Las tribulaciones de un hincha atribulado


El Madriz va bien.

Por Kojiro Hyuga

Uno se imaginaba el Madrid de Mou, antes de que viniera, y se imaginaba muchas cosas, pero sobre todo un equipo sólido, rocoso, desagradable para el rival, compacto, agresivo, capaz de competir al límite jugando mejor o peor, estando bien o mal. Lo contrario de la mierda de pavo de años anteriores, vamos. Pero no. Resulta que hay, no sé, seguramente en el vestuario, un virus, o tal vez un hongo en las duchas, que te blandiblubliza. Lo del martes fue pellegrinesco. Bueno, pellegrinesco no, porque Pellegrini es un muy buen entrenador, pero la cagó a lo grande, casualmente, aquí en el Madrid. O sea que fue pellegrinesco-madridista. Los jugones, líneas separadísimas, 4-2-3-1 que es más un 4-2-4, equipo partido, agresividad nula, físicamente muertos, sin pelear un puto balón, los jugadores contrarios parecían aviones… ¿Pero esto qué cojones es? ¿Cómo es posible que Mou, que es el mejor del mundo y va camino de ser el mejor de la historia, caiga en lo mismo que tantos y tantos antes?

No sé si os habréis dado cuen, pero cada vez que en Europa nos enfrentamos a alguien con cara y ojos las pasamos reputísimas. El año pasado el Bayern nos eliminó justamente, y este tuvimos que remontar en el último minuto al puto City del inútil de Mancini, que no gana ni al Ajax pino. Y contra el Borussia, dos partidos, dos agüitas. Ni jugamos bien ni somos competitivos, que es casi peor. Equipito liviano liviano. Que coño, se puede ganar o perder, jugar mejor o peor, pero, ¿un equipo de Mou tan frágil y con la sensación de estar tan poco trabajado? Es increíble. Es que a ver, si alguno de nosotros llevara unos años en el Tíbet, desconectado de todo, y lo primero que hace al volver es ver el partido del otro día sin saber quién nos entrena ni nada, ¿alguien habría pensado que es Mou? ¿O en que sigue López Caro?

Demos un vistazo a la acera de enfrente: Rijkaard es un Schuster de la vida, ni se come ni se comerá nada más en su carrera. En el Farsa campeón de todo. Guardiola es una puta mierda de entrenador. Si tiene huevos de volver a entrenar -cosa que dudo-, veremos su realidad. Se va pegar una hostia que ni Lillo. De todos modos, eran Guardiola y Rijkaard, tenían un nombre. ¡Pero es que ahora llega Pito! ¡Y Pito nos folla la Liga! ¡Y luego vendrá el segundo de Pito, ese que parece Pedro Picapiedra, y nos dará pelea igual! ¡Y luego vendrá Zubizarreta, cagará un zurullo, lo pondrá en el banquillo y lo mismo! ¡Que nosotros tenemos al mejor entrenador de la historia, currando al 200%, currando como nunca, y no le da la vida para hacer que este puto club levante cabeza!


Croc.

Porque dicho todo lo anterior, Mou debe seguir en el Madrid diez, veinte, treinta años y hacer y deshacer como le salga del cipote, y equivocarse tres mil veces si hace falta. Porque los males del Madrid no vienen de Mou ni mucho menos. Ojalá fuera tan fácil. El Madrid es como la puta casa de Amityville. ¡Pero coño, que cuando Mou llegó no había ni red de scouters, ni informes de los filiales ni hostias! ¡Que una granja del pueblo andasulí de Toñín Pérez se manejaba de manera más profesional que el puto Real Madrid! ¡PERO ESTO QUÉ COJONES ES!

Pero claro, Mou no se va a quedar veinte años, qué más quisiera yo. En el club da la sensación de que tiene que pelear las cosas trescientas veces para que alguien le haga caso. El vestuario, salvo excepciones, está formado por niños, tontos de baba, tíos con el cerebro en la polla y los que mezclan todo lo anterior. El público y la afición muestran un desapego, una indiferencia, una frialdad y una gilipollez descorazonadoras. El entorno es lovecraftiano. Este hombre pegará la espantada en cualquier momento, y bien que hará.

Y este club tendrá merecido todo lo malo que le pase. El Madrid era un club del montón al que un tío con inteligencia, visión de futuro y DOS COJONES MUY GORDOS convirtió en el mejor del mundo. Si Bernabéu levanta hoy la cabeza, se lanza al hoyo otra vez. El Madrid hoy es un muerto viviente, una momia, un puto golem construido con caspa y pipas. ¡Que está Mou, igual que estuvo Capello, y el propio madridismo los rechaza y combate como si fueran un cáncer que se extiende por un cuerpo sano, cuando es al revés! ¡Que Capello debería tener poco menos que una estatua y aquí se quiere borrar de la historia, como si nunca hubiera pasado! ¡Que aquí a Cristiano se le pita y luego se aplaude a Silva en cuanto pisa el estadio! Yo quiero saber cuándo el puto Farsa nos dio el cambiazo y nos coló su puto entorno, del que tanto se quejaba Cruyff. En muchos aspectos somos como el Farsa de los ochenta.

El Madrid necesita que lo refunden desde los cimientos. Afortunadamente, tenemos un presidente que apuesta por la endogamia. JÉ.

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89 minutos contra las cuerdas

Por Kaillada, del que no se sabía nada

Como bien se anunciaba en la previa, el encuentro de esta noche, sin ser verdaderamente definitivo, sí que era trascendental. Trascendental no sólo de cara a la clasificación del grupo, sino también respecto a las sensaciones de nuestro equipo, que, a mes de noviembre, todavía no ha terminado de arrancar. El escenario era perfecto para medir el actual estado de la escuadra: liderato de la liguilla de Champions en juego, contra un buen rival que, aunque sin ser de primerísimo nivel, nos había vencido en la jornada precedente siendo superior.

La alineación de Mourinho me generó dudas desde el primer momento, principalmente por la no participación de Essien. Supongo que el míster optó por potenciar la salida de balón desde la iniciación de la jugada, ante los déficits en la misma que cargamos en los laterales, con Ramos y Arbeloa a pierna cambiada. Asimismo, la presencia de Modric presuponía obligar a los alemanes a descentralizar la presión sobre Alonso. Esta vez se optó por jugar con dos mediocentros “jugones” y, como explicaré más adelante, la elección no fue acertada. La propuesta borusser tuvo un cambio sustancial respecto a la ida: en lugar de optar por una presión alta, se organizó su repliegue en campo propio, cediendo tiempo y espacio a la creación blanca hasta las proximidades de la línea medular, donde, con un 4-4-1-1 altamente organizado, iniciaban su impetuoso pressing.

Ya en los primeros compases del partido podíamos obtener una fiel radiografía de lo que sería la primera mitad: un Madrid falto de ritmo, creatividad y alegría con el balón era incapaz de circular con fluidez en campo rival. El Borussia volvía a ser infinitamente superior a nosotros en organización e intensidad, en ilusión y agresividad: vencían cada duelo, cada disputa, cada segunda jugada. Su repliegue en zona media negaba por completo el juego interior del Madrid y propiciaba rápidas salidas al contraataque. La primera de ellas fue el vaticinio del sufrimiento defensivo blanco: balón a la espalda de un lateral, en este caso Sergio Ramos, y primer susto. Mañana nadie verá un titular que cuente las veces que le ganaron las espalda con peligro. En este escenario el Madrid acumulaba en la mayoría de jugadas a seis o siete hombres por detrás del balón y solo cuatro por delante. Esto, evidentemente, conllevaba la imposibilidad de generar ventajas en campo rival, ya que en cada zona de ataque en que recibía uno de nuestro cuarteto de atacantes, la superioridad numérica alemana era insalvable. La única vía de acercamiento a zona de finalización era la filtración de pases entre líneas y, a partir de ahí, una rápida culminación de la jugada. Por degracia, las tres mejores que tuvimos murieron en pies de Higuaín, que ayer no sólo estuvo sumamente ofuscado en esas acciones clave, sino que tuvo una aportación colectivo inexistente.

En el minuto 28 llegó el primer gol visitante, digno de análisis desde ambos bandos. Por parte alemana, no me parece una simple acción aislada, sino algo muy trabajado. Más allá de su habitual recurso de jugar directo hacia un Lewandowski de espaldas a portería, lo verdaderamente trascendente lo protagoniza Reus: Ante la conocida tendencia de Arbeloa a perseguir al rival en desmarques de apoyo para anticipar o negar el giro, el atacante rompió rápidamente este movimiento inicial para ocupar el espacio que él mismo había generado en el lateral izquierdo blanco, con un timing excelso, para así recibir la prolongación aérea al hueco. Los blancos concatenaron una serie de errores garrafales: el menos importante, el de Arbeloa, puesto que si Pepe no abandona su zona para luchar un balón que cae claramente en la de Varane, bien podría haber estado preparado para una doble cobertura, tanto a su compañero central como al lateral salido de sitio. Ése es el lastre de la jugada. Y con todo, el gol podría haber sido evitable de haber contado con un portero de nivel medio de liguilla de Champions. Un guardamenta bien colocado y concentrado no dobla la mano, salvo en cañonazos imparables.

Poco después, un cabezazo de Pepe tras rocambolesca jugada, colocaba el empate, extraña suerte para un central como él. Por desgracia no aguantamos este resultado hasta el descanso: en el minuto 44, el guardameta alemán lanzó directamente a Lewandowski, marcado por Varane. En la zona de Sergio Ramos había otro rival y el inteligentísimo sevillano no decidó otra cosa que abandonar su posición para una supuesta presión a un borusser que estaba en el centro del campo. ¡Dejar su zona ante un lanzamiento largo cuando en ella hay un rival y el central cercano tiene su propia marca! ¡En el último minuto de una primera mitad en la que el empate sabía a gloria! Se repitió el mecanismo del gol anterior: Lewandowski contra un central (en este caso Varane) y dos contra uno en la zona. Lewandowski prolonga, Grosskreutz ocupa el espacio de Ramos, centra y finalización entre Götze y Arbeloa que nos ponía en merecida desventaja.

Las conclusiones de la primera mitad eran excesivamente preocupantes. Al margen de la superioridad renana en los intangibles (intensidad, concentración, ambición…) Modric y Alonso, el nuevo fetiche de la canallesca y el piperío, fueron devorados sin piedad, aunque no fuera sólo responsabilidad suya. Además de la incapacidad en la gestación de la jugada, este dúo es pausa, posesión, posición, y si no conecta a la perfección con Özil, el nexo con el bloque ofensivo, choca irremediablemente contra la velocidad, la ruptura, la agresión del juego de Cristiano, Di María e Higuaín. Para más inri, el equipo jugó demasiado largo, demasiado separado, y eso, con Modric y sin Essien (y sobre todo, sin Khedira) causaba una pobre capacidad de presión y recuperación de balón en zonas avanzadas, pocas opciones de ganar segundas jugadas y escasa calidad en transición defensiva. Porque para atacar bien hay que defender mejor (atacar defendiendo, dominar las transiciones, básico en el modelo de juego de Mourinho), y alinear a los más dotados técnicamente no significa atacar con excelencia. Ayer muchos nos acordamos del “paquete” Khedira. Es estéril discutir si es un centrocampista top mundial: el Madrid, para que su juego sí lo sea, le necesita. Como último apunte de la primera mitad, un factor verdaderamente desequilibrante: Lewandowski y la importancia de que el nueve aporte algo para el colectivo. El desequilibrio de rendimiento entre los delanteros de cada equipo en estos primeros 45 minutos resutó devastador.

Tiempo de descanso, gran reacción de Mourinho: Essien por Modric, Callejón por el lesionado Higuaín, y algo que jamás sabremos pero que a buen seguro tuvo que pasar en el vestuario madridista, para que, desde el primer minuto de la reanudación, viviéramos un partido distinto. Encontramos la intensidad y la ambición que nunca deberían faltarnos, y que ya nos hacen sospechar de un preocupante estado mental de la plantilla; encontramos más espacios porque salimos enchufados de verdad, concentrados, agresivos, como se debe salir a cada campo con el escudo de esta camiseta. Aparte del claro avance psicológico, Mourinho reordenó el equipo con éxito. Essien aportaba el dinamismo, el empuje y la verticalidad que le faltó a Luka, batiendo líneas no sólo con pases, también con conducciones y regates. Callejón recordó a su mejor versión, con una gran participación, espectaculares rupturas a la espalda de la defensa y una buena aportación al juego asociativo. Lástima que sólo acertara cara a puerta en el gol anulado. Di María, jugando de diez, conseguía encontrar un registro mucho más variado en su juego que pegado a la derecha, aunque su toma de decisiones seguía siendo muy desacertada. Özil, partiendo desde la derecha, equilibraba el dibujo y aportaba la calidad y la pausa de la que suelen adolecer sus compañeros de flanco. Y, por último, el titán Cristiano, que dio toda una exhibición de cómo generarse ventajas por sí mismo, ocupando espacios entre líneas, finta tras finta, desmarque tras desmarque, jugando de delantero centro. Él solito se echó al equipo a las espaldas y, a pesar de no estar especialmente acertado en los metros finales, volvió a recordarnos a todos cuán grande es. Así, la segunda mitad fue totalmente nuestra: dominamos, creamos y tuvimos ocasiones de sobra para dar la vuelta al partido, pero el balón sólo quiso encontrar la red en un lanzamiento de falta de Özil ante el que Weidenfeller pudo hacer algo más.

A tenor de lo sucedido en esta contienda, y pese a haber podido remontar, creo que el empate es un resultado justo y que debe hacer reflexionar seriamente a entrenador y plantilla. El equipo no está jugando bien, y creo que la raíz de los problemas es claramente psicológica, emocional. No puedo evitar recordar la rueda de prensa de Mourinho tras la derrota en Sevilla. Si no se juega con intensidad y competitividad todos los días es imposible sacársela de la chistera para los partidos importantes. No podemos tirar a la basura ni 45 minutos ni uno solo, porque en lo poco que llevamos de temporada tenemos ejemplos abundantes de las graves consecuencias que esto acarrea. Si en algo coinciden todos los entrenadores del mundo es en partir de la intensidad, la concentración y la motivación. Además, a nivel individual, es urgente no sólo empezar a recuperar lesionados, sino recuperar estados de forma, ya que demasiados individuos importantes están lejos del rendimiento que de ellos se espera. Nos queda mucho trabajo si queremos ser aspirantes en todas las competiciones.

– Borussia Dortmund: 2 (Reus y Götze)
– Real Madrid: 2 (Pepe y Özil)

Incidencias: Público, portero, juego, Sauca y Sanchís… ¿por dónde empezar?

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La noche con menos señorío del Bernabéu

El partido de Champions League de esta noche, sin ser tremendamente complicado, sí que es muy trascendental. El grupo ahora mismo está con el Dortmund como líder con 7 puntos, seguido por Madrid con 6, Ajax con 3 y Manchester City con uno. Si ganamos hoy nos pondríamos líderes con 9, y tendríamos el pase y el primer puesto del grupo muy encarrilados. Pero si empatamos y el City gana esta noche (algo más que probable), tendríamos en el Etihad un partido a cara de perro, en el que los Citizens se jugarían empatarnos a 7 puntos. Y si perdemos… bueno, digamos que es muy importante ganar.

Al Dortmund hay que verlo como lo que es: un equipo apañado, sólido, con buenos futbolistas, los cuales llevan cinco temporadas con el mismo entrenador, Jurgen Klopp. Es éste un personaje muy curioso. Klopp, alias Kloppo, fue un jugador siempre en segundo plano, que desarrolló toda su carrera en el Mainz 05. Estuvo allí once temporadas, y lo más llamativo es que la mitad de los años jugó de delantero… ¡¡y la otra mitad de defensa!! Me imagino la escena, su entrenador llamándolo un día y diciéndole: «Mira Kloppo, eres muy majo y todo, pero no metes un gol ni al arco iris. ¿Qué tal si bajas a la defensa y aprovechas tu altura y peso para destruir las jugadas del rival?» Algo como lo que le habría pasado a Ramos, por ejemplo, si se hubiera empeñado en ser ariete. Tras retirarse como jugador, Klopp, hombre fiel, siguió en el equipo de Maguncia como entrenador, manteniendo el cargo 7 temporadas, en las que conoció desde la UEFA hasta el  descenso. En el 2008 se haría cargo de un desangelado Borussia Dortmund, con el que ya ha ganado ya dos Ligas y una Copa, y sólo tiene 45 añitos.

Sí, me parece un tipo peligrosísimo Kloppo, que ha vivido casi todos los aspectos del fútbol, y que además tiene una perenne sonrisa en la cara, da igual en qué momento lo coja la cámara. Eso significa que es un psicópata o un tío feliz, ambas condiciones temibles. A sus jugadores más o menos ya los conocemos: buenos profesionales no carentes de calidad, aunque pocos de ellos etiquetables como estrellas y, en general, inferiores a los nuestros. Este año están descolgados de la cabeza en la Liga. Claro que el Dortmund viaja con un jugador nº 12, que es su afición: hasta 10.000 bastardos dicen que están pululando en estos momentos por Madrid. Da igual que luego sólo puedan estar juntos en la misma grada unos 4000: a efectos de ambiente, hoy el Real Madrid será el equipo visitante. Sirva como muestra el vídeo que encabeza la entrada, donde se ve la que montaron los renanos en Manchester. Huelga decir que tal actitud es una absoluta falta de respeto al Bernabéu, donde se demuestra semana tras semana que entender de fútbol es mantener el estadio en un silencio sepulcral, sólo roto por el cric de las pipas y, si acaso, por pitidos al equipo propio o al árbitro. Esperemos que estos germanos beodos no nos peguen sus nocivas costumbres, porque las consecuencias podrían ser desastrosas, tal como vimos hace poco en el blog de Jarroson. Cuidado, que clubes como el Valencia ya han sucumbido a tan nefasta moda.

En cuanto a nuestra alineación, Coentrao finalmente no ha llegado, mientras que Mourinho confirmó a Varane como central. Así pues, todo apunta a un equipo muy parecido al del partido contra el Zaragoza, con ese cambio en la zaga y la entrada de de Alonso, probablemente escudado por Essien y Modric. Como he apuntado antes, debe darnos de sobra para ganar, básicamente porque es nuestro deber y lo mínimo exigible. No podemos demorar más nuestra cita con la historia, pese a tener el peor «entorno» del mundo y un capitán desleal, egocéntrico y mediocre futbolista. Aun con estos hándicaps debemos imponernos, pero eso sí, sin gritar más que los alemanes, o nos rezagaremos aún más en la competición con el Barsa por ser el club del mundo con más valores.

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La Porra Virtual estará abierta hasta las 20:45.
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Va a ser una gran semana

Arrancó por fin «oficialmente» Noviembre, con cinco días de retraso gracias al demencial calendario laboral español. Y esta primera semana del mes viene con unos choques que, sin ser estrictamente decisivos, sí son una excelente oportunidad para consolidar nuestro nivel competitivo, tanto en fútbol como basket. El primer y más trascendental duelo será mañana en el Pipabéu contra el Borussia Dortmund, quien nos dio el disgusto de ganarnos hace un par de semanas. Pero pese a esa derrota, parece bastante claro que el Dortmund no se encuentra a un nivel de superélite europea, y este fin de semana tan sólo logró un triste empate a cero en su casa, contra un equipín como el Stuttgart. Las tablas suponían ceder absurdamente dos de los puntos que le recortó trabajosamente al Bayern la semana pasada. En definitva, si no les metemos un meneo importante jugando como locales, es que este Madrid no está para nada. Probablemente vuelva Coentrao al lateral izquierda, pero aunque no lo hiciera, no hay excusas. Tenemos que ganar y cerrar la clasificación.

Dos días más tarde, el Jueves, los del basket se enfrentan al Olimpia Ljubljana, equipo esloveno con un espectacular pabellón (ya hablaremos de él), pero a años luz deportivamente de los nuestros. Ahora que el equipo por fin empieza a pitar, llega el momento de disfrutar de victorias consecutivas, hasta encontrarnos con algún verdadero hueso. No obstante, todo indica que el partido quedará nuevamente sin emitirse en abierto. Los motivos se explican por encima en esta entrada del excelente blog Al contraataque: Lisa y llanamente, el valor televisivo del baloncesto a día de hoy es cero. Hasta ahora, los partidos de Euroliga del Madrid se habían visto pot TVE (1,5 millones de euros al año), pero la cadena pública, que también emite la ACB, renovó sus contratos de basket este año, con las siguientes cifras: Copa del Rey, 500.000 € (es el único producto que les interesa); ACB, 0 euros; Euroliga: directamente no la emiten. Unicaja va por Marca TV, cobrando la gran cantidad de 0 euros, y Farsa y Baskonia son subvencionados por sus respectivas televisiones públicas regionales. La única solución para el Madrid parece emitir el Real Madrid TV (que pone nuestros particos actualmente) en abierto, pero puede que eso no ocurra hasta mediados de esta temporada, o incluso que haya que esperar a la próxima.

Los siguientes duelos llegarán el domingo: primero uno matinal, de nuevo de basket, en el Palacio, contra el Bilbao Basket. Esos bastardos nos dejaron fuera de la Euroliga el año pasado y quiero venganza, soy mala persona. Llegan creciditos, nada menos que terceros de la ACB, pero si el curso pasado ya teníamos una plantilla muy superior, esta vez deberíamos laminarlos. Siendo el Madrid el único equipo con pleno de victorias, huelga decir que cepillarse al tercero con una amplia ventaja debería iniciar un reinado del terror en la Liga. Y por la noche, los de fútbol se enfrentarán en el Ciudad de Valencia al Levante, otro equipo con el que tenemos deudas pendientes. El año pasado nos ganaron con pésimas artes, simulando agresiones, así que no me basta con la victoria, sino que quiero humillarles, meterles tres o cuatro goles en su estadio. Están quintos ahora mismo, y es necesario que les recordemos su verdadero lugar.

Otro hecho trascendental de la semana es que se inaugura la tercera fase de Valdebebas, excelsa sede deportiva donde tiene cabida todo lo relacionado con el club, excepto un nuevo estadio, que eso es caca para modernillos sin señorío ni respeto para la tradición. Imagino que en esta fase irá incluida la nueva residencia, aunque todo lo explicará mejor Floper en el acto que se está transmitiendo en directo por Real Madrid.com ahora mismo. A ver qué nos cuentan.

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Real Madrid-Zaragoza: Mi verdad

Por Hughes

Antes del Dortmund llegaba el Zaragoza, que viste parecido, pero no es lo mismo. El Madrid iba recomponiendo su defensa, con Ramos en el lateral y como central Albiol, que se ha dejado la barba de tío interesante que lucen Xabi y Pirlo, pero que tampoco es lo mismo. Por las muertes en el Madrid Arena se guardaba un minuto de silencio, que es como cualquier minuto del Bernabéu pero con una música de aleluyas por encima. Ramos miraba al cielo y en eso se notaba que él es capitán, porque los capitanes, desde Raúl, un poco por la cosmovisión naif del futbolista y otro poco buscando una concentración sobrehumana, miran a Dios de tú a tú.

Mou con mala cara, con ese ardor congénito que parece que tiene, iba de gris y blanco; Mou, plata y cana. En el Zaragoza, un señor que yo no conocía que resultó ser el segundo de Jiménez, que estaba sancionado. Llevaba este hombre una corbata imposible y parece que estrenaba brazos, porque iba haciendo incómodamente ese gesto de observar el partido que hacen los entrenadores con poca naturalidad. Digo yo que ese gesto lo puede hacer un primero, pero nunca un segundo. Karanka, por ejemplo, no cruza los brazos. Cruzar los brazos como contemplativo lo puede hacer el primero. Había un tercer hombre en el banquillo maño que también llevaba la corbata azul imposible (¡estampado de cuadrados cachirulos!) y que estaba para darle las instrucciones que tecnológicamente recibía de Jiménez. Lo hacía a mano tapada, gesto prudente aunque quizás innecesario. La pregunta era evidente: ¿Por qué no se ponían en contacto directamente Jiménez y su segundo por el pinganillo? El segundo, insisto, al pasar a primero asume esa autonomía de contemplativo que no debe ser jamás perturbada, con el caminar de pintor que parece estar a puntito de dar la pincelada.

Mourinho tomaba notas, deshaciendo la crónica del cronista, no se sabe si anotando lo que se desviaba de su partido inicial o improvisando el verso táctico. El Madrid salía con Essien y Modric a los mandos y Cristiano y Di María cayendo en bandas, muy patilludo el equipo, muy abierto y puñalero. Arbeloa y Di María, a contrabanda, parecían a veces otros jueces de línea mirando el partido. Özil no aparece mucho, pero el caso es que luego llega el descanso y al enfocarle el cámara el tío sale sudando la gota gorda. ¿Dónde se mete Özil? Pareciera que corriese en dirección contraria, huyendo siempre de la pelota por orden táctica para generar espacio, desconcierto y esa sensación tan cara de la movilidad.

Modric comenzaba ayer su acción organizativa desde atrás. Es un futbolista animoso, optimista, que parece que da un respingo siempre al coger la pelota. Su fútbol es binario: finta y pase, regate y pase, y parece un tiquitaca solitario y feliz, nada dogmático. Essien me recordó un poco los tiempos de Flavio y Makelele, ese logro de Del Bosque, cuando el mediocampo del Madrid eran apenas tropismos.

Y como cae un níspero, mezcla de sazón y gravedad, pero sin ningún ruido, llegó el gol del Madrid en un córner, un balón que quedó suelto y remató Higuaín. Luego el segundo, una acción de Di María que primero intentó el pase exterior, después lo que en el recreo llamábamos un trallazo y finalmente el remate colocado, varias suertes sucesivas de su zurda automática y cerebral.

Esta naturalidad de los goles del Madrid me hizo recordar el gol de Manuel Pablo, que esta semana marcó por primera vez en una década. Los compañeros le abrazaban jubilosos como se abraza al amigo feo que tras años de discoteca consigue finalmente llevarse a una de la mano. En toda la primera parte hubo una única parada de Íker, de fucsia chillón, color divertido, color culpable de beso de amante joven en la camisa.

El partido a estas alturas era un bodrio notorio. Reducido el antimadridismo a Madrid, estos partidos no tienen ya ni el aliciente del rencor regional. Si hasta Movilla estuvo formalito. Movilla, pivote eterno, siempre me ha parecido un jugador extraño con aires de jugador aficionado. Me lo imagino siempre gritando “¡mucho! ¡mucho!” a los compañeros y creo que ha tenido demasiado muslo para realizar el fútbol fino que él pretendía.

Y por si el bodrio fuera menudo, de comentarista estaba Sarabia, que nos hace desear a gritos a Manolo Sanchís. Sarabia, que al Madrid no le toca nada, no se sabe si está ahí estratégicamente colocado para ir aletargando al madridismo o por ser el único que con su hablar pausadísimo puede estar a la altura de estos partidos domésticos de tanta lentitud. Como si nadie pudiese hablar tan lento como rueda la pelota, porque Sarabia pronuncia las frases dejando a su mitad una cesura de hastío y parece que el locutor le tiene que dar un puntapié para que se anime a terminar. Sarabia, ahora comprendemos a Clemente, es un gran cansado.

En el descanso, el realizador, habiendo setenta mil tíos (¡y tías!) en el estadio, optaba misteriosamente por alargar plano sobre un tipo con la cara que debía de tener Sánchez Arminio cuando estaba en la mili. La segunda parte la resumiré así: el fútbol moderno tiene la perversión del dominio zonal y prohíbe el contragolpe. El Madrid, ganando dos a cero al Zaragoza, no puede con naturalidad irse atrás y esperar la contra, sino que tiene que ensayar una dominación porque es dogma que nada debe cambiar.

El locutor recordaba durante el partido una frase de Relaño: «el fútbol es cosa de momentos», que es prima hermana de la otra: «el fútbol es un estado de ánimo», pero contradictoriamente se trata de imponer sobre la psicología del futbolista (que ya de por sí no es la de un opositor a notarías) el tostón del debe-ser táctico, y así, el jugador cansado, satisfecho y desmotivado tiene que seguir como si nada hubiese pasado. El contragolpe, que es alternar el rol y hacer surgir el espacio, que es de nuevo alegría, correteo y vislumbre del gol, se convierte en tabú derechista, en defensivismo de equipo pequeño.

Esto de atacar igual cuando se gana 4-0 es como tener que hacerle la corte a la mujer tras veinte años de matrimonio. Eso es descabellado, y así pasa lo que pasa: un equipo que quiere mandar y no puede, y otro que no quiere y le obligan. Y así, al final, en la única contra de la segunda parte llegó el gol de Essien. En el Zaragoza había entrado un jugador, Romaric, que es como Romario en croata, pero que llamándose Romaric seguía siendo negro. Me gustaron Montañés, un pequeño Overmars, extremo zurdo de arranque diagonal, y Abraham, que hizo despertar en Sarabia inusitadas exclamaciones. Luego entró Aranda, canterano al que el estadio prefirió ignorar.

Al final, antes del cuarto gol de Modric, había entrado Nacho. El muchacho, hermoso muchacho, recibió una ovación sin causa, y muy voluntarioso encimó al rival como el toro al picador (¡canterano saliendo de Toril!). Pitó el árbitro con amplitud de pecho arbitral y el cuatro a cero se hizo quiniela; los jugadores salían flechados hacia su noche de presentadoras, modelos, aspirantas y suripantas, y Sarabia se quedaba solo enredándose en la cosa de la pegada, la fácil guantá que sin mérito ni virtud el Madrid le pega al rival convertido en mosca. Y dejaba una perla inolvidable que era Boskov contándonos un cuento:

-El Madrid es el Madrid y el partido se ha acabado.

Hughes edita Los objetos impares.

– Real Madrid: 4 (Higuaín, Di María, Essien y Modric)
– Zaragoza: 0

Incidencias: Pitos de los traidores.

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Zaragoza: Aplanar

El Zaragoza, nuestro rival de hoy, es el 9º clasificado en la gloriosa Liga BBVA, lo que no está mal, sobre todo considerando que su salvación el año pasado fue algo realmente milagroso. No obstante, su presupuesto debe ser una 10 veces inferior al del Mandril, y obviamente están en una esfera muy distinta. Como dato curioso, decir que hasta esta temporada los vestía la marca chinaca Li Ning, que algunos llegaron a pedir como nuevo proveedor para el Mandril. Bueno, pues los chinos están en concursos de acreedores y no pueden afrontar ni siquiera las modestas cifras pactadas con los maños, que han tenido que optar por la glamourosa la marca zaragozana Mercury (Autovía de Logroño Km. 2,400, Polígono El Portazgo). El equipo está entrenado por Manolo Jiménez, sucesor de Juande en Sevilla cuando éste se fue a ganar Juandólares a la Liga Inglesa (y  a hacer mucho el ridículo desde entonces). Los palanganas estaban convencidos de que Manolo lo haría igual de bien, pero no logró repetir los éxitos en UEFA de su predecesor, si bien consiguió un meritorio tercer puesto en el 2009. Después se fue al AEK de Atenas, donde logró ganar una Copa de Grecia. Puede parecer poco, pero ya ha ganado más que Del Bosque en su carrera fuera de España.

En cuanto a la plantilla maña, sólo veo desechos de tienta: Movilla, Apoño, Romaric, un tal Wilchez… una panda de mastuerzos, vaya. El único por el que siento algo de respect es Leo Franco, buen portero en su día. No sé, es posible que debamos reducir el número de equipos en Primera, como propone el capullo de Sandrusco, pero ojo, que con 16 sólo habría 30 jornadas (22 semanas sin fútbol al año), y no deja de ser un truco para acomodar las putas fechas FIFA, que son el verdadero problema. Yo, que soy un genio, propongo la siguiente…

Estructura de temporada:

– Liga de 18 Equipos con 34 jornadas ininterrumpidas, con las excepciones que se indicarán más adelante.

– Parón de una semana en Navidad para que jueguen amistosos las Selecciones de los huevos y las vean los críos, los piperos y las groupies.

– Copa entre semana a un partido, en el campo del equipo de inferior categoría, hasta llegar a los 8 últimos.

– Parón de una semana para disputar la Copa (por ejemplo, antes de empezar Cuartos de Champions), en formato baloncesto, con sede única y ocho equipos. Cuartos de final el Martes, Semis el Jueves y Final el Domingo.

– Al final de temporada, más selecciones de mierda.

– Descanso y pretemporada de 14 semanas, o de 10 si hay Mundial-Eurocopa.

Os aseguro que con esta estructura seríamos felices. ¿Me harán caso? Veremos. O esto o la Superliga europea, ya en plan revolución. Pero mientras tanto, debemos cumplir con nuestro deber de ganar hoy. La vuelta de Arbeloa, «el prescindible» nos permitirá alinear una defensa más ortodoxa que en las últimas semanas, con Ramos volviendo al centro, de donde nunca debe salir. Por la izquierda seguramente seguirá Essien, el nigga multiusos, aunque esto no es seguro, porque está tocado físicamente. Podríamos ver incluso a Arbeloa por la izquierda y Ramos por la derecha. En todo caso, Coentrao está en la última fase de su recuperación, e incluso podría jugar el martes en Champions. A partir de ahí tendrá un par de meses de titularidad casi asegurada, en los que podrá reivindicarse. Y espero que lo logre, porque me parece realmente indignante el trato que se ha dado a este jugador, de lo mejor en su puesto en Europa. A la gente le encanta hablar por hablar.

Algo seguro es que veremos un centro del campo original, pues Alonso está sancionado y Khedira lesionado. ¿Sacará Mou un Modric-Özil-Kaká? Veremos, pero salga quien salga debería darnos para ganar fácil. El partido del martes puede cerrar la clasificación de Champions, así que si marcamos un par de goles es muy posible que el equipo baje el pistón, aunque también podrían meter la gran goleada. No sé, yo estoy confianche, y espero que vosotros también. Los del Zaragoza ya puntuarán otro día.

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La Porra Virtual estará abierta hasta las 20:00.
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