero ya no vivimos tiempos austeros, y esa cosa walt disneyana del Madrid de Floren se ha demostrado que fascina a medio mundo. Floren tiene una idea de club, eso no se veía desde el patriarca. Mendoza, por ejemplo, era listo, simpático y tenía mano en el gobierno socialista, pero no tenía un enfoque original ni concreto. Tuvo la suerte de que le naciera una camada de genios y los mimó. Cuando la Quinta se agotó, él se quedó sin ideas y sin dinero. Y fue un estropicio.
El Socio: Ajá. En realidad el modelo no ha cambiado tanto: comprar a los mejores, generar dinero y reinvertirlo en el estadio. Florentino es más continuador de Bernabéu de lo que se dice, ¿no?
Mesetas: Si, exacto. Eso lo decía Di Stéfano… el viejo todo lo que gana lo invierte en hacer más grande el estadio, y así la gente se deja el dinero para traer jugadores que atraigan a la gente y así tener dinero para hacer aún más grande el estadio. Y así hasta el infinito.
El Socio: El Bernabéu es la «catedral» de esta religión, pero yo creo que si se produjera un traslado, la gente tardaría tres meses en olvidarse del antiguo estadio. ¿Qué opinas?
Mesetas: Jaja, es tu obsesión… miedo me das. Ya te saliste con la tuya con la Grada de animación. ¡Eres el Bernabéu de esta generación! Del Prado al Bernabéu, la Castellana, es la senda de los elefantes de la nación española. Ese simbolismo se perdería si nos llevamos al templo a otra parte. Tener el estadio ahí, en medio de todo el mejunje, en un barrio bien chulo, es algo impagable. Ahora la mayoría de los estadios están en sitios inhóspitos, fuera de la vida, en no-lugares. Eso es herencia de los americanos y su forma de entenderlo todo por separado. Supongo que acabaremos así, pero hay que intentar que sea lo más tarde posible. Por lo menos que dure hasta la independencia de Cataluña.
Quitar el Bernabéu de la Castellana es descapitalizar el Madrid. La gente se olvida, puede ser. Pero es que la gente en Madrid no tiene memoria de ningún tipo. Nadie se acuerda ya de Gallardón. Es una ciudad que levita, su masa molecular son las estructuras del estado y el Bernabéu cumple una función. Dentro de la desmemoria general de Madrid (que la hace tan abierta), la catedral madridista es un aviso. Sería la forma religiosa de la nación política española. Y todo esto en silencio. Agazapada. No hace falta que nadie lo diga. Pero está.

El Socio: Bueno, no sufras, que parece que se queda ahí otros treinta años, ja ja. Di Stéfano es el «profeta». ¿En estos tiempos de hombres-niños son posibles jugadores como él? ¿Le ves algún paralelismo con Cristiano?
Mesetas: Hombre… Cristiano es hombre-niñato, e incluso folklórica trasgender, pero su obsesión por ganar es la de Di Stéfano. No es fácil mantener esa obsesión así, tan pura, después de tantos años. Es una forma de locura que tienen muy pocos deportistas. Pero Cristiano no ha puesto patas arriba el fútbol como Di Stéfano (que al fin y al cabo trajo el ritmo, el regate y las formas de Sudamérica a la recia Europa). Cristiano empuja al equipo a ganar, pero no se integró nunca en los mecanismos profundos del Madrid. No hacía pedagogía con los nuevos ni daba la cara más que en el campo. Di Stéfano ERA el Madrid y todas sus cualidades se convirtieron en el credo del Madrid a partir de entonces. Las cualidades de Cristiano se agotan en él. No deja estela más allá de sus gestos de cómic (y de sus 4 millones de goles, claro).
El Socio: En ese aspecto cala más Raúl, que como jugador ha sido muchísimo menos. Pero ahora que no nos lee nadie: ¿a Raúl le motiva más el bien del Madrid o el seguir siendo relevante de alguna forma?
Mesetas: Raúl tiene un algo siniestro, desde luego. Bien lo calamos aquí. Pero le gusta ganar. Se muere por ganar. Yo creo que le gusta el Madrid sólo por eso, no es esa pasión infantil tan pura de Guti, por ejemplo. O de muchos jugadores extranjeros, como Roberto Carlos o Zidane, que parece que entienden lo que es el Madrid de una forma intuitiva mejor que los españoles.
Es que el Madrid es una cosa muy rara. La motivación del piqué con el Barsa es muy clara: no es sólo el equipo de su infancia sino también el equipo de su país; de gente como él y que compra el pan donde lo compra él. ¿Tiene Raúl esa motivación? Lo dudo. ¿Qué es el Madrid? Todo el libro es una respuesta a esa pregunta.
Por ejemplo, en el interior de España se nota bien qué es el Madrid. O una forma muy clara y concisa de ser del Madrid. El Madrid es la venganza de la provincia. La venganza del español profundo que ha estado siglos recibiendo humillaciones desde fuera y desde dentro de España. En ese sentido entiendo la pasión por Raúl, porque desde sus andares atrabiliarios y su mirada torva representa, con su coraje y sus ansias sordas por ganar, a ese pueblo desperdigado por el subsuelo español. Habría que ver si Raúl lo ve así, y cuál es su pasión si es que la tiene. Yo no lo sé, y sus declaraciones son ya institucionales, aburridas, neutras, impersonales. Eso es odioso y es lo peor del Madrid. Ese tipo de declaraciones. Quizás se hacen porque el club está desabrigado -como la ciudad- y si te significas mínimamente te aplastan contra la pared. Todo lo utilizarán contra ti. Y eso convierte a los jugadores en máquinas de soltar estereotipos. Y a Floren y al buitre, en la máquina más perfecta de vacío de la historia de la humanidad. Algo de eso lo tiene también la ciudad.
El Real Madrid está entre la nada y el todo. No es literatura, es justo así. Nosotros nos vemos como un horizonte sin fin, y de hecho no nos interesa el resto del fútbol (porque lo que no es el Madrid es el resto del fútbol). Y el resto del fútbol nos ve como un castillo en la niebla que se diluye porque no tiene un significado. Qué es? Es algo demasiado grande para ser algo. Sobre todo el Madrid ganador. Es un poder irreversible. ¿Qué es? El Madrid de entreguerras sí que es algo muy definido y castizo y desde fuera se ve como algo más concreto y también inofensivo. Pero la gente se identificaba con aquel Madrid de los ochenta, y las identificaciones son para toda la vida. Qué cosa, el Madrid.

El Socio: Ja ja. El caso es que para el aficionado Raúl se salva de la quema, no así Casillas, «el ángel caído». Yo los veo personajes muy parecidos, pero creo que a Casillas se lo carga twitter (con su sobreabundancia de información) y la falta de inteligencia emocional. ¿Cómo lo ves?
Mesetas: Lo primero es que Raúl fue mucho más mito que Casillas. Iker es sobre todo selección. Raúl es madridista auténtico hasta en eso: hizo el ridículo en la selección y un penalti al poste fue su mayor aportación. Iker era patrimonio de un sector muy concreto del Bernabéu, infantilizado, de un patriotismo suave y sin verdadera pasión. Ya hemos hablado de eso. Raúl era de casi todos. Era la respiración del estadio, y esa pasión muy auténtica y honda del madridismo por él, la manipuló. Pero no ha seguido por ahí. Casillas sigue en su senda estúpida.
Quizás es que es así de bobo o no tiene a nadie que lo aconseje -su mujer, con pocas luces y ávida de poder, eso parece-. Porque Casillas con cada declaración se cierra una puerta y se mancha un poco más. Raúl lo hizo todo en la penumbra, con sus tejemanejes ocultados por la prensa que eran parte contratante. Cuando quería lanzar mensajes lo hacía a través de periodistas amigos, pero de forma sutil. Sólo Diego Torres puso sacó las cañerías al aire. Pero después del Mouriñismo, y como dices con Twiter siendo parte fundamental en la conversación madridista -ya no sólo la radio y el As-Marca- todos esos tejemanejes quedaron a la vista del público. Además iker tiene menos malicia que Raúl, quizás porque se ha creído la fábula de maravilla de la roja, o quizás porque ve a Xavi en el Barsa decir más o menos lo que quiere, pero el Barsa no es el Madrid y no tiene un antibarcelonismo rampante ni a medio mundo auscultando cada declaración tuya.
El caso es que a Iker lo defendían periodistas que a la vez contaban interioridades del vestuario y lo hablaban sin decoro. Así, a palo seco. Y el caso es que Twiter lo crucificó con razón y la prensa -muy puta ella- también se hacía eco de eso. Todo el cacao pasó a los bares, a la plebe y al Bernabéu, y su figura quedó muy dañada, por los suelos, y sigue bajando escalones hasta llegar quién sabe dónde. A la habitación donde se esconde Dani Mateo o algo así, supongo. Sí, inteligencia emocional no tiene. Se ha creído su personaje. Que es un ángel inmaculado.
El Socio: ¿Cómo han ido las presentaciones del libro, qué tal ha sido la interacción con el público?
Mesetas: En la de Barcelona habló solo Tomás Guasch. Conviene llevarle a una presentación. Lo hace todo él. En Madrid hubo democracia. Bustos se explica muy bien y dio un repaso a temas centrales del libro, de una forma sintética, que es algo muy difícil. Y Hughes estaba en plan Juan Manuel De Prada, poniendo puntos sobre las íes y pidiendo un nuevo cruyffismo. En las presentaciones descubres lo que significan las palabras, cuál es la reacción del público. Y el público adora hablar de sus iconos, todos tienen un Madrid o un jugador al que deben reivindicar. Un hombre en el público se enfervorizó hablando de Redondo, otro de Míchel. El tema político, sin embargo, no interesa en absoluto. Que si el Madrid representa o no sé qué de Cataluña, a la gente se la trae al pairo. Eso es más para twiter y para la soledad de la página.
Luego está la firma de libros. Eso es una maravilla. Me sentía como un señor feudal regalando sonrisas a sus súbditos. Las chicas venían y me llamaban Meseta con una sonrisa que nunca tuvo Raúl. Apenas hay lugar para lo intelectual, pero la gente disfruta en cuanto vas a algún lugar de la memoria y llevas de la mano al oyente, que desea que le pintes con palabras bonitas el paisaje de la infancia que él conserva entre llamas. Molan.

El Socio: Ja ja, bien. Abundando un poco en esto, ¿la «nueva ola» del madridismo que surge la pasada década dejará huella o se perderá como cáscaras de pipas en la grada? ¿Por qué se ve sólo en prensa generalista y nunca en la deportiva?
Mesetas: Sí, es curioso eso. No lo había pensado. La prensa deportiva es muy exitosa y tiene una forma concreta de hablar del Madrid y de fútbol, no va a cambiar su modelo así como así. Además, casi todos son del Atleti, como sabemos. En la prensa deportiva sólo hay cabida a dos tipos de relato “culto”: el segurolista-valdanista con deje argentino (Menotti); y el que bebe de la metáfora y es hijo de Julio César iglesias.
Este madridismo moderno y mordaz no parece que tenga cabida ahí; hay algo que suena muy mal, como un acorde roto, cuando mezclas las dos cosas. Y luego, la prensa deportiva vive en parte de la amistad con los jugadores y nosotros somos muy burros y sarcásticos. Nos odian. Bustos, Jabois, Hughes, Rafa Cabeleira. Son estos cuatro los que están en prensa generalista. A todos los conocimos por twiter y todo se juntaron de alguna forma -con la excepción de Cabeleira- alrededor de la pira del mouriñismo. Quizás sea coincidencia. Algo irrepetible. Pero todo este movimiento ha traspasado los límites de la prensa, hay montones de madridistas que ven el Madrid con unos ojos diferentes. Y las redes sociales son ya la realidad.
El Socio: Gistau también, ¿no? Aunque tenga muchos dejes piperos, el gañote deluxe como dice Valera, ja ja.
Mesetas: Sí, Gistau también.
El Socio: Para terminar: ¿después de Flópor, otra travesía del desierto?
Mesetas: Sí, hasta llegar a Arabia Saudí. Nadie sabe. ¿Habrá liga europea? ¿Existirá España? ¿El Barsa volverá a sacar otro mutante con poderes magnéticos? Ni siquiera sé si la estructura de Flóper es dura e inmutable, o si hay estructura en el Madrid. Pero sí hay tipos inteligentes: uno es Raúl, aunque nos hayamos metido con él. Otro es el buitre. Detrás de esa fachada mediocre tiene que haber alguien muy inteligente. O eso me gusta pensar. Otro que anda por ahí es Sanchís. Menudos tres apasionados… Estamos condenados al discurso neutro de la capital; es lo peor del poder en un país hipócrita, no podemos exhibirlo apenas.
El Socio: Ja ja, que Dios nos pille confesados, nunca mejor dicho para el caso.
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