– «Alguien» filtra al Real Madrid hace semanas que Kunta ha ganado la Pilota D’Or.
– A última hora lo gana un muchacho que no está nominado ni a mejor jugador de su liga, que no está en el 11 ideal de la Champions y que pasó por ahí en la Euro.
– Es muy improbable que se haya manipulado la votación a posteriori. Lo que es muy fácil es «influirla» engrasándola con (petro)dólares, o simplemente filtrar un ganador falso al Madrid para agitar al club y todo su entorno, incluyendo a Naiki. He puesto la UEFA en el titular, pero si el complot es cierto, habría muchos actores, desde France Football haciendo de títere a una monarquía de desiertos lejanos.
– No obstante, se supone que se está premiando el año natural completo, que por fuerza debería ser 2023. Seedorf dice que votó hace casi un año. ¿Se está premiando a Loldrigo por la Champions 2023? ¿Qué sentido tiene hacerlo año y medio después?
– Sea como sea, el Madrit decide quedarse en casa, después de decir «Por supuesto, esto significa… la guerra». Las consecuencias a futuro son imprevisibles. ¿Será el estímulo que necesitaba un equipo adormecido o un golpe letal a su moral? .
Antes de que empezara el partido, dudaba sobre si sería buena idea volver a ver una primera parte del Real Madrid de esta temporada, habida cuenta de que parecían venir dejando lo mejor en el fondo de sus barricas escrotales para espurrearlo sobre cualquier equipo en el transcurso de las segundas partes. Así sucedió que, pese a los esfuerzos por eyacular que los blancos desplegaron durante la primera parte [No debí ver la primera parte], e incluso contando con las maniobras tácticas encaminadas a contener la eyaculación, cosa que, por otro lado, no resulta muy errejonista, aunque puede que sí caballerosa y afecta, quizá en algún grado incomprensible, al señorío del Caserío, o a los payeses, o a los payoyos, porque es very difficult todo esto… al final lo que vino a suceder es que el Real Madrid destrempó sin haber marcado ningún gol, para acabar viéndose como un equipo desquiciadito (sin llegar a lo del Renacido Gavi, que sólo entró en juego al final para intentar echar del campo a Vinicius), que encajó una goleada extraña sobre la que Don Carlo vino a decir en rueda de prensa [Esto siempre me ha sonado a artilugio de castigo del medievo], que bueno, que en fin, que vale, pero que «no podemos tirarlo todo a la basura». Y desde luego que no podemos hacerlo sin tener en cuenta a qué hora pasan los rumanos, panchos y culés a escarbar en los contenedores de nuestros barrios. Porque, ante todo, hay que ser un buen ciudadano y acudir a las fuentes a celebrar trofeos, que esto es fútbol y no la fiesta de la democracia.
Yo tengo todo el respeto del mundo por Don Carlo. Como en su tiempo lo tuve por Don José, o por Don Fabio, o por Don Santiago y, por supuesto, por Don Zinedine. Porque para mí los buenos entrenadores son los que sacan la basura a la hora en la que van a pasar los rumanos, los panchos o los culés; y tienen en cuenta de dónde viene el equipo y hacia dónde puede ir. Este señor no va a enloquecer ahora, por más que a algunos les gustara que enloqueciera y que metiera al equipo en un retrete y cerrara el pestillo, para luego echarlo a los leones. No. Don Carlo tiene que terminar la temporada y cuadrar el círculo. Y queda mucha temporada, y puede que algún disgusto más pero, ¿cuál es la verdadera entidad de estos disgustos y, sobre todo, de los disgustos de estos años de buenas añadas de Ribera del Duero para el madridismo? Seamos justos, no garzoneemos.
El Real Madrid se troleó anoche un poco a sí mismo con aquello de «así tenemos que jugar desde el principio», errejoneó un poco, se dio la vuelta como un calcetín y se encontró con la tormentilla perfecta y el equipo partido en maderos que no se iban a poder juntar para salir a flote en esta ocasión porque las piernas (y sobre todo las cabezas) no dieron para más allá del 0-2. Se nos rompió la racha de tanto usarla. Y qué mejor momento para ello, que las fuentes del noreste estaban muy descuidadas, llenas de colillas de porro y puntas de machetes quebradas, cadenitas y tarjetas de transporte usadas, condones de colorines con sabor a neoliberalismo, entradas para museos, cartones de vino barato y flyers de Tecnocasa. Qué mejor día para caer que esta noche, dejando los contenedores rebosantes de basura para que la plebe pueda darse ese festín que tantísimo echaba de menos…
Claro que podríamos tirarlo todo a la basura. Pero no será ahora, ni por estos motivos. Este no es un equipo ni un proyecto para tirar a la basura. Se saca un poco para los jabalíes ahora, aunque ya dijo el pintor Strauch que en esa parte de la montaña nunca había habido jabalíes. Y yo tengo que creer al pintor Strauch. Por eso digo que se debe sacar la basura, pero no toda; sólo un poco, para deleite de los jabalíes e indecencia de las fuentes.
Ayer se corrió, pero no se marcó. Y por ahí se fue yendo el partido a la basura. El Real Madrid siempre hace feliz a alguien. Me quedo con eso y una copa de vino, después de bajar a tirar la basura.
Desconozco cuál es el afán principal del Real Madrid como entidad cosmogónica, el afán actual, quiero decir. Tomado por partes —desde el principio de los tiempos futbolísticos—, unas partes del Real Madrid (las más fofas y diletantes) nos hablan del señorío y todas esas gilipolleces; otras de la gloria, la agonía… del ansia, de la catarsis… e incluso otras de la simplificación de las cuestiones de la vida y el azar [No venga usted a ver nuestras primeras partes, y ni siquiera contemple todo el tiempo que duren las segundas]. ¿Qué es el Real Madrid? No lo sé. Quizá un charco blanco en el que la vida se genera, se replica, colapsa, se desborda, se pudre, se seca, se estaciona, desaparece, reaparece… ¿Es una metástasis cancerosa que afecta al fútbol? ¿Es un engaño o es un ardid? No lo sé, digo. Pero cuando se ponen a correr…
La montaña de problemas del Real Madrid se parece —hablando de oídas— a la de las papas que tradicionalmente le ponían a uno a pelar cuando hacía el servicio militar. De manera que se sienta uno a robar impuestos viendo fútbol pirata y no le ve buena cara al enfermo [Tenía que hacer traído calderilla que echar a la tele del hospital, pienso]. Esos retornos de los amarillos (siempre nos dan problemas los equipos que visten de ese tono de amarillo) amenazaban los ojales depilados de las divas blancas, como si en lugar de Normas fueran Elizabets. Sin embargo, eran retornos de pacotilla: el eterno retorno pertenece sólo a los que son capaces de parir hermosos retoños después de haber alumbrado un hatajo de cuescos y excrementos amorfos. Lo han hecho tantas veces antes que ya no sienten asco ni premura. ¿Quién juega por aquí? ¿Quién juega por allí?
El testarazo de Rúgider, después de quince minutos de merodeo serio tras un ridículo corner cedido al-empujón puso la primera pieza del puzzle-que-te-voy-a-montar-sahinito. Luego lees las cátedras postpartido que sientan los protagonistas, y te das cuenta de que todo era una broma: «Si marcábamos el primero…». El testarazo de Rúgider… Y empiezas a ver las caras, Juan Bautista: ¿nos van a bautizar otra vez? Joder. Sí. Pero haciéndote un Blacked que no se te va a olvidar en décadas.
Entonces te empatan con el segundo churrero, un toro que ha dormido mala siesta, un rubio que se pensaba que le iban a sacar en el Hola de Dortmund haciendo puré de patata y chucrut con la receta de la abuela… Y las caras, Johann, haciendo con la lengua el gesto de estar empezando a comerse un chupa-chups amargo, casi con sabor a polla. Es ese preciso instante en el que los amarillentos germanos palidecen un poquito más, abandonando ese atlético pensamiento de que el 0-2 hacía justicia por aquella final que perdieron recientemente. Nonono. No puede ser. El fútbol nos debe una victoria contra estos hijosdeputa de blanco…
El fútbol no te debe una puta mierda en cuanto dejas de correr.
Renacidos, sin osos, pero con sahinitos. Sep. Son los mismos tipos. ¿Qué probabilidad había de que Lucas Vázquez hiciera una pared con un jugador alemán (te tienes que reír)…¡es que hace una puta pared con el jugador alemán antes de resolver agonísticamente! (así resuelven los desesperados)… Y 3-2, y me toco las venas, y hago un gesto de cuenco polvoriento, o mojón o no sé qué coño hace…Renacer. Supongo que renace, cuando estaba tan cubierto de mierda que iban a ir unos voluntarios universitarios con palas a hacerle una limpieza-nunca-mais.
¿Estas cosas por qué pasan? Qué más da. Tú eres de Dortmund, yo de Málaga y este cabrón es gallego pero juega en el Real Madrid desde ni me acuerdo cuándo y tiene más copas que Neymar y Guti, que ya juntarán.
El resto queda para Vinicius. Mandela, Mandala, Vini Parks, Tobillos Subnormales, Vinicibus, Vinito, El Activista… y todo lo que os salga de los huevos. El mejor jugador del mundo. Punto.
¿Problemas? Sí. Muchos. Pero qué más dará. Cuando al fin se junten todos los amiguitos al mismo tiempo… Que corran un poquito más, quizá, pero sin pasarse, que la temporada es muy larga.
– Real Madrid: 5 (Runigger, Puficius (3) y Lucas Dóping) – Sahin Rovers: 2
Uno de los peores partido que recuerdo al Madrid de los últimos años. Cada jornada parece que empeoramos en defensa, menos mal que en ataque sacamos petróleo de lo poco que generamos. La verdad es que esto ya se está enquistando demasiado, el partido del Lille fue malo pero no tan malo como este. Nos hemos pasado el partido atentando contra los principios básicos del juego. Joder, que hemos ido por delante o empatados todo el tiempo y se han plantado 4 veces solos frente a Courtois.
Si te la estás jugando para remontar vale, pero dominando tú en el marcador es un síntoma malísimo. Podemos decir lo que queramos del entrenador pero seguro que no le ha pedido a Tchouameni que se deje robar un balón tontamente por hacer un regates inútil en el centro del campo con casi todo el equipo por delante.
Creo que los chicos han empezado la temporada muy relajados tras las emociones y éxitos de la pasada y el fichaje de Mbappé. Han pensado que al tran tran ya tenían ganada otra Liga y las semis de Champions. Ahora esto es un descalzaperros que diría Relaño, y no va a ser fácil coger la buena dinámica porque empieza a faltar la fé del grupo en sí mismo.
·····
– Celtic Uralita: 1 – Real Madriz: 2(Negro Pesetas y Pollicius)
Sí, bueno, ¿no? Ayer hubo «Champions femenina». ¡Qué gran evento, qué espectáculo para las masas! No se habla de otra cosas en bares, supermercados, universidades y puticlubs. Tremendo, oiga: la Premier, la NBA, la NFL y hasta la OTAN (otra empresa de entretenimiento) tiemblan ante este torrente que amenaza con llevarlas a la irrelevancia. Estoy bromeando, claro: el fútbol femenino es un poquito peor que el masculino. ¿Un poquito? Es una reputísima mierda, una farsa en el sentido más literal: el de una cosa que nos intentan hacer pasar por otra, el sucedáneo de pésima calidad presentado como el producto auténtico.
¿Las mujeres son malas para el deporte? Obviamente, no: aunque a nivel competitivo jamás podrán ganar a los hombres en una disciplina de élite (y sí, eso incluye deportes «mentales» como el ajedrez), pueden ser excelentes deportistas, y gracias a sus características de elasticidad, coordinación y belleza algunas de las disciplinas que practican son un auténtico deleite de ver, como la gimnasia (en vertiente atlética y rítmica), el patinaje artístico o el voleibol.
No obstante, cuando hablamos de fútbol… la cosa es muy distinta. La anatomía femenina es incompatible con la práctica de este deporte a alto nivel, punto. Las mujeres carecen de las características de velocidad, cambio de ritmo, resistencia al choque y salto necesarias para jugar a fútbol de élite, no digamos ya si les ponemos porterías simplemente gigantes para lo que puede cubrir el cuerpo de una fémina. Todo se convierte en un espectáculo grotesco que no es sino una copia burlona del fútbol que, para bien o para mal, es el auténtico: el masculino.
Censuro a las mujeres que quieren jugar al fútbol, sí. Igual que a las que hacen halterofilia o a las que lanzan peso; son actividades antifemeninas que deforman su cuerpo y no producen ni entretenimiento ni beneficio tangible; simplemente se dedican recursos a satisfacer unas aficiones de nicho que jamás deberían abandonar el amateurismo. El abrumador porcentaje de lesbianas entre las futbolistas «profesionales» no hace sino reforzar este argumento de la antifeminidad, el cual defenderé aquí y ante el tribunal de La Haya si es preciso. El fútbol femenino convierte a las mujeres en lo que jamás deben ser: imitaciones de los peores ejemplares masculinos de la actualidad.
¿No me creen? ¿Soy un radical, quizá? ¿Necesitan pruebas? Veamos el partido de la llamada Champions League Femenina (competición con un himno satánico) que disputaron ayer el Chelsea y el Tacón (me niego a llamarlo Real Madrid). Tal encuentro es lo mejor que puede ofrecer el fútbol femenino profesional, y deja bien a las claras por qué habría que devolver esta disciplina a las catacumbas del deporte aficionado. Desgranemos:
El 1-0 de las inglesas es como casi todos los goles del fútbol femenino: fruto de un error, un rebote, un accidente, casi nunca de acciones positivas y engarzadas exitosamente. La de azul remata y la defensora taconista, en su intento de despejar, manda torpemente el balón a su propia portería. Claro que peor es la jugada que precede al tanto, donde una rival, tras recuperar el balón en el medio campo, supera cómodamente a toda la defensa taconista únicamente con recorrer la banda derecha a la carrera.
El 2-0 llega por una entrada torpísima de otra jugadora taconista, la cual lanza una patada al aire dentro del área, con el poco sorprendente resultado de cometer penalti sobre una rival. El 2-1 es otra concatenación de errores -siempre mucho más amenos con la música de Benny Hill de fondo-, tras la cual el balón llega a la atacante taconista, quien por fin lo enchola en la portería; los tantos del fútbol femenino raramente son limpios, casi siempre llegan tras rebotes y accidentes que quitan cualquier sensación de propósito conjunto, de culminación de la jugada. El 3-1 es una de las acciones que mejor ejemplifican esta disciplina: una jugadora del Chelsea ejecuta un amable rematito de cabeza que lanza el balón bombeado hacia la portería; tal parábola, que podría ser abortada sin la menor dificultad por cualquier portero masculino de más de catorce años, resulta no obstante inalcanzable para la «portera de élite» taconista Misa. En el 3-2, tras una defensa cómicamente deficiente del Chelsea, el remate de la taconista desde la derecha del área ni siquiera ve puerta, convirtiéndose en un centro-chut que llega a una compañera, quien es la que logra marcar no sin antes trompicarse.
Este partido no es más que uno de tantos con el mismo nivel paupérrimo, incluyendo las finales de las máximas competiciones. ¿Por qué seguimos con la farsa? ¿Por qué continuamos simulando que este pseudodeporte es importante, como que le interesa a alguien, cuando los estadios están siempre vacíos -excepto en eventos publicitados y con entradas semigratuitas- y la audiencia televisiva es inexistente? La pregunta es retórica, claro: por política, pero entendida en su sentido más pedestre: no la política de Pericles, Isabel de Castilla, Reagan o Thatcher, sino la de Irene Montero y Teresa Rodríguez. Una política que ha encumbrado a personajes como la repugnante embustera Jenny Hermoso o la activista de ultraizquierda Megan Rapinoe.
Yo digo basta ya: el fútbol femenino no es digno de jugarse profesionalmente, simplemente porque es un espectáculo de pésima calidad y ultradeficitario. Asociarlo a la marca Real Madrid ha sido el mayor error de la presidencia de Florentino Pérez, junto con la fachada chapucera del Balay Stadium, y se podría haber evitado tan garrafal patinazo con sólo dos frases mágicas, las que habría dicho Bernabéu: «no existe demanda» y «no es sostenible». Ante todos los corifeos del florentinismo acrítico lo diré una y mil veces: este tal deporte, practicado por barriobajeras masculinizadas y casadas entre ellas, NO es ni podrá nunca ser el Real Madrid.