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…Sangre joven para el rock & roll.
A todo idealista le llega el día del duro impacto contra la realidad, y para mí ese día fue ayer. Llegaba a la reunión previa de compromisarios (o representantes, como se llaman ahora) sabiendo que encontraría un ambiente poco receptivo, y con pocas esperanzas de hacer llegar mis propuestas e inquietudes. Primer inconveniente, el formato era distinto de lo que esperaba: me habían contado que sería una especie de cóctel en el que se formaban formar corrillos y se podía departir al menos unos minutos con el presidente y otros gerifaltes. Nada más lejos de la realidad: la sesión comenzó con un resumen del ejercicio anterior por parte del presidente, seguido por un largo turno de ruegos y preguntas, muy largo. Tanto que empezó sobre las ocho y media y acabó a las doce menos cuarto.
El rosario de cuestiones sorprendía, más que por lo «pipero» de las mismas, por la cortitud de miras en muchas de las cuestiones planteadas. Casi la mitad de las preguntas fueron dedicadas a «cuestiones personales», hechas por socios que no estaban contentos con la situación de su abono, las formas de pago o cosas similares. Un señor septuagenario preguntó si le invitarían al palco, que nunca había visto el «fúrbol» desde ahí. Hablaron no menos de diez tipos de una llamada «Asociación por los valores del Real Madrid», de la cual es miembro Toñín el torero, y presidida por un tal Carlos Mendoza, un prohombre que vive con sus padres a la tierna edad de 47 años. A juzgar por las preguntas de esta genete, en el Real Madrid sólo hay dos cuestiones importantes a día de hoy: que se mejore el sistema de elección de compromisarios (cosa en verdad necesaria) y que se expulse del club a Ramón Calderón. Calderón fue una calamidad y nos hizo pasar mucha vergüenza, ¿pero no había nada más que discutir en una reunión que debería versar principalmente sobre el futuro del club? Uno incluso exigió durante diez minutos ver las actas de la comisión disiciplinaria encargada del asunto, que estará en su derecho, pero… Como pequeño motivo de optimismo, percibí murmullos generalizados sobre Casillas cada vez que se se mentaba la «tristeza» de Cristiano.
Cuando Floper tenía alguna duda, acudía a los directivos que le flanqueaban, especialmente a Manolo Redondo, a su izquierda. El secretario Enrique Sánchez, a su derecha, iba adjudicando los turnos de palabra siguiendo criterios misteriosos. Yo estuve pidiendo turno con insistencia y mi mejor sonrisa durante más de una hora, con serias dudas sobre si llegaría a hablar. Antes de proseguir, algunas cosas que se sacaron en claro de toda la batería de preguntas:
– Están trabajando en lo del canal de TDT para poder emitirlo en abierto, aunque no dieron muchos detalles. Dicen que los derechos de emisión están divididos entre varias partes y es un poco complejo. José Ángel Sánchez, en su única intervención, dijo que no se emite en Streaming porque el ancho de banda necesario lo haría demasiado caro.
– Cubierta del Estadio: Quieren presentar algo en la asamblea si hay tiempo, no sé si los cuatro diseños finalistas (esto es lo que yo entendí) o directamente el elegido. Florentino expresó su intención de que el recinto estuviera ahí «otros 100 años».
– Voto por correo: Quieren cambiar los estatutos para que se haga ante notario. Según Floper, con la fórmula actual directamente no habrá voto por correo, porque el plazo es demasiado corto (15 días). Insisitió mucho en que todos los votos impugnados de la etapa Calderón fueron válidos, porque un juez los comprobó uno por uno. Un socio explicó cómo había visto personalmente su voto falsificado, y Florentino dijo que eran casos muy aislados.
– Aval: Quieren exigir 20 años de antigüedad porque así «protegemos al club de socios desleales», explicando literalmente que «podría ganar alguien con mucha labia». Cuando se planteó que puede darse el caso de que sólo una candidatura, buena o mala, cumpla los requisitos y gane por aclamación, Floretino sólo supo responder «esperemos que no».
– Abonos: El año pasado hubo 500 y pico bajas, pero no se otorgan abonos nuevos. Todo va a entrada electrónica o entrada libre, supongo. El presiddente indicó que la entrada electrónica bajará su precio hasta equipararse «lo más posible» al del abono.
– Socios: El cupo está cerrado porque a la gente lo que le interesa «es poder ir al fútbol», y si no pueden, no tiene sentido que sean socios (!!). La explicación a que el Barcelona tenga unos 160.000 socios es «por un sentimiento nacionalista» (sobre todos los 13.000 extranjeros, supongo). Al presidente le faltó decir «el número actual es más manejable».
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Y al final de todo, el señor Enrique Sánchez tuvo la gracia de concederme hablar. Perfecto, 60 segundos para sintetizar todo posible y con elocuencia. Primer tema: «¿Se ha planteado el club disponer una grada de animación? Entiendo que cada uno vea el fútbol como quiera, que guste comer pipas e irse pronto, pero somos el estadio más triste de Europa y es necesario hacer algo.» Se escucha alguna expresión aprobatoria. «Segunda cuestión: ¿Por qué endurecer aún más las condiciones para acceder a la presidencia, cuando el aval es una frontera casi insalvable? Señor Pérez, usted parece tener miedo a la democracia, deje a los socios decidir. Este club ha pasado de ser una democracia a una aristocracia.» Ahí Florentino se paró a responder: «el aval viene por la ley del deporte y no hay nada que se pueda hacer»; «se piden 20 años porque cuanto más tiempo lleve el socio, más madridista será»; «es una barbaridad decir que esto es una aristocracia». Tercera cuestión: «Usted ha dicho que nunca moverá el estadio. Quiero decirle que el estadio no es una catedral, ni un lugar mágico…» Mala elección de palabras, murmullo generalizado, miradas hostiles. «¡Sí que es mágico!», espeta uno. Prosigo: «La estructura básica tiene ya 70 años, y por muchas capas que pongamos encima eso no cambiará». Respuesta: «Yo he estado en los mejores estadios, como el Allianz, y le digo que al terminar el nuestro va a ser mejor». Aplausos, la gente empieza a levantarse. A duras penas consigo recordarle la primera pregunta: «¡la grada de animación!» Respuesta, con la gente ya en desbandada: «es un tema no factible, porque requeriría mover demasiados abonos. De todos modos, el público del Bernabéu es sabio sabe muy bien lo que hace». Grandes aplausos, fin.
Terminaba así la maratoniana y un tanto decepcionante sesión. Se me acercó entonces alguien diciéndome: «Socio, no hay nada que hacer, hay mucho pipero». Sí, había allí otro fansista: era Ego Ruderico, un tipo muy agradable. Se formaba el típico corrillo post-charla, y un socio veterano me decía que había sido «un poco irrespetuoso e ingenuo». Pues vale, que intente él plantear cuestiones importantes del club en un minuto y con la sala en su contra. Saludo un instante a Florentino: «Espero que no le hayan molestado mis preguntas». «¿Tú eres el que estabas atrás?» Hay que reconocerle la capacidad para olvidar lo que no le importa: no habían pasado ni cinco minutos. Prosiguió: «No, mira, todo esto está muy estudiado y tal. Mira, un socio de China, ¿qué te parece?» «A mí, estupendo». (precisamente el tipo de persona para la que es IMPOSIBLE ser socio ahora mismo). Se acercó Manolo Redondo y muy amablemente me explicó varias cosas: «Bernabéu quería mover el estadio, sí, pero a la misma Castellana»; «Incluso si construyéramos en el mismo solar perderíamos aforo porque ahora se exigen asientos más anchos, hay que ir con la cubierta aunque salga más caro que un estadio nuevo»; «El estadio puede ser puntero. Hay un diseño entre los finalistas que me gusta mucho, y con el que además no se notaría la asimetría.» «Sobre la grada de animación, el club fue reservando abonos para hacer algo así, pero Calderón luego los regaló»; «Estamos intentando crear un grupo nuevo en Valdebebas, libre de gente rara, pero llevará bastante tiempo integrarlos en el estadio, no puedes echar a los socios de sus abonos».
Ya en una cafetería del piso superior, Ego Ruderico y yo departimos con dos socios treinteñeros: «No te han dejado acabar, macho»; «Lo del dinero está bien, el que quiera ser presidente que se lo curre y junte avales por 75 millones, que luego viene un Martínez Bravo». Ya nos íbamos del estadio cuando se me acercó una última persona: Toñín el torero. «Muy bien, machote, me ha encantado lo que has dicho de las pipas. Yo tengo 25 denuncias de socios porque dicen que grito demasiado. Métete en mi Facebook y en mi twitter, ya verás las cosas que digo». Toñín será simple, pero desde luego mejor y más sano que mucho adocenado con abono. Ahora hasta me siento mal por los premios «Pipero».
Y hasta ahí llegó la cosa. Una de mis principales cuitas es que el Madrid, un club «que pertenece a sus socios», por los motivos que sean (estatutos, ley del deporte…) ahora mismo sólo tiene la opción de escoger entre un estrechísimo abanico de megamillonarios para presidirlo. ¿No queda así la «propiedad de los socios» en algo casi retórico? ¿Debemos deducir que cualquier candidatura que no tenga la exorbitante cantidad exigida es necesariamente incompetente para dirigir el club? Pero sin duda lo más descorazonador para el Real Madrid es que la puerta esté cerrada a cal y canto para nuevos socios, a excepción de los hijos y nietos de los que ya están dentro. Un «club universal» que en realidad es una especie de megaclan para 30.000 familias madrileñas que sólo quieren a los de fuera para pagar y mirar. Mientras no pueda entrar sangre nueva se perpetuarán opiniones, mitos y vicios, la ingesta masiva de pipas y las deserciones a cinco minutos del final. Las ideas heterodoxas se mirarán con profunda desconfianza, y corrientes como el «Madridismo Underground» no serán más que una mota de polvo en un oceano proceloso. Tales son las diferencias entre estos grupos que es como si animaran a clubes distintos. Me dicen que dentro hay gente importante que tiene en cuenta las voces renovadoras, pero si la sangre, que son los socios, está turbia, el cuerpo nunca podrá ser robusto.
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