– Los lectores más malpensados de esta bitácora pueden haber sospechado que, ante la desastrosa marcha del Madrid esta temporada, yo aprovecharía la más mínima ocasión para cebarme en los problemas de los equipos rivales. Pues bien, acertaron. Los partidos del Miércoles en Champions League nos proporcionaron gran disfrute viendo cómo dos «expresos europeos» descarrilaban y se daban la gran hostia. Por un lado nuestro querido Barça, equipo «imparable» que como era previsible se CAGÓ en Milán y realizó un juego ramplón que le reportó una más que merecida derrota, según el panfleto Sport debida «a los palos y al árbitro». ¡Cómo no, si es que la conspiración anti-culé no se detiene! Lo que no entiendo es cómo no se han retirado ya de todas las competiciones, teniendo a todo el mundo en su contra, y se centran sólo en una liga catalana en la que serían campeones (casi) todos años, como manda el cielo. Bueno, que se vayan preparando estos perdedores profesionales, pues se acercan más derrotas.
Y luego tenemos al Valencia, nuevo rico del fútbol español y el equipo más victimista de los últimos años, el cual ha pagado cara su suberbia y, tras dejar marchar bochornosamente al entrenador que les hizo grandes, ve cómo la escuadra se descompone poco a poco. Su prestigio europeo hecho jirones merced a una más que contundente derrota por cinco chicharros. Pum, pum, pum, pum y pum. Qué bonito. Hale, ya podéis reíros de las desgracias de la casa blanca, merluzos.
– Fabricación de un galáctico: El Inter de Milán apostó por Adriano y lo compró, siendo un desconocido, por un módico precio. El jugador ha crecido en el equipo italiano, y hoy se le puede considerar uno de los más decisivos del mundo. ¿Cuánto podría costar comprarlo? ¿35 millones? ¿40? Mire, señor, Florentino, cuando ya has fichado todas las estrellas fichables, el único camino es arriesgarse mínimamente y que el próximo crack mundial explote jugando en tu equipo. Pagar a precio de oro jugadores consagrados que poco pueden mejorarnos ya y que están cerca de su declive no es sólo una estrategia equivocada, es directamente de tontos.