El Gobierno de Rajoy habrá soprendido sólo a los que esperaran otra cosa (a quienes le votaron, básicamente). Si varios años de tibieza, poco coraje y menos ideas se premian con un masivo apoyo electoral, resulta completamente lógico que el gobierno resultante siga la misma línea. Especialmente significativa es la inclusión de A.R. Gallardón, político profesional desde su misma concepción en el útero materno, quien ha pasado por casi todos los cargos posibles, aburriéndose de todos ellos, siendo como eran simples trámites en sus aspiraciones. Ya sólo le quedaba ser ministro y presidente (aunque un presidente «enfant terrible» no será, que es lo que él ambicionaba), y ahí lo tenemos instalado como prócer de justicia. Irónico, él que sirvió notoriamente de los jueces para llevar a cabo venganzas personales. No esperen nada bueno en esta materia durante la legislatura, y por supuesto no sueñen jamás con conocer la verdad del 11-M, ya herida permanente de nuestra historia (una más, ¡tampoco importa tanto!). Eso sí, habrá unos discursos de puta madre en la apertura del año judicial. Lo dicho, los que votaron al Pepe sabrán sus motivos. Alternativas había.
En cuanto al resto de Ministros-fistros, pues ya se sabe, alguno competente y sobre todo muchas lealtades premiadas, que esto es política profesional, hoyga. Me dicen que también hay masones, pero ésas son cosas que se me escapan un tanto. ¡Ah, y los madrileños hemos amanecido con nueva alcaldesa! Se ve que como no es un puesto importante, lo puede ejercer tranquilamente el siguiente en el escalafón. Todo muy democrático, no como cuando el Tío Paco, que estaba la gente sojuzgada. Pero bueno, a la masa mandril lo que le concierne de todo esto es la Secretaría de Estado de Deportes, y por ende el Ministerio de Incultura, que es su instancia superior. Y hete aquí que el nuesvo Fistro de Cultura, José Ignacio Wert, se declara «hooligan madridista». Ya, ya sé que muchos pensarán que es bueno tener apoyo político, pero no tan explícito. Chorradas. Viviendo como vivimos en un régimen totalitario blaugrana a nivel mediático, social y federativo, todo apoyo es poco. Veamos algunas cosas que tiene Wert escritas sobre fútbol y el Madrid.
A CR le toca apechugar con la inevitable condición de icono de una forma de entender el fútbol como espectáculo que reposa en el star system. Y al igual que es muy probable que para el madridismo esa condición icónica le valga la adoración de los seguidores (de lo que no cabe duda es de que es un crack y en el Madrid va a alcanzar el culmen de su carrera) es igualmente probable que se convierta irremediablemente en el objeto fóbico de las aficiones rivales, que condensarán en él no sólo la rabia de la temida derrota, sino la frustración ante la asimetría -que no provoca sólo ni principalmente Cristiano, pero que le toca representar- entre los poderosos y los modestos, entre los have y los have not. El precio de la gloria, que se decía antes.
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En el biotipo del cojonudito encajan personajes públicos bien apreciados como el eximio ex seleccionador, Javier Clemente, actores como Alfredo Landa, entrenadores de baloncesto (Manel Comas es un cojonudito de libro) o, a lo que voy, de fútbol. Pues sí, les estoy hablando de Manolo Preciado. Le sigo desde hace tiempo y, como en general me pasa con la mayoría de los cojonuditos, tiende a caerme bien. Pero su warholiano cuarto de hora de fama no lo ha alcanzado de una forma precisamente gloriosa. Su querella con Mourinho saca a la luz los peores rasgos del cojonudismo hispano: la desenvuelta chulería es una forma de sublimar el complejo de inferioridad, alimentada de un falso apego a lo propio y rechazo de lo foráneo que es, en realidad, apenas la máscara que esconde la envidia de lo ajeno.
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Nos quieren menos y, presumiblemente, nos odian más por razones que algo tienen que ver con el juego de cada uno, pero que, sobre todo, se relacionan con el relato que los medios han construido sobre las entidades, sobre el Madrid y sobre el Barça. Porque en lo básico, los dos tendrían las mismas papeletas para ser rechazados: sus presupuestos son abrumadoramente superiores a los del resto, ambos ganan a casi todos, y ambos viven en otra dimensión. Los dos se alimentan en medida parecida del star system -aunque el Barça lo disimula mejor- y uno y otro pivotan sobre un astro rey que ilumina sus respectivas galaxias. Pero el Barça de Guardiola ha conseguido algo que el Madrid ni siquiera ha intentado: construir un relato con predominio de los factores deportivos (la cantera, el jogo bonito, el equipo), mientras que del Madrid los medios subrayan la potencia de la chequera, las individualidades, y el afán de resultados. Importa el relato más que la realidad.
Está todo bastante bien, sin duda el tipo es madridista y nada tonto, aunque también sea entusiasta de La Coja. Ahora la cuestión importante: ¿qué va a hacer con Villar? Porque un tío que vive el madridismo intensamente no puede ignorar los tejemanejes que son moneda común en la Federación desde hace décadas. Incluso creyendo en un quimérico afán de honradez de Villar, es obvio que un régimen de tantísimos años está por fuerza anquilosado y trufado de corrupción. Y no crean que a los políticos les son indiferentes estas cuestiones: en los años 80 se creó el «decreto antiPorta» precisamente por un caso análogo al de Villar, sólo que Pablito llevaba muchos menos años en el momio que Mr. Fúrbol. Estoy convencido de que Wert querrá hacer algo a este respecto, bien directamente o a través del Secretario de Estado que nombre. Quizá no sean tan obvios como para sacar un decreto, pero sí pueden mover los hilos necesarios para hacer desaparecer el suelo debajo de Villar. Que se reúnan en privado con él, que le digan que gracias por los servicios prestados, pero que llegó el final; lo que sea. No voy a llegar a los niveles del Megatroll tuitero SeasonNT, pero la solución al asunto sólo puede llegar por el lado del nuevo gobierno. Luego, claro, Villar puede encontrar acomodo en cualquier puesto de la repugnante y corruptísima UEFARSA, el imperio de los mediocres y los asesinos del fútbol, pero ésa es otra historia.
Se me dirá que, como yo soy mandril, lo que busco es que se favorezca a mi equipo. Pero el Madrid se ha «favorecido» él solo a lo largo de su historia, usando sus propias fuerzas. Que nadie olvide que tras la guerra el club prácticamente había desaparecido. Hubo épocas en que estuvo bien situado en las Federaciones, sí, pero dudo que tuviera los niveles de penetración que ha logrado actualmente la Farsa. Además, el club fue actor fundamental en la estructuración administrativa del fútbol y baloncesto europeos, ¡¡cómo no iba a tener influencia!! Ahora nos vale con que el presidente de la Federación no tire para abajo de ningún club y que arregle mínimamente el desaguisado arbitral. Ya sé que Wert tiene por delante un trabajo titánico, como arreglar la tragedia de la Educación (¡¡ahí es nada!!), eliminar las subvenciones al cine o fomentar el deporte juvenil, pero que dedique también un rato a sanar la gangrena que ha consumido a la Federación española. Su club y el fútbol español en general lo agradecerán.
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