Por Rappol
Partidito de esos de alineador. Piluca por Pijamita, los vendibles que se pueden volver invendibles (hics), algún retorno y los sufridos fijos. ¿Qué podía salir mal? Nada, estando Mr. Mojo Saes. Conque estaba a otras cosas con el ordenata hasta que cambié de ventana y vi que en el 5 íbamos ya con premio. Jugada rara en el reino del Morciégalo y Piluca vendido ante remate llegador por el centro. Buen guion para el arranque.
El Hijo del Viento comenzó a lo suyo por la derecha, y lo cierto es que merecimos empatar pronto si no fuera porque Benzema estaba en uno de esos días en los que daría uno sus cocacolas por ver si llevaba el muchacho una compresa puesta o algo así. Qué remates, qué sudores, qué poco apetito sexual. Isco, mientras tanto, alegraba a su suegra. Y lo cierto es que el equipo a partir de tres cuartos estaba pintoncillo, pero a la hora de salir desde atrás era como el chavalito que ha quedado pero no tiene ganas, y no deja de volver a subir a su piso compartido a buscar excusas. Que si las llaves, que si tiene comida el puto gato, que si la caja de condones está en el escondite. Esas cosas del Madrid adolescente que plantó el divino calvo sobre el campo.
En una de esas llegadas pintonas, Ibrahima Gasama Borama hizo una especie de asistencia, tras disparo mocoso de Benzema que -esto fue épico- el propio Benzema trató de rematar arrastrando el culo por el suelo bien fuerte para que no se le despegara el Carefree, o algo. Pero allí estaba Isco, que quiere mucho a su suegra, para empujarla con gracejo y celebrar, que al tipo le falta mucho que celebrar últimamente. Bien Isco. Corría más o menos, y sudaba alguna bebida buena sin que pareciera sufrir tanto las resacas de semanas atrás.
El desarreglo hormonal continuó durante la segunda parte, con un Wesca que intentaba contras panchas pero sólo inquietaba a balón parado, empequeñeciendo a Piluca, que es un portero de esos que en cuanto se pone bajo los tres palos parece que encoge. Cualquiera diría que es el hijo de Onésimo y no de la última gran leyenda estética del fútbol del siglo XXI.
Así que el partido continuó hasta que Cebollas remachó un nuevo acto de generosidad de Benzema (este tipo acabará en la ONU o algo así), y la grada suspiró ufana volviendo a la pipa, en su tradicional acto amoroso de los domingos. Pero el Wesca era mucho Wesca en los corners, y en uno apareció un sospechoso de etarra para empatar. Piluca no llegaba, así que compuso una bonita estampa para dejar claro que en sus genes algo de estética lucha por manifestarse.
Sí, sí. Hubo cambios. Pero no los recuerdo mucho. Creo que salió Valverde, y también Mariano, y creo que otro también. Pero es que a mí me llevaban los demonios charcuteros viendo a Mortadela Galesa depreciándose al nivel del Argal. Qué partidito, qué desidia, que le pongan a correr detrás de una bola de golf.
Pero estaba Mr. Mojo Saes. Y eso es mucho más de lo que podemos desear. Volver a ver a ese Madrid agónico que consigue la victoria en el tramo final. Gran centro de Morty, dejada rara de noséquién (se pidió offside) y remate maravilloso de Benzema, que debió sentir que ya había terminado de manchar. Al final pitó el árbitro y algunos celebraban. Porque el fútbol es así. Bonito, juvenil, heterodoxo. El fútbol que huele a pelotas húmedas y semen en las cortinas. El fútbol que huele a desodorante roll-on y gotitas de pipí en las bragas. Y ese fútbol, ha vuelto a casa.
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– Mándril: 3 (Bluffisco, Benzemalo y Cebollas)
– Osca: 2 (Uh…)